/ sábado 18 de septiembre de 2021

Balneario Agua Azul congregó a todos los estratos sociales | Los tiempos idos

Sus aguas sulfurosas provienen de la pozas de Amatlán, ubicadas en lo que fuera el Rancho de Dolores

El balneario Agua Azul ha permanecido en el gusto de los poblanos 85 años, gracias a las aguas sulfurosas que provienen de los veneros de La Malinche y que eran conocidas como las pozas de Amatlán.

En el pasado, el lugar congregó a la elite poblana, pero también a personas de todos los estratos sociales que convivieron gustosamente entre sus albercas, sus jardines, su lago, en sus tardeadas y lunadas organizadas para deleite de todos.

DIVERTIMENTO FAMILIAR

A mediados del siglo XX, Puebla era muy tranquila y la gente convivía en todas las esferas sociales. El balneario fue muy famoso no solo por su aguas de manantial, también porque se podía remar, por la práctica de deportes y por sus tardeadas, expone Mario Salazar, fundador de la página de Facebook “Lo que quieres saber de Puebla”.

“Me acuerdo que había una alberca muy grande, más grande que una olímpica; había un tobogán que era un gran atractivo y junto estaba la fosa de cinco metros de profundidad, para ´los machos´, para los que se atrevían a bucear y sacaban barro de azufre que se ponían en la cara, decían que tenía muchas propiedades, inclusive había gente que llenaba tarros y se los llevaba”, señala.

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El balneario se asentó sobre las pozas de Amatlán, conocidas por sus aguas sulfurosas con propiedades benéficas para la salud | Foto: Puebla de Antaño

Refiere que el balneario era enorme y las tres albercas se llenaban con el agua de manantial que iba corriendo y siguiendo su cauce, pero antes de desbocar en el rio Atoyac, en la parte de atrás, pasaban por un circuito que era como un óvalo en el que rentaban lanchas y podías remar; por eso el agua siempre estaba limpia

“En el centro del óvalo había mesas con palapas en donde la gente hacia sus días de campo en familia, aunque había otros lugares en el balneario en donde también había palapas”, detalla

Salazar asegura que la gente también acostumbraba ir mucho a los baños. Dice que también había gimnasio donde practicaba mucha gente distinguida que se dedicaba a la halterofilia y al físico culturismo; además de que se practicaban deportes como natación, voleibol, basquetbol, entre otros, y había un área especial para niños con su alberca propia.

Laura Cubas, dice que toda su familia se reunía en el balneario para convivir, hacer deporte y disfrutar las aguas sulfurosas y sus beneficios.

Panorámica del Balneario de Agua Azul, año de 1967. Se aprecia las tierras del rancho San José Agua Azul y del Rancho de Dolores, a la orilla, el río Atoyac | Foto: Archivo FICA

Mi abuelo iba muy temprano a nadar y mis tíos iban a practicar deportes, uno basquetbol y otro frontón. También nos contaban que ahí los masajeaban y bañaban en el área de vapor y al terminar les daban sus pollas, para energizarlos”, detalla.

Recuerda que su papá las llevaba de pequeñas, a ella y a su hermana, al spa de Agua Azul que era un anexo del balneario, dice que ahí no olía tanto a azufre y que ahora esa parte es el fraccionamiento.

DE TARDEADAS A LUNADAS

Gustavo Carreto Borboa, dice que se volvió una tradición ir a Agua Azul donde era muy bonita la convivencia en familia y con las demás personas porque no había distinción de clases.

Recuerda que cuando era niño, a él y a sus hermanos los llevaba su mamá para nadar un rato, me tocó deslizarme por el tobogán que dice era muy grande y llegaba a la alberca olímpica. Asegura que en la albercas se podía jugar voleibol y asolearse en llantas que ahí mismo les prestaban.

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El tobogán que desembocaba en la alberca olímpica era una gran atracción | Foto: México en Fotos

Ya cuando creció, dice que iba a nadar o a remar y a comerse unas ricas chalupas que vendían ahí y, como había servicio de bar, se podía tomar la copa. Comenta que sábados y domingos había “tardeadas” que empezaban entre 3 o 4 de la tarde y tocaban las mejores bandas locales.

“Después de nadar nos metíamos a dar un duchazo, porque no podíamos entrar al baile en traje de baño, y ya bien vestidos íbamos a la terraza para bailar y comer, o tomarse una copa. Las tardeadas eran en la terraza que estaba en la parte alta del balneario y tocaban muy buenas orquestas locales, como Pancho Vidal, Tapia Rocha, Pedro Gómez, Nato Calvario y Carlos Campos que era el mejor”, advierte.

Dice que además de las tardeadas se organizaban “lunadas” y esas empezaban después de la 9 de la noche. La más famosa era la del Sábado de Gloria que se organizaba para terminar los festejos de la semana mayor.

El lago era enorme, se podía remar para disfrutar con amigos o pasear bien con la novia | Foto: México en Fotos.

“El mayor atractivo de esa lunada eran las orquestas que se presentaban y que iba más gente. A veces llegábamos con amigos y si no tenías pareja allá hacíamos amistades, era un ambiente bonito y agradable”,

LO QUE DICE LA HISTORIA

“Todo comenzó con el vigésimo segundo virrey de la Nueva España que era dueño del Rancho San José Agua Azul, aquí en frente del balneario. El tenía enfermedades crónicas de reumatismo y descubrió las pozas medicinales de agua de azufre que estaban abajo del rancho, eran conocidas como las pozas de Amatlán”, asegura Miguel Díaz Barriga García, tercera generación de la familia fundadora del balneario.

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Miguel Díaz Barriga Guarneros y Miguel Días Barriga González Pacheco, padre e hijo, propietarios y fundadores del Balneario Agua Azul | Foto: Miguel Díaz Barriga García

“Las pozas han existido toda la vida, son veneros que vienen de La Malinche, y este venero que llega a Agua Azul tiene una profundidad de 5 metros. Las pozas de Amatlán estaban en las tierras de mi abuelo, Miguel Díaz Barriga Guarneros y de mi padre, Miguel Días Barriga González Pacheco”, añade.

A principios del siglo XX su abuelo compró en una subasta el rancho y en esa época, la gente todavía seguía yendo a las pozas a bañarse porque todo era campo y estaba abierto; se bajaban del camión y se metían a nadar.

“Fue cuando a mi abuelo y a mi padre se les ocurrió hacer una alberca. Fueron visionarios y en 1936 hicieron unas albercas y un tobogán, yo creo que fue el primer tobogán en México y puede ser que de América. Para eso encausaron el agua de las pozas, también hicieron unos cuartos, arriba hicieron una terraza y restaurante y abrieron, algo familiar que tuvo muchísimo éxito porque en Puebla no había nada igual”, detalla.

Era una tradición acudir al balneario Agua Azul para asolearse y nadar | Foto: Facebook "Lo que quieres saber de Puebla"

En esa época toda la gente venía hasta de jacket, era un lugar muy elegante venía toda la sociedad de Puebla, puedo imaginar que la mayoría de todas las familias que nacimos en la Angelópolis aprendimos a nadar en Agua Azul; yo crecí aquí, venía a nadar con mis hermanas, mis amigos y con mis primos que venían de México”, agrega.

El entrevistado relata que el “Rancho de Dolores Noria Atenco”, propiedad de su familia, abarcaba una vasta extensión hacia el sur y al oriente de la ciudad (de agua azul toda la once hasta la 25 poniente y de ahí a la 2 sur). Era un rancho agrícola en el que se sembraba maíz, alfalfa y cebada. La casa en la que nació él y sus tres hermanas, estaba a la altura de lo que es hoy el Panteón Municipal.

“De ahí, salíamos a caballo con mi papá y recorríamos el camino hasta llegar a Agua Azul. Ahí salían corriendo entre 50- 70 niños a ver a mi padre, hijos de trabajadores y de los que vivían cerca, porque el llevaba una cajita llena de dinerito y a cada niño le regalaba un peso, se iban felices”, subraya.

“Durante la Revolución Agraria de 1936, nos expropiaron todo el rancho, nos quitaron todo, pero la parte de tierras donde estaban las pozas de Amatlán, mi papá y mi abuelo las pelearon y por eso se las dejaron” añade.

PARQUE ACUÁTICO

Díaz Barriga García refiere que él estuvo mucho tiempo fuera de Puebla porque se fue a estudiar y cuando regresó, a mediados de los ochentas, estaba muy desatendido Agua Azul y su padre le ayudó a adaptarse nuevamente y entonces se retiró.

Lee esto: Cementos Atoyac, de fábrica a archivo histórico de Puebla | Los tiempos idos

Hace 20 años se inició el proceso de modernización de Agua Azul, conservando el concepto de balneario, se convirtió en Parque Acuático | Foto: Miguel Díaz Barriga García

“Comencé a trabajar de fogonero, en la puerta, a conocer los jardines, el lugar y a la gente. Lo primero que hice fue poner barda, porque solo había alambre de púas y todo mundo se metía. Arreglamos lo que ya había e hicimos dos modalidades, seguía siendo balneario pero teníamos la modalidad de club deportivo y que hasta la fecha hemos sobrevivido gracias a que tenemos socios”, subraya.

Fue cuando decidieron modernizarlo conservando el concepto de balneario, arreglaron las instalaciones y se lanzaron a convertirlo en Parque Acuático, un cambio radical sin perder la esencia, porque la gente sigue acudiendo en familia y llevar su comida para hacer su día de campo en los jardines.

Lo primero que hicimos hace 20 años fue la alberca de olas, para eso tuvimos que cortar el lago; del otro los están toboganes, hay un área de toboganes para niños muy grande y luego el Acuatubo y un Hoyo Negro, toboganes donde te hechas en llantas y es muy divertido. El lago era inmenso, así que hasta el final, pusimos el Mamut y otro Hoyo Negro, un tobogán en el que se pueden echar en lancha 4 personas”, señala.

Aspecto del balneario Agua Azul | Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

“Cuando me dejó a cargo mi papá, lo primero que hice fue llamar a mis hermanas a trabajar, Natalia y Mary ya fallecieron, pero Teresa sigue siendo mi mano derecha hasta la fecha, es gerente operativo. Ahora mis sobrinos e hijos están empezando a trabajar con nosotros. Es un negocio de muchas generaciones, ya van cuatro Migueles, el cuarto es mi hijo Miguel Díaz Barriga Montoto”, concluye.


El balneario Agua Azul ha permanecido en el gusto de los poblanos 85 años, gracias a las aguas sulfurosas que provienen de los veneros de La Malinche y que eran conocidas como las pozas de Amatlán.

En el pasado, el lugar congregó a la elite poblana, pero también a personas de todos los estratos sociales que convivieron gustosamente entre sus albercas, sus jardines, su lago, en sus tardeadas y lunadas organizadas para deleite de todos.

DIVERTIMENTO FAMILIAR

A mediados del siglo XX, Puebla era muy tranquila y la gente convivía en todas las esferas sociales. El balneario fue muy famoso no solo por su aguas de manantial, también porque se podía remar, por la práctica de deportes y por sus tardeadas, expone Mario Salazar, fundador de la página de Facebook “Lo que quieres saber de Puebla”.

“Me acuerdo que había una alberca muy grande, más grande que una olímpica; había un tobogán que era un gran atractivo y junto estaba la fosa de cinco metros de profundidad, para ´los machos´, para los que se atrevían a bucear y sacaban barro de azufre que se ponían en la cara, decían que tenía muchas propiedades, inclusive había gente que llenaba tarros y se los llevaba”, señala.

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El balneario se asentó sobre las pozas de Amatlán, conocidas por sus aguas sulfurosas con propiedades benéficas para la salud | Foto: Puebla de Antaño

Refiere que el balneario era enorme y las tres albercas se llenaban con el agua de manantial que iba corriendo y siguiendo su cauce, pero antes de desbocar en el rio Atoyac, en la parte de atrás, pasaban por un circuito que era como un óvalo en el que rentaban lanchas y podías remar; por eso el agua siempre estaba limpia

“En el centro del óvalo había mesas con palapas en donde la gente hacia sus días de campo en familia, aunque había otros lugares en el balneario en donde también había palapas”, detalla

Salazar asegura que la gente también acostumbraba ir mucho a los baños. Dice que también había gimnasio donde practicaba mucha gente distinguida que se dedicaba a la halterofilia y al físico culturismo; además de que se practicaban deportes como natación, voleibol, basquetbol, entre otros, y había un área especial para niños con su alberca propia.

Laura Cubas, dice que toda su familia se reunía en el balneario para convivir, hacer deporte y disfrutar las aguas sulfurosas y sus beneficios.

Panorámica del Balneario de Agua Azul, año de 1967. Se aprecia las tierras del rancho San José Agua Azul y del Rancho de Dolores, a la orilla, el río Atoyac | Foto: Archivo FICA

Mi abuelo iba muy temprano a nadar y mis tíos iban a practicar deportes, uno basquetbol y otro frontón. También nos contaban que ahí los masajeaban y bañaban en el área de vapor y al terminar les daban sus pollas, para energizarlos”, detalla.

Recuerda que su papá las llevaba de pequeñas, a ella y a su hermana, al spa de Agua Azul que era un anexo del balneario, dice que ahí no olía tanto a azufre y que ahora esa parte es el fraccionamiento.

DE TARDEADAS A LUNADAS

Gustavo Carreto Borboa, dice que se volvió una tradición ir a Agua Azul donde era muy bonita la convivencia en familia y con las demás personas porque no había distinción de clases.

Recuerda que cuando era niño, a él y a sus hermanos los llevaba su mamá para nadar un rato, me tocó deslizarme por el tobogán que dice era muy grande y llegaba a la alberca olímpica. Asegura que en la albercas se podía jugar voleibol y asolearse en llantas que ahí mismo les prestaban.

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El tobogán que desembocaba en la alberca olímpica era una gran atracción | Foto: México en Fotos

Ya cuando creció, dice que iba a nadar o a remar y a comerse unas ricas chalupas que vendían ahí y, como había servicio de bar, se podía tomar la copa. Comenta que sábados y domingos había “tardeadas” que empezaban entre 3 o 4 de la tarde y tocaban las mejores bandas locales.

“Después de nadar nos metíamos a dar un duchazo, porque no podíamos entrar al baile en traje de baño, y ya bien vestidos íbamos a la terraza para bailar y comer, o tomarse una copa. Las tardeadas eran en la terraza que estaba en la parte alta del balneario y tocaban muy buenas orquestas locales, como Pancho Vidal, Tapia Rocha, Pedro Gómez, Nato Calvario y Carlos Campos que era el mejor”, advierte.

Dice que además de las tardeadas se organizaban “lunadas” y esas empezaban después de la 9 de la noche. La más famosa era la del Sábado de Gloria que se organizaba para terminar los festejos de la semana mayor.

El lago era enorme, se podía remar para disfrutar con amigos o pasear bien con la novia | Foto: México en Fotos.

“El mayor atractivo de esa lunada eran las orquestas que se presentaban y que iba más gente. A veces llegábamos con amigos y si no tenías pareja allá hacíamos amistades, era un ambiente bonito y agradable”,

LO QUE DICE LA HISTORIA

“Todo comenzó con el vigésimo segundo virrey de la Nueva España que era dueño del Rancho San José Agua Azul, aquí en frente del balneario. El tenía enfermedades crónicas de reumatismo y descubrió las pozas medicinales de agua de azufre que estaban abajo del rancho, eran conocidas como las pozas de Amatlán”, asegura Miguel Díaz Barriga García, tercera generación de la familia fundadora del balneario.

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Miguel Díaz Barriga Guarneros y Miguel Días Barriga González Pacheco, padre e hijo, propietarios y fundadores del Balneario Agua Azul | Foto: Miguel Díaz Barriga García

“Las pozas han existido toda la vida, son veneros que vienen de La Malinche, y este venero que llega a Agua Azul tiene una profundidad de 5 metros. Las pozas de Amatlán estaban en las tierras de mi abuelo, Miguel Díaz Barriga Guarneros y de mi padre, Miguel Días Barriga González Pacheco”, añade.

A principios del siglo XX su abuelo compró en una subasta el rancho y en esa época, la gente todavía seguía yendo a las pozas a bañarse porque todo era campo y estaba abierto; se bajaban del camión y se metían a nadar.

“Fue cuando a mi abuelo y a mi padre se les ocurrió hacer una alberca. Fueron visionarios y en 1936 hicieron unas albercas y un tobogán, yo creo que fue el primer tobogán en México y puede ser que de América. Para eso encausaron el agua de las pozas, también hicieron unos cuartos, arriba hicieron una terraza y restaurante y abrieron, algo familiar que tuvo muchísimo éxito porque en Puebla no había nada igual”, detalla.

Era una tradición acudir al balneario Agua Azul para asolearse y nadar | Foto: Facebook "Lo que quieres saber de Puebla"

En esa época toda la gente venía hasta de jacket, era un lugar muy elegante venía toda la sociedad de Puebla, puedo imaginar que la mayoría de todas las familias que nacimos en la Angelópolis aprendimos a nadar en Agua Azul; yo crecí aquí, venía a nadar con mis hermanas, mis amigos y con mis primos que venían de México”, agrega.

El entrevistado relata que el “Rancho de Dolores Noria Atenco”, propiedad de su familia, abarcaba una vasta extensión hacia el sur y al oriente de la ciudad (de agua azul toda la once hasta la 25 poniente y de ahí a la 2 sur). Era un rancho agrícola en el que se sembraba maíz, alfalfa y cebada. La casa en la que nació él y sus tres hermanas, estaba a la altura de lo que es hoy el Panteón Municipal.

“De ahí, salíamos a caballo con mi papá y recorríamos el camino hasta llegar a Agua Azul. Ahí salían corriendo entre 50- 70 niños a ver a mi padre, hijos de trabajadores y de los que vivían cerca, porque el llevaba una cajita llena de dinerito y a cada niño le regalaba un peso, se iban felices”, subraya.

“Durante la Revolución Agraria de 1936, nos expropiaron todo el rancho, nos quitaron todo, pero la parte de tierras donde estaban las pozas de Amatlán, mi papá y mi abuelo las pelearon y por eso se las dejaron” añade.

PARQUE ACUÁTICO

Díaz Barriga García refiere que él estuvo mucho tiempo fuera de Puebla porque se fue a estudiar y cuando regresó, a mediados de los ochentas, estaba muy desatendido Agua Azul y su padre le ayudó a adaptarse nuevamente y entonces se retiró.

Lee esto: Cementos Atoyac, de fábrica a archivo histórico de Puebla | Los tiempos idos

Hace 20 años se inició el proceso de modernización de Agua Azul, conservando el concepto de balneario, se convirtió en Parque Acuático | Foto: Miguel Díaz Barriga García

“Comencé a trabajar de fogonero, en la puerta, a conocer los jardines, el lugar y a la gente. Lo primero que hice fue poner barda, porque solo había alambre de púas y todo mundo se metía. Arreglamos lo que ya había e hicimos dos modalidades, seguía siendo balneario pero teníamos la modalidad de club deportivo y que hasta la fecha hemos sobrevivido gracias a que tenemos socios”, subraya.

Fue cuando decidieron modernizarlo conservando el concepto de balneario, arreglaron las instalaciones y se lanzaron a convertirlo en Parque Acuático, un cambio radical sin perder la esencia, porque la gente sigue acudiendo en familia y llevar su comida para hacer su día de campo en los jardines.

Lo primero que hicimos hace 20 años fue la alberca de olas, para eso tuvimos que cortar el lago; del otro los están toboganes, hay un área de toboganes para niños muy grande y luego el Acuatubo y un Hoyo Negro, toboganes donde te hechas en llantas y es muy divertido. El lago era inmenso, así que hasta el final, pusimos el Mamut y otro Hoyo Negro, un tobogán en el que se pueden echar en lancha 4 personas”, señala.

Aspecto del balneario Agua Azul | Foto: José Luis Bravo | El Sol de Puebla

“Cuando me dejó a cargo mi papá, lo primero que hice fue llamar a mis hermanas a trabajar, Natalia y Mary ya fallecieron, pero Teresa sigue siendo mi mano derecha hasta la fecha, es gerente operativo. Ahora mis sobrinos e hijos están empezando a trabajar con nosotros. Es un negocio de muchas generaciones, ya van cuatro Migueles, el cuarto es mi hijo Miguel Díaz Barriga Montoto”, concluye.


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