/ jueves 20 de enero de 2022

Beato Sebastián de Aparicio: el español que habita en el Templo de San Francisco

Logró convertirse en uno de los hombres más ricos de la región y renunció a su fortuna para donarla

El beato Sebastián de Aparicio es conocido por su trabajo durante la época colonial, su historia es relatada por lo especialistas en ciencias religiosas como un evento significativo para la cultura nacional. Los datos que envuelven su vida y obra han sido recolectados con la finalidad de preservar su legado.

Su paso por la ciudad de Puebla, lo convirtió en una de las figuras eclesiásticas más influyentes en la región. Tras su muerte, los creyentes conservaron su cuerpo en el Templo de San Francisco, ubicado en el Callejón de la 10 norte 801, en el Barrio del Alto; desde entonces este sitio se ha vuelto en uno de los lugares más visitados de la entidad.

Es considerado de orígenes humildes, a pesar de que logró ser una las personas más ricas dentro del ‘nuevo mundo’, demostró que su verdadera vocación estaba en ayudar a los menos afortunados, por eso decidió ceder su capital para entregárselo a los más pobres y pasar los últimas días de su vida en labor comunicatoria.

EL ORIGEN DE SEBASTIÁN DE APARICIO

Sebastián de Aparicio Prado nació el 20 de enero de 1502, en el municipio de La Gudiña, ubicado en Galicia, España. Fue el tercer hijo de Teresa del Prado y Juan Aparicio, se dedicó a trabajar en el campo ya que no asistió a la escuela. Desde muy joven comenzó a involucrarse en el catecismo. Debido a las carencias económicas, tuvo que emigrar al sur de su nación.

Llegó a Salamanca para desempeñarse como sirviente de una mujer viuda, quien expresó estar interesada en él, sin embrago, la rechazó. Ocurrió lo mismo en su siguiente empleo en Zafra, donde la hija del duque de Feria quiso formar una relación, pero se negó.

En 1531, decidió mudarse a Nueva España, específicamente a Puebla, una de las ciudades que recientemente se había fundado, Aquí desechó la idea de seguir trabajando como sirviente, así que comenzó a buscar una fuente de ingreso que estuviera relacionada con las ventas.

SE VOLVIÓ EMPRESARIO EN PUEBLA DURANTE LA ÉPOCA COLONIAL

Sebastián se unió con un carpintero para hacer carretas, mientras su nuevo colega las fabricaba, él se encargaba de formar yuntas con los bueyes, para conseguir arrieros y formar caminos. En 1942 tras el descubierto de minas en Zacatecas, sus medios de transporte fueron usados para trasladar la mercancía de esta entidad hasta la Ciudad de México.

Él fungió como mediador entre los novohispanos y los pueblos originarios, ya que las comunidades Chichimecas tenían problemas con los comerciantes, así que pudo convencerlos para que todos transitaran en paz. Con esta tregua se ganó la amistad de los indígenas que desconfiaban de los españoles.

Al cumplir 50 años, sus ganancias lo hicieron uno de los hombres con mayor poder adquisitivo, por eso fue nombrado como ‘Aparicio el Rico’. Él vendió su negocio y compró una Hacienda para atender a los necesitados. Más tarde renunció a todo su dinero para donarlo.

El 13 de junio de 1575 se unció a la Orden Franciscana, para ello otro fraile tuvo que firmar por él porque aún no sabía leer ni escribir. Después se dedicó a recolectar recursos para ayudar a varias personas, lo hacía en la calle, por eso lo empezaron a llamar ‘Fraile Carretero’.

Murió en febrero de 1600 y en 1789 fue declarado beato. Su cuerpo fue momificado en una urna de cristal en el Convento Franciscano de Puebla; actualmente este lugar es muy visitado para conocer este templo y la historia que guarda.

El beato Sebastián de Aparicio es conocido por su trabajo durante la época colonial, su historia es relatada por lo especialistas en ciencias religiosas como un evento significativo para la cultura nacional. Los datos que envuelven su vida y obra han sido recolectados con la finalidad de preservar su legado.

Su paso por la ciudad de Puebla, lo convirtió en una de las figuras eclesiásticas más influyentes en la región. Tras su muerte, los creyentes conservaron su cuerpo en el Templo de San Francisco, ubicado en el Callejón de la 10 norte 801, en el Barrio del Alto; desde entonces este sitio se ha vuelto en uno de los lugares más visitados de la entidad.

Es considerado de orígenes humildes, a pesar de que logró ser una las personas más ricas dentro del ‘nuevo mundo’, demostró que su verdadera vocación estaba en ayudar a los menos afortunados, por eso decidió ceder su capital para entregárselo a los más pobres y pasar los últimas días de su vida en labor comunicatoria.

EL ORIGEN DE SEBASTIÁN DE APARICIO

Sebastián de Aparicio Prado nació el 20 de enero de 1502, en el municipio de La Gudiña, ubicado en Galicia, España. Fue el tercer hijo de Teresa del Prado y Juan Aparicio, se dedicó a trabajar en el campo ya que no asistió a la escuela. Desde muy joven comenzó a involucrarse en el catecismo. Debido a las carencias económicas, tuvo que emigrar al sur de su nación.

Llegó a Salamanca para desempeñarse como sirviente de una mujer viuda, quien expresó estar interesada en él, sin embrago, la rechazó. Ocurrió lo mismo en su siguiente empleo en Zafra, donde la hija del duque de Feria quiso formar una relación, pero se negó.

En 1531, decidió mudarse a Nueva España, específicamente a Puebla, una de las ciudades que recientemente se había fundado, Aquí desechó la idea de seguir trabajando como sirviente, así que comenzó a buscar una fuente de ingreso que estuviera relacionada con las ventas.

SE VOLVIÓ EMPRESARIO EN PUEBLA DURANTE LA ÉPOCA COLONIAL

Sebastián se unió con un carpintero para hacer carretas, mientras su nuevo colega las fabricaba, él se encargaba de formar yuntas con los bueyes, para conseguir arrieros y formar caminos. En 1942 tras el descubierto de minas en Zacatecas, sus medios de transporte fueron usados para trasladar la mercancía de esta entidad hasta la Ciudad de México.

Él fungió como mediador entre los novohispanos y los pueblos originarios, ya que las comunidades Chichimecas tenían problemas con los comerciantes, así que pudo convencerlos para que todos transitaran en paz. Con esta tregua se ganó la amistad de los indígenas que desconfiaban de los españoles.

Al cumplir 50 años, sus ganancias lo hicieron uno de los hombres con mayor poder adquisitivo, por eso fue nombrado como ‘Aparicio el Rico’. Él vendió su negocio y compró una Hacienda para atender a los necesitados. Más tarde renunció a todo su dinero para donarlo.

El 13 de junio de 1575 se unció a la Orden Franciscana, para ello otro fraile tuvo que firmar por él porque aún no sabía leer ni escribir. Después se dedicó a recolectar recursos para ayudar a varias personas, lo hacía en la calle, por eso lo empezaron a llamar ‘Fraile Carretero’.

Murió en febrero de 1600 y en 1789 fue declarado beato. Su cuerpo fue momificado en una urna de cristal en el Convento Franciscano de Puebla; actualmente este lugar es muy visitado para conocer este templo y la historia que guarda.

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