/ sábado 18 de marzo de 2023

Así fue el origen del juego de bolos en Puebla | Los tiempos idos

El registro más antiguo que se tiene de la práctica de los bolos en la ciudad de Puebla data de 1796

El juego de los bolos fue la primera práctica en Puebla en la que se empleó el cuerpo como ejercicio, lo que innovó el divertimiento de los poblanos que durante 300 años se distraían jugando naipes o dados.

El registro más antiguo que se tiene de la práctica de los bolos en la ciudad data de 1796, cuando se jugaba al aire libre y se desconocían las reglas del juego, lo que comenzó a causar disputas entre los practicantes. Fue hasta 1808 que entró en vigor el reglamento de boliche dictado por una junta nombrada por el virrey.

Todo el siglo XIX tuvo relevancia y para 1952 se inauguró la primera sala de boliche con mesas profesionales en el corazón de la ciudad. El juego había renacido.


Acercamiento del plano topográfico de la ciudad de Puebla de Atenógenes N. Carrasco de 1902 | Foto: Colección Gustavo Velarde Tritschler

Los primeros registros

El primer antecedente que se tiene del juego de bolos en la Angelópolis data de finales del siglo XVIII y lo menciona Hugo Leicht en su libro “Las calles de Puebla”. Aparece en el plano de las Ordenanzas de Flon de 1796 marcado como la Casa de las Bochas (bolas de madera), ubicada en el edificio localizado al poniente de la Capilla de Dolores.

Leicht refiere que en los planos de 1823 (siglo XIX) aparece la Calle de las Bochas (8 Norte). Estaba inmediata a la antigua Plazuela de los Carros (hoy conocida como plazuela Carmen Serdán, entre las calles 10 y 12 Oriente, atrás de la capilla) y es la que pasa a un costado del Teatro Principal. Para 1832 la plazuela se comenzó a citar como Plazuela del Boliche, al oriente, y Plazuela de San Francisco, al poniente.

El investigador Gustavo Velarde Tritschler comenta que no se sabe si en la Casa de la Bochas se jugaba boliche, se guardaban los aditamentos del juego o se fabricaban. Pero deduce que la plazuela recibió ese nombre porque era donde se jugaba. Refiere que en España los bolos se jugaban al aire libre y los españoles fueron los que lo introdujeron a México.

“Qué importantes fueron los bolos que, en todos los planos del siglo XIX, que son muchos, se llamaba Plazuela del Boliche”, enfatiza.

El boliche fue la primera práctica en Puebla en la que se empleó el cuerpo como ejercicio, dice el entrevistado, y agrega que antiguamente los poblanos desgastaban su energía con su propio trabajo. Fueron tres siglos de este estilo de vida y se conoce como un período en el que la gente se aburría mucho. El único divertimento pasivo eran los naipes, los gallos, el teatro y el toreo.

“Además de los datos que Hugo Leicht menciona en su libro, el profesor Enrique Cordero y Torres añade que cuando se implantó el juego en Puebla se desconocían las reglas. Había pleitos cuando los poblanos lo practicaban y existen reportes policiacos de las disputas. Para evitar eso, el intendente Manuel Flon (máxima autoridad en la ciudad) puso en vigor el reglamento de boliche, que dictó una junta nombrada por el virrey en 1808”, detalla.

“Cordero y Torres también refirió que en los censos del Archivo Municipal de 1833 está consignada una propiedad para el juego de pelota en Avenida Reforma 1100. Estaba frente a la iglesia de Guadalupe, en el Paseo Bravo. Ahí se jugaron los bolos porque era una práctica al aire libre”, señala.

Pero el juego de pelota también se practicó en la primera Calle de la Luz (Avenida 2 Oriente y 12 Norte), porque en los barrios indígenas también llegó a haber habitantes españoles.

Autoridades presentes el día de la inauguración del Club Ibero Mexicano de boliche en 1952 | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

La nueva era de los bolos

Con el tiempo se perdió un poco la práctica del juego de bolos en Puebla y para 1952 unos empresarios poblanos inauguraron una sala de boliche en el corazón de la ciudad. El juego estaba renaciendo con nuevas reglas porque en 1950 se fundó en México la Federación Mexicana de Boliche.


“Estaba sobre la 2 Sur (504), donde hoy está el Hotel Leones. El viernes 25 de julio de 1952 el Club Ibero Mexicano lo inauguró en presencia de distinguidas personalidades del ámbito social y deportivo de la ciudad. El boliche tenía diez pistas automatizadas de la marca Brunswick, cuatro en la planta baja y seis arriba. Ellos hicieron un llamado a la mujer poblana para practicar este deporte”, comenta.

La idea del boliche fue de los señores Amador Díaz Rubín, Pedro de la Torre, José Luis Ramírez y Bernardo Rivero, quienes pensaron que Puebla tendría que tener un boliche de categoría. El horario de servicio era de 10 de la mañana a 12 de la noche.

También había dos mesas de boliche en el Centro Cultural del Instituto Oriente. El investigador refiere que estaba en la privada Nayarit, entre la 13 y la 11 Oriente, atrás de la Arena Puebla. Eran totalmente mecánicas, es decir, había niños a los que se les tenía que pagar para que pusieran los pinos.

En 1954 Guillermo Jenkins fundó el Alpha 1, donde se instalaron dos mesas de boliche que eran solo para los socios del club. En 1962 se hizo lo mismo cuando inauguraron el Alpha 2.

“Después vino el Bol Puebla, que estaba en la 16 de Septiembre y 41 Oriente. Yo estudié en el Instituto Mexicano Madero (17 Poniente y 5 Sur) y a veces me iba de pinta con amigos a jugar. Teníamos que pagar una línea entre varios porque era caro. Siempre había mucha gente jugando y a veces no había zapatos de tu número. Recuerdo que eran color crema con rojo y estaban bien desgastados”, puntualiza el investigador.

Integrantes del equipo Puebla de Boliche que compitió contra equipos de otros estados el día de la inauguración de la sala de bolos en el centro histórico en 1952 | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

El esplendor del boliche

El Bol Puebla se estableció en la década de los sesenta en la 16 de Septiembre 3912. Lo iniciaron Boris Margolin y su esposa Reina Schabes.

“La comunidad judía en Puebla era muy pequeña y todos nos conocíamos. Tengo entendido que Boris y su esposa estaban viviendo una crisis financiera. Por tal motivo mi papá, Max Poltolarek y Emilio Finkelberg se asociaron con el propósito de ayudarlos y compraron la operación del boliche”, expone Aarón Poltolarek, hijo de Max, quien lo administró ocho años.


El local tenía 20 mesas y toda la maquinaria era de Industrias AMF. El administrador era un señor de apellidos Rábago Cernicchiaro. Como aficionado al boliche Aarón comenzó a acudir para jugar con sus amigos. Socializaba tanto que la gente lo comenzó a identificar.

“Estaba en la escuela y estudiaba en el Colegio Americano. En vacaciones me jalaba a un par de amigos y nos íbamos a jugar. Empecé a frecuentar el boliche más y más. Medio me hice amigo del gerente que se dio cuenta que la gente me reconocía y comenzó a sentir celos. De repente presentó su renuncia a los socios”, señala.

Cuando el señor Rábago presentó su renuncia, Aarón supone que su padre estaba un poco nervioso, entonces le dijo: “Mira, si me tienes confianza yo me encargo. No tengo la experiencia ni los años, pero yo me hago cargo. Y así fue, me aventé ocho años, de 1976 a 1984”, agrega.

Un aspecto de personas jugando bolos en el Bol Puebla en 1962 | Foto: Colección Gustavo Velarde Tritschler

Fomenta la socialización

El horario del bol era de 9 de la mañana a 9 de la noche todos los días. Organizaban torneos para la gente de Puebla y por las noches, cada día de la semana, había uno diferente. Por ejemplo, el lunes había torneo de parejas. Esas parejas jugaban por separado, ellas los martes en la mañana y ellos los martes por la noche y los sábados.

“Los martes en la mañana las señoras se juntaban a practicar el deporte y aprovechaban para tomarse un cafecito. En la noche jugaban los esposos de esas señoras. Algunos de ellos eran Manolo y Luis Núñez, los dos doctores González y el doctor Altieri. Yo me sentaba con ellos para anotarles en la hoja, eran varios señores muy simpáticos. También teníamos torneos empresariales como el de Hylsa y el de Volkswagen, por eso conocí a varios dirigentes con quienes todavía tengo amistad”, comenta.

En 1981 el Bol Puebla fue remodelado y reinaugurado. Era miembro de la Asociación Poblana de Boliche que dirigía Jaime Bozikian, que después abrió su bolerama.

El Bol Puebla apareció en la portada de esta revista bimestral | Foto: Cortesía Luz del Carmen Brito

Se traspasa el negocio

En el Bol Puebla había artículos deportivos para comprar, pero lo que más se vendían eran bolas porque los hoyos tienen que hacerse a la medida de la persona para que se pueda tomar bien la pelota y tirar. Para ello contaban con una máquina y dos personas capacitadas que se encargaban del trabajo.


También tenía restaurante, se vendía comida típica poblana como mole y chalupas, además de pozole, milanesas y otras exquisiteces. Lo más vendido eran los refrescos y la cerveza, sobre todo el día que había torneo de Volkswagen. Arturo García era un mesero muy conocido al que llamaban Kalimán.

“En 1981 u 82 se dio la huelga en la Universidad de las Américas. Una de mis hermanas iba a estudiar ahí, pero pasaban los meses y seguía. Entonces mis dos hermanas y mi mamá decidieron que nos iríamos a vivir a la ciudad de México”, señala.

“Por la necesidad de emigrar mi papá empezó a buscar a quien traspasarle el negocio. Industrias AMF lo compró y lo volvió a remodelar. Desconozco cuánto tiempo funcionó. Yo me fui a la ciudad de México en 1984, la familia ya estaba allá. Mi experiencia durante esos años me sirvió para madurar, para hacerme responsable, pero, sobre todo, hice muy buenos amigos que hasta la fecha conservo”, concluye Aarón.

El boliche del Club Alpha 2 en el año 1962 | Foto: Colección Gustavo Velarde Tritschler

Bolichistas de corazón

El 18 de marzo de 1980 la familia Bozikian Castañeda, conocida por el negocio de vinaterías, inauguró el Bolerama Mexicano Armenio, que fue punta de lanza en el ramo de los boliches en Puebla. Se ubicaba en la 2 Sur y Bulevar Valsequillo.

“Mi papá se dedicó al negocio de vinos y licores desde los años cuarenta. De ahí salió el bolerama. El bolichista era mi hermano Jaime, que en paz descanse, y él quería ver negocio. Se hicieron estudios socioeconómicos y resultó que sí era posible”, explica Gregorio Bozikian.

“Pusimos un boliche con 30 mesas completamente automatizadas de la marca Brunswick. Fuimos el primer boliche en América Latina con pistas sintéticas (eran de madera con una cubierta), con una resistencia de ocho toneladas por centímetro cuadrado de impacto. Por más que azotaras la pelota, no pasaba nada”, advierte.

El bolerama recibió ese nombre en honor a su padre, José Bozikian Zarukian, quien era de origen armenio.

“Mi hermano Jaime era el de relaciones públicas y yo era el encargado de la operación técnica, tenía que ver que todo funcionara correctamente. Hacíamos muy buena pareja. En ese tiempo éramos el centro de la sociedad”, asegura.

El tiro inaugural del Bolerama Mexicano Armenio corrió a cargo de Xavier Zaragoza, Secretario del Ayuntamiento de Puebla en representación del Gobernador| Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Bolos que traspasan fronteras

El Bolerama Armenio está registrado en los anales de la Federación Mexicana de Boliche. Durante el tiempo que se mantuvo abierto organizaron 23 torneos nacionales de diferentes categorías y 12 torneos internacionales, además de los torneos locales que se hacían con 32 empresas como Volkswagen e Hylsa. Incluso, realizaron torneos estatales para elegir jugadores y hacer equipos que participaran en los campeonatos nacionales.

Bozikian refiere que los torneos generaban una derrama económica importante porque traían un promedio de 600 jugadores a la semana, que solo de hoteles representaban una ocupación de 700 habitaciones diarias. Para estos torneos mucho tiempo trabajaron en sinergia con el Bol Puebla, que también se beneficiaba económicamente como sede.

“Ningún deporte y menos bajo techo lo ha podido hacer. Vinieron jugadores muy pesados como Celia Flores y Poncho Rodríguez, que fueron campeones mundiales de boliche. Hubo jugadores poblanos muy importantes, como Joaquín Vallejo, Luis Flores, el ‘gallo’ Núñez, Queta Berra, mi hija Michel, que fue campeona nacional, y mi hermano Jaime”, señala.

Gregorio y Jaime Bozikian el día de la inauguración del Bolerama Mexicano Armenio con Juan Guerrero León de casa Osborne | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

20 años de servicio

El Bolerama Armenio operaba 24 horas al día, con tres turnos, el tercero era para mantenimiento. El servicio al público era de 9 de la mañana a la una de la madrugada.

En las mañanas iban muchos estudiantes que se iban de pinta. “Éramos el salón B de las escuelas”, declara Gregorio entre risas, y agrega que en el bolerama había mucha seguridad. Podías dejar a tus hijos e irte sin ningún problema.

“En los años noventa hice torneos de boliche para invidentes, minusválidos y sordomudos. Se les explicaba dónde estaba la pista, la línea de faul, cómo se tenían que acomodar para tirar y ¡hacían chuzas!, la gente se sorprendía”, relata.

“Le dábamos trabajo a 33 familias. Lo cerramos porque habíamos llegado al tope. Fueron 20 años de servicio y había que hacer remodelaciones, modernizarlo y costaba mucho dinero. Para recuperar esa inversión hubiéramos necesitado otros 10 años más. Ya no era rentable volver a meterle dinero”, finaliza.

El Bolerama Mexicano Armenio cerró sus puertas a los poblanos en el año 2000. Casi de inmediato, en 2001, se inauguró el Boliche NoriaPro, que sigue brindando servicio.

Este sitio se localiza en la calle 45 Poniente 1937 en la ex Hacienda La Noria (junto a la pista de hielo). Está abierto los 365 días del año. Cuenta con 36 pistas y tiene capacidad para 350 personas. Aquí se juegan torneos locales y nacionales.

Otra opción para jugar bolos y billar al sur de la ciudad está en Plaza Solesta en Lomas de Angelópolis. Se llama Alboa y su horario es de lunes a jueves de 14:00 a 23:00 horas. Viernes y sábado de 14:00 a 24:00 horas. Domingo de 12:00 a 22:00 horas.

Si vives al nororiente, lánzate a Parque Puebla. En el segundo piso está ¡Recórcholis! Que ofrece horario de lunes a domingo de 13:00 a 21:00 horas.

Hombres trabajando en la construcción del Bolerama Mexicano Armenio | Foto: Cortesía Gregorio Bozikian Castañeda

El juego de los bolos fue la primera práctica en Puebla en la que se empleó el cuerpo como ejercicio, lo que innovó el divertimiento de los poblanos que durante 300 años se distraían jugando naipes o dados.

El registro más antiguo que se tiene de la práctica de los bolos en la ciudad data de 1796, cuando se jugaba al aire libre y se desconocían las reglas del juego, lo que comenzó a causar disputas entre los practicantes. Fue hasta 1808 que entró en vigor el reglamento de boliche dictado por una junta nombrada por el virrey.

Todo el siglo XIX tuvo relevancia y para 1952 se inauguró la primera sala de boliche con mesas profesionales en el corazón de la ciudad. El juego había renacido.


Acercamiento del plano topográfico de la ciudad de Puebla de Atenógenes N. Carrasco de 1902 | Foto: Colección Gustavo Velarde Tritschler

Los primeros registros

El primer antecedente que se tiene del juego de bolos en la Angelópolis data de finales del siglo XVIII y lo menciona Hugo Leicht en su libro “Las calles de Puebla”. Aparece en el plano de las Ordenanzas de Flon de 1796 marcado como la Casa de las Bochas (bolas de madera), ubicada en el edificio localizado al poniente de la Capilla de Dolores.

Leicht refiere que en los planos de 1823 (siglo XIX) aparece la Calle de las Bochas (8 Norte). Estaba inmediata a la antigua Plazuela de los Carros (hoy conocida como plazuela Carmen Serdán, entre las calles 10 y 12 Oriente, atrás de la capilla) y es la que pasa a un costado del Teatro Principal. Para 1832 la plazuela se comenzó a citar como Plazuela del Boliche, al oriente, y Plazuela de San Francisco, al poniente.

El investigador Gustavo Velarde Tritschler comenta que no se sabe si en la Casa de la Bochas se jugaba boliche, se guardaban los aditamentos del juego o se fabricaban. Pero deduce que la plazuela recibió ese nombre porque era donde se jugaba. Refiere que en España los bolos se jugaban al aire libre y los españoles fueron los que lo introdujeron a México.

“Qué importantes fueron los bolos que, en todos los planos del siglo XIX, que son muchos, se llamaba Plazuela del Boliche”, enfatiza.

El boliche fue la primera práctica en Puebla en la que se empleó el cuerpo como ejercicio, dice el entrevistado, y agrega que antiguamente los poblanos desgastaban su energía con su propio trabajo. Fueron tres siglos de este estilo de vida y se conoce como un período en el que la gente se aburría mucho. El único divertimento pasivo eran los naipes, los gallos, el teatro y el toreo.

“Además de los datos que Hugo Leicht menciona en su libro, el profesor Enrique Cordero y Torres añade que cuando se implantó el juego en Puebla se desconocían las reglas. Había pleitos cuando los poblanos lo practicaban y existen reportes policiacos de las disputas. Para evitar eso, el intendente Manuel Flon (máxima autoridad en la ciudad) puso en vigor el reglamento de boliche, que dictó una junta nombrada por el virrey en 1808”, detalla.

“Cordero y Torres también refirió que en los censos del Archivo Municipal de 1833 está consignada una propiedad para el juego de pelota en Avenida Reforma 1100. Estaba frente a la iglesia de Guadalupe, en el Paseo Bravo. Ahí se jugaron los bolos porque era una práctica al aire libre”, señala.

Pero el juego de pelota también se practicó en la primera Calle de la Luz (Avenida 2 Oriente y 12 Norte), porque en los barrios indígenas también llegó a haber habitantes españoles.

Autoridades presentes el día de la inauguración del Club Ibero Mexicano de boliche en 1952 | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

La nueva era de los bolos

Con el tiempo se perdió un poco la práctica del juego de bolos en Puebla y para 1952 unos empresarios poblanos inauguraron una sala de boliche en el corazón de la ciudad. El juego estaba renaciendo con nuevas reglas porque en 1950 se fundó en México la Federación Mexicana de Boliche.


“Estaba sobre la 2 Sur (504), donde hoy está el Hotel Leones. El viernes 25 de julio de 1952 el Club Ibero Mexicano lo inauguró en presencia de distinguidas personalidades del ámbito social y deportivo de la ciudad. El boliche tenía diez pistas automatizadas de la marca Brunswick, cuatro en la planta baja y seis arriba. Ellos hicieron un llamado a la mujer poblana para practicar este deporte”, comenta.

La idea del boliche fue de los señores Amador Díaz Rubín, Pedro de la Torre, José Luis Ramírez y Bernardo Rivero, quienes pensaron que Puebla tendría que tener un boliche de categoría. El horario de servicio era de 10 de la mañana a 12 de la noche.

También había dos mesas de boliche en el Centro Cultural del Instituto Oriente. El investigador refiere que estaba en la privada Nayarit, entre la 13 y la 11 Oriente, atrás de la Arena Puebla. Eran totalmente mecánicas, es decir, había niños a los que se les tenía que pagar para que pusieran los pinos.

En 1954 Guillermo Jenkins fundó el Alpha 1, donde se instalaron dos mesas de boliche que eran solo para los socios del club. En 1962 se hizo lo mismo cuando inauguraron el Alpha 2.

“Después vino el Bol Puebla, que estaba en la 16 de Septiembre y 41 Oriente. Yo estudié en el Instituto Mexicano Madero (17 Poniente y 5 Sur) y a veces me iba de pinta con amigos a jugar. Teníamos que pagar una línea entre varios porque era caro. Siempre había mucha gente jugando y a veces no había zapatos de tu número. Recuerdo que eran color crema con rojo y estaban bien desgastados”, puntualiza el investigador.

Integrantes del equipo Puebla de Boliche que compitió contra equipos de otros estados el día de la inauguración de la sala de bolos en el centro histórico en 1952 | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

El esplendor del boliche

El Bol Puebla se estableció en la década de los sesenta en la 16 de Septiembre 3912. Lo iniciaron Boris Margolin y su esposa Reina Schabes.

“La comunidad judía en Puebla era muy pequeña y todos nos conocíamos. Tengo entendido que Boris y su esposa estaban viviendo una crisis financiera. Por tal motivo mi papá, Max Poltolarek y Emilio Finkelberg se asociaron con el propósito de ayudarlos y compraron la operación del boliche”, expone Aarón Poltolarek, hijo de Max, quien lo administró ocho años.


El local tenía 20 mesas y toda la maquinaria era de Industrias AMF. El administrador era un señor de apellidos Rábago Cernicchiaro. Como aficionado al boliche Aarón comenzó a acudir para jugar con sus amigos. Socializaba tanto que la gente lo comenzó a identificar.

“Estaba en la escuela y estudiaba en el Colegio Americano. En vacaciones me jalaba a un par de amigos y nos íbamos a jugar. Empecé a frecuentar el boliche más y más. Medio me hice amigo del gerente que se dio cuenta que la gente me reconocía y comenzó a sentir celos. De repente presentó su renuncia a los socios”, señala.

Cuando el señor Rábago presentó su renuncia, Aarón supone que su padre estaba un poco nervioso, entonces le dijo: “Mira, si me tienes confianza yo me encargo. No tengo la experiencia ni los años, pero yo me hago cargo. Y así fue, me aventé ocho años, de 1976 a 1984”, agrega.

Un aspecto de personas jugando bolos en el Bol Puebla en 1962 | Foto: Colección Gustavo Velarde Tritschler

Fomenta la socialización

El horario del bol era de 9 de la mañana a 9 de la noche todos los días. Organizaban torneos para la gente de Puebla y por las noches, cada día de la semana, había uno diferente. Por ejemplo, el lunes había torneo de parejas. Esas parejas jugaban por separado, ellas los martes en la mañana y ellos los martes por la noche y los sábados.

“Los martes en la mañana las señoras se juntaban a practicar el deporte y aprovechaban para tomarse un cafecito. En la noche jugaban los esposos de esas señoras. Algunos de ellos eran Manolo y Luis Núñez, los dos doctores González y el doctor Altieri. Yo me sentaba con ellos para anotarles en la hoja, eran varios señores muy simpáticos. También teníamos torneos empresariales como el de Hylsa y el de Volkswagen, por eso conocí a varios dirigentes con quienes todavía tengo amistad”, comenta.

En 1981 el Bol Puebla fue remodelado y reinaugurado. Era miembro de la Asociación Poblana de Boliche que dirigía Jaime Bozikian, que después abrió su bolerama.

El Bol Puebla apareció en la portada de esta revista bimestral | Foto: Cortesía Luz del Carmen Brito

Se traspasa el negocio

En el Bol Puebla había artículos deportivos para comprar, pero lo que más se vendían eran bolas porque los hoyos tienen que hacerse a la medida de la persona para que se pueda tomar bien la pelota y tirar. Para ello contaban con una máquina y dos personas capacitadas que se encargaban del trabajo.


También tenía restaurante, se vendía comida típica poblana como mole y chalupas, además de pozole, milanesas y otras exquisiteces. Lo más vendido eran los refrescos y la cerveza, sobre todo el día que había torneo de Volkswagen. Arturo García era un mesero muy conocido al que llamaban Kalimán.

“En 1981 u 82 se dio la huelga en la Universidad de las Américas. Una de mis hermanas iba a estudiar ahí, pero pasaban los meses y seguía. Entonces mis dos hermanas y mi mamá decidieron que nos iríamos a vivir a la ciudad de México”, señala.

“Por la necesidad de emigrar mi papá empezó a buscar a quien traspasarle el negocio. Industrias AMF lo compró y lo volvió a remodelar. Desconozco cuánto tiempo funcionó. Yo me fui a la ciudad de México en 1984, la familia ya estaba allá. Mi experiencia durante esos años me sirvió para madurar, para hacerme responsable, pero, sobre todo, hice muy buenos amigos que hasta la fecha conservo”, concluye Aarón.

El boliche del Club Alpha 2 en el año 1962 | Foto: Colección Gustavo Velarde Tritschler

Bolichistas de corazón

El 18 de marzo de 1980 la familia Bozikian Castañeda, conocida por el negocio de vinaterías, inauguró el Bolerama Mexicano Armenio, que fue punta de lanza en el ramo de los boliches en Puebla. Se ubicaba en la 2 Sur y Bulevar Valsequillo.

“Mi papá se dedicó al negocio de vinos y licores desde los años cuarenta. De ahí salió el bolerama. El bolichista era mi hermano Jaime, que en paz descanse, y él quería ver negocio. Se hicieron estudios socioeconómicos y resultó que sí era posible”, explica Gregorio Bozikian.

“Pusimos un boliche con 30 mesas completamente automatizadas de la marca Brunswick. Fuimos el primer boliche en América Latina con pistas sintéticas (eran de madera con una cubierta), con una resistencia de ocho toneladas por centímetro cuadrado de impacto. Por más que azotaras la pelota, no pasaba nada”, advierte.

El bolerama recibió ese nombre en honor a su padre, José Bozikian Zarukian, quien era de origen armenio.

“Mi hermano Jaime era el de relaciones públicas y yo era el encargado de la operación técnica, tenía que ver que todo funcionara correctamente. Hacíamos muy buena pareja. En ese tiempo éramos el centro de la sociedad”, asegura.

El tiro inaugural del Bolerama Mexicano Armenio corrió a cargo de Xavier Zaragoza, Secretario del Ayuntamiento de Puebla en representación del Gobernador| Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Bolos que traspasan fronteras

El Bolerama Armenio está registrado en los anales de la Federación Mexicana de Boliche. Durante el tiempo que se mantuvo abierto organizaron 23 torneos nacionales de diferentes categorías y 12 torneos internacionales, además de los torneos locales que se hacían con 32 empresas como Volkswagen e Hylsa. Incluso, realizaron torneos estatales para elegir jugadores y hacer equipos que participaran en los campeonatos nacionales.

Bozikian refiere que los torneos generaban una derrama económica importante porque traían un promedio de 600 jugadores a la semana, que solo de hoteles representaban una ocupación de 700 habitaciones diarias. Para estos torneos mucho tiempo trabajaron en sinergia con el Bol Puebla, que también se beneficiaba económicamente como sede.

“Ningún deporte y menos bajo techo lo ha podido hacer. Vinieron jugadores muy pesados como Celia Flores y Poncho Rodríguez, que fueron campeones mundiales de boliche. Hubo jugadores poblanos muy importantes, como Joaquín Vallejo, Luis Flores, el ‘gallo’ Núñez, Queta Berra, mi hija Michel, que fue campeona nacional, y mi hermano Jaime”, señala.

Gregorio y Jaime Bozikian el día de la inauguración del Bolerama Mexicano Armenio con Juan Guerrero León de casa Osborne | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

20 años de servicio

El Bolerama Armenio operaba 24 horas al día, con tres turnos, el tercero era para mantenimiento. El servicio al público era de 9 de la mañana a la una de la madrugada.

En las mañanas iban muchos estudiantes que se iban de pinta. “Éramos el salón B de las escuelas”, declara Gregorio entre risas, y agrega que en el bolerama había mucha seguridad. Podías dejar a tus hijos e irte sin ningún problema.

“En los años noventa hice torneos de boliche para invidentes, minusválidos y sordomudos. Se les explicaba dónde estaba la pista, la línea de faul, cómo se tenían que acomodar para tirar y ¡hacían chuzas!, la gente se sorprendía”, relata.

“Le dábamos trabajo a 33 familias. Lo cerramos porque habíamos llegado al tope. Fueron 20 años de servicio y había que hacer remodelaciones, modernizarlo y costaba mucho dinero. Para recuperar esa inversión hubiéramos necesitado otros 10 años más. Ya no era rentable volver a meterle dinero”, finaliza.

El Bolerama Mexicano Armenio cerró sus puertas a los poblanos en el año 2000. Casi de inmediato, en 2001, se inauguró el Boliche NoriaPro, que sigue brindando servicio.

Este sitio se localiza en la calle 45 Poniente 1937 en la ex Hacienda La Noria (junto a la pista de hielo). Está abierto los 365 días del año. Cuenta con 36 pistas y tiene capacidad para 350 personas. Aquí se juegan torneos locales y nacionales.

Otra opción para jugar bolos y billar al sur de la ciudad está en Plaza Solesta en Lomas de Angelópolis. Se llama Alboa y su horario es de lunes a jueves de 14:00 a 23:00 horas. Viernes y sábado de 14:00 a 24:00 horas. Domingo de 12:00 a 22:00 horas.

Si vives al nororiente, lánzate a Parque Puebla. En el segundo piso está ¡Recórcholis! Que ofrece horario de lunes a domingo de 13:00 a 21:00 horas.

Hombres trabajando en la construcción del Bolerama Mexicano Armenio | Foto: Cortesía Gregorio Bozikian Castañeda

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