/ sábado 8 de mayo de 2021

El Sol de Puebla cumple 77 años y estos son los personajes que formaron esta casa editorial | Los tiempos idos

Se convirtió en el periódico más importante del estado y la región, consolidándose como un medio de información útil para los poblanos

EL SOL DE PUEBLA ha dado cuenta de la historia desde que nació, el 5 de Mayo de 1944. Se convirtió en el periódico más importante del estado y la región, consolidándose como un medio de información útil en la vida de los poblanos.

Durante 77 años, El Sol de Puebla ha acompañado a varias generaciones de lectores que se han informado en sus páginas de los acontecimientos de mayor relevancia a nivel local, nacional e internacional.

Personalidades de todos los ámbitos han circulado por sus pasillos, pero lo que le ha dado vida al periódico son sus colaboradores y trabajadores que han forjado aquí la historia de su vida, y cuyo esfuerzo y dedicación se han visto favorecidos con la preferencia de los lectores y hoy en día seguidores de sus redes sociales, que son la razón de ser del diario.

EL TIEMPO EMPIEZA A CORRER

Fernando García Limón relata que cuando era pequeño todos los días pasaba por “El Sol”, cuando el taller y las oficinas estaban ubicados en avenida Reforma 325. Él se iba caminado junto con su papá y hermanos, desde su casa en la 3 poniente 715 al negocio que tenían en la 8 poniente 106, del lado donde estaba la entrada de las nieves en el Mercado La Victoria.

“Abrían la cortina metálica y ahí estaba la prensa que se veía en funcionamiento, era muy atractivo ver como pasaban las primeras planas y se iba haciendo todas las demás hasta que estaba listo para su venta. Llegaban los voceadores y todos salían con su periódico para repartirlo”, expone.

Asegura que en esa época era el único periódico que informaba a la población y años después, él colaboró con el diario con la columna “El club de automóviles antiguos”, publicada todos los lunes en la sección de deportes cuyo editor era Enrique Montero Ponce.

Portada de la primera edición de “El Sol” publicada el 5 de mayo de 1944 / Foto: Archivo El Sol de Puebla

UN OFICIO DE ENTREGA

“Yo entré a trabajar en 1960 como ayudante de linotipos, tenía 14 años y mi salario era de 5 pesotes. Me fui desarrollando y a los 17 años ya era linotipista”, narra Eduardo Burgos Saavedra, quien trabajó en el diario durante 48 años por lo que fue testigo de la modernización en los procesos.

“Cuando yo entré teníamos muy buenos linotipistas, me atrevo a asegurar que eran los mejores de la República, rápidos y limpios en ortografía. Los exámenes para entrar eran muy duros, cuando yo lo hice me mandaron llamar y me preguntaron dónde había aprendido porque no tuve errores, ese fue el ‘ábrete sésamo’ y ahí me quedé”, añade.

Recuerda que para trabajar con linotipos lo más importante era la redacción y para prensas se necesitaba ser fuerte y valiente porque el trabajo en las rotativas era muy pesado; los prensistas cargaban páginas completas hechas en planchas de plomo.

“El patrón nos visitaba una vez al año y a veces llegaba con el presidente de la República en turno, entraban al taller junto con su comitiva y nos presentaban. Conocí a Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y López Portillo”, asegura.

Manuel Ávila Camacho, entonces Presidente de la República, acciona la palanca que puso en movimiento la prensa “Duplex”, con la que comenzó a imprimir este periódico | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Burgos dice que Puebla estaba considerada como academia de las artes gráficas y a algunos compañeros los mandaban a periódicos de otros estados, como a él, que lo enviaron a Toluca un año. “Ahí alcancé independencia porque además de mi salario, me pagaban hospedaje, comida y cada semana me regalaban una muda de ropa. Empecé a ganar mil pesos mensuales que para mí era un dineral”, subraya.

La modernización del periódico lo acomodó en Corrección y con nostalgia recuerda: “EL SOL DE PUEBLA fue todo para mí, me dio cierta personalidad trabajar ahí. Fue mi único trabajo y no fue mi segunda casa, fue mi casa porque ahí trabajaba, comía, dormía, me bañada y ahí me enamoré de mi esposa, Ernestina López Palacios, que era secretaria, y hoy tenemos dos hijos”.

PERIODISMO RESPONSABLE

“EL SOL DE PUEBLA ha sido pieza importante en la vida de Puebla, nos hemos mantenido informados y siempre ha difundido el talento de los poblanos. Cuando yo empecé mi labor artística dentro de la plástica conocí a Alfonso Neri Castaneira, que era el director, después otras personas dirigieron el periódico, pero siempre hemos tenido su respaldo”, expone Aurelio Leonor.

Recuerda que en la década de los 90 del siglo pasado el diario contaba con una sala de exposiciones en la que cada mes se inauguraba una muestra plástica. También había una sección de cultura muy importante en la que recuerda a María Luisa Sotres de Rodríguez, Margarita Carrasco, Alicia Óseo y José Luis Zárate.

Así lucía la cortina del taller en avenida Reforma, que se abría y permitía observar la producción del diario de 1944 a 1949 | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

María Luisa Sotres de Rodríguez trabajó en EL SOL DE PUEBLA 23 años, de 1962 a 1985. Dice que fue de manera accidental porque ella solo pensaba colaborar con un escrito semanal y por eso fue a ver al director de entonces, que era Mario Novoa. Éste la mandó con René Cervantes, que era encargado de la sección “Barrios y Colonias”, que fue en la primera en que trabajó. Obtuvo planta de redactora B y se quedó en el periódico.

Ella pasó por diferentes secciones del periódico, además de la ya mencionada, escribió en Local, fue correctora de estilo y colaboró con Humberto Ferniza, en Sociales. Recuerda que Ferniza salió del diario (luego regresó) y se quedó al frente Álvaro Soriano y Bueno, pero renunció pronto y se quedó ella.

Dice que en una época quiso cambiar el enfoque de la sección y empezó a dar ese servicio a personas que jamás se hubieran publicado porque era gente del pueblo. Cierto día, el compañero Guillermo Ramírez, un linotipista muy bueno en su trabajo, llegó y le dijo “mira güera, quiero que pongas esta información de dos niñitas, entonces le dije ‘bueno dime sus nombres y les hago una nota’, me dijo ‘no, nada más pones este pie de grabado’, mismo que él me dictó: fulanita y perenganita partiendo un gigantesco pastel en el día más feliz de su vida, su primera comunión”.

“Ante su insistencia lo pasé así y él publicó la noticia, pero se comió la letra ´t´ en la palabra partiendo, y se publicó: fulanita y perenganita ´pariendo´ un gigantesco pastel en el día más feliz de su vida, su primera comunión. Un error insignificante lo cambia todo”, enfatiza.

Antiguo taller en el que los trabajadores perfeccionaron el uso de los linotipos | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

“El oficio de periodista es extenso y delicado (…) es una vocación que debe manejarse con la responsabilidad que requiere difundir una noticia para que, cuando circule en el pueblo, donde se difunda, sea útil para su beneficio no para su perjuicio, útil para su información no para su desinformación. Ese es el periodismo al que yo creo haber servido”, destaca.

Gracias al periodismo entendemos lo que pasa y acontece en la vida económica, social, política y todos los sucesos relevantes que han marcado nuestra historia.

HEREDEROS DE OFICIOS

EL SOL DE PUEBLA ha sido aula de capacitación de generaciones de periodistas y técnicos editoriales, estos últimos en su mayoría herederos del oficio por parte de padre.

“Mi papá trabajó en El Sol 38 años y a mí me dieron oportunidad de entrar en 1983 como office boy. A los seis meses me pasaron al taller como corrector de notas y después al área de formación donde estuve seis años. Finalmente me pasaron a fotomecánica y más adelante me nombraron jefe del área, sigue siéndolo cuando cambiamos al proceso digital de CTP (directo a lámina)”, recuerda Ángel Espinoza Flores, actual secretario del sindicato de trabajadores del periódico.

Rubén Villegas Cordero, diseñador, comenta que su papá entró a trabajar a El Sol cuando estaba en Reforma, dice que era formador y en esa época les llamaban ´cajistas´. Su papá dejó Puebla para irse a trabajar a otro periódico en la Ciudad de México, pero cuando era pequeño siempre lo llevaba y entonces conoció a los maestros. A los 16 años (1989) fue a pedir trabajo y le dieron la oportunidad como office boy, y al año lo pasaron como auxiliar de formación.

Fachada del edificio de avenida Reforma 325 en el que “El Sol” inició sus labores hace 77 años. En la foto se aprecia a un grupo de jugadores del Puebla, F.C. que visitaron las instalaciones | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

“Para mi trabajar en EL SOL DE PUEBLA fue una oportunidad de trabajo y superación porque ahí me fui forjando, adquirí muchos conocimientos al participar en varias áreas. Alguien que me enseñó mucho fue José Luis Crespo, jefe de redacción de La Voz de Puebla, que era el hermano de El Sol y se vendía por la tarde”, expone.

“Seguí siendo formador hasta que entro el sistema CTP (directo a lámina) y nos capacitaron, así fue como nos empezaron a llamar diseñadores editoriales, que es el puesto que desempeño actualmente”, concluye.

LA CASA DEL QUE MATÓ AL ANIMAL

José García Valseca fundó la editora en 1944 y el primer ejemplar de “El Sol” (llamado así hasta el año de 1953) fue impreso en una prensa Duplex que, junto con cuatro linotipos, varias cajas de tipos y 35 operarios eran los cimientos de la nueva publicación.

Cinco años después se adquirió el edificio que ocupaba el hotel Italia, que en su momento fue uno de los mejores y fue propiedad de Joseph Brachetti, desde 1920. Pero la casa ubicada en la 3 oriente 201 fue testigo del acontecer poblano desde la época colonial y en sus muros guarda historias que se han convertido en leyendas, incluso, aún existe una piedra grabada con el relato por el cual recibió el nombre de “La casa del que mató al animal”.

La arquitectura de la casa conservó su estilo colonial, tanto en su exterior como interior, pero fue acondicionada con más y mejor equipo, así se instaló la primera rotativa Gross de cuatro pisos que funcionó en Puebla.

José García Valseca con Adolfo López Mateos quien hizo una visita de cortesía a esta casa editorial el 12 de mayo de 1958 | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Después se adquirieron las casas contiguas, los número 203 y 205, y se instalaron nuevos equipos y oficinas para satisfacer las necesidades de expansión.

La automatización se logró en la década de los sesenta cuando se volvió a dar una transformación para contar con el más moderno equipo de offset. También se instalaron los laboratorios de fotomecánica, fotolito y fotográfico, así como el departamento de telex-carrier para recibir toda clase de información.

En 1973, este periódico pasó a formar parte de la recién formada Organización Editorial Mexicana (OEM), que gracias al empeño y experiencia de don Mario Vázquez Raña (QEPD) se convirtió en el órgano periodístico más importante de América Latina.

A inicios del siglo 21, EL SOL DE PUEBLA adquirió lo último en tecnología desarrollada para la industria de las artes gráficas con el objetivo de mejorar la calidad de reproducción de la imagen y sus tiempos mediante el CTP; de esta manera se inició en la era digital.

Durante la inauguración del edificio de El Sol de Puebla en 1950 los periodistas Carlos Morgan, Enrique Montero Ponce, Eladio Alvarado y Alfonso Neri Castaneira | Foto: Libro memoria gráfica de la Puebla de dos décadas: 1940-1950

En siete décadas y casi dos lustros, el diario ha sabido mantener su liderazgo renovándose dentro de una sociedad más demandante en la que las tecnologías de la información revolucionaron la forma de dar las noticias. Hoy no solo da cuenta del acontecer cotidiano a través de su diario impreso, también mediante su sitio web e informando en redes sociales en tiempo real, a todo el mundo.

EL SOL DE PUEBLA ha dado cuenta de la historia desde que nació, el 5 de Mayo de 1944. Se convirtió en el periódico más importante del estado y la región, consolidándose como un medio de información útil en la vida de los poblanos.

Durante 77 años, El Sol de Puebla ha acompañado a varias generaciones de lectores que se han informado en sus páginas de los acontecimientos de mayor relevancia a nivel local, nacional e internacional.

Personalidades de todos los ámbitos han circulado por sus pasillos, pero lo que le ha dado vida al periódico son sus colaboradores y trabajadores que han forjado aquí la historia de su vida, y cuyo esfuerzo y dedicación se han visto favorecidos con la preferencia de los lectores y hoy en día seguidores de sus redes sociales, que son la razón de ser del diario.

EL TIEMPO EMPIEZA A CORRER

Fernando García Limón relata que cuando era pequeño todos los días pasaba por “El Sol”, cuando el taller y las oficinas estaban ubicados en avenida Reforma 325. Él se iba caminado junto con su papá y hermanos, desde su casa en la 3 poniente 715 al negocio que tenían en la 8 poniente 106, del lado donde estaba la entrada de las nieves en el Mercado La Victoria.

“Abrían la cortina metálica y ahí estaba la prensa que se veía en funcionamiento, era muy atractivo ver como pasaban las primeras planas y se iba haciendo todas las demás hasta que estaba listo para su venta. Llegaban los voceadores y todos salían con su periódico para repartirlo”, expone.

Asegura que en esa época era el único periódico que informaba a la población y años después, él colaboró con el diario con la columna “El club de automóviles antiguos”, publicada todos los lunes en la sección de deportes cuyo editor era Enrique Montero Ponce.

Portada de la primera edición de “El Sol” publicada el 5 de mayo de 1944 / Foto: Archivo El Sol de Puebla

UN OFICIO DE ENTREGA

“Yo entré a trabajar en 1960 como ayudante de linotipos, tenía 14 años y mi salario era de 5 pesotes. Me fui desarrollando y a los 17 años ya era linotipista”, narra Eduardo Burgos Saavedra, quien trabajó en el diario durante 48 años por lo que fue testigo de la modernización en los procesos.

“Cuando yo entré teníamos muy buenos linotipistas, me atrevo a asegurar que eran los mejores de la República, rápidos y limpios en ortografía. Los exámenes para entrar eran muy duros, cuando yo lo hice me mandaron llamar y me preguntaron dónde había aprendido porque no tuve errores, ese fue el ‘ábrete sésamo’ y ahí me quedé”, añade.

Recuerda que para trabajar con linotipos lo más importante era la redacción y para prensas se necesitaba ser fuerte y valiente porque el trabajo en las rotativas era muy pesado; los prensistas cargaban páginas completas hechas en planchas de plomo.

“El patrón nos visitaba una vez al año y a veces llegaba con el presidente de la República en turno, entraban al taller junto con su comitiva y nos presentaban. Conocí a Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y López Portillo”, asegura.

Manuel Ávila Camacho, entonces Presidente de la República, acciona la palanca que puso en movimiento la prensa “Duplex”, con la que comenzó a imprimir este periódico | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Burgos dice que Puebla estaba considerada como academia de las artes gráficas y a algunos compañeros los mandaban a periódicos de otros estados, como a él, que lo enviaron a Toluca un año. “Ahí alcancé independencia porque además de mi salario, me pagaban hospedaje, comida y cada semana me regalaban una muda de ropa. Empecé a ganar mil pesos mensuales que para mí era un dineral”, subraya.

La modernización del periódico lo acomodó en Corrección y con nostalgia recuerda: “EL SOL DE PUEBLA fue todo para mí, me dio cierta personalidad trabajar ahí. Fue mi único trabajo y no fue mi segunda casa, fue mi casa porque ahí trabajaba, comía, dormía, me bañada y ahí me enamoré de mi esposa, Ernestina López Palacios, que era secretaria, y hoy tenemos dos hijos”.

PERIODISMO RESPONSABLE

“EL SOL DE PUEBLA ha sido pieza importante en la vida de Puebla, nos hemos mantenido informados y siempre ha difundido el talento de los poblanos. Cuando yo empecé mi labor artística dentro de la plástica conocí a Alfonso Neri Castaneira, que era el director, después otras personas dirigieron el periódico, pero siempre hemos tenido su respaldo”, expone Aurelio Leonor.

Recuerda que en la década de los 90 del siglo pasado el diario contaba con una sala de exposiciones en la que cada mes se inauguraba una muestra plástica. También había una sección de cultura muy importante en la que recuerda a María Luisa Sotres de Rodríguez, Margarita Carrasco, Alicia Óseo y José Luis Zárate.

Así lucía la cortina del taller en avenida Reforma, que se abría y permitía observar la producción del diario de 1944 a 1949 | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

María Luisa Sotres de Rodríguez trabajó en EL SOL DE PUEBLA 23 años, de 1962 a 1985. Dice que fue de manera accidental porque ella solo pensaba colaborar con un escrito semanal y por eso fue a ver al director de entonces, que era Mario Novoa. Éste la mandó con René Cervantes, que era encargado de la sección “Barrios y Colonias”, que fue en la primera en que trabajó. Obtuvo planta de redactora B y se quedó en el periódico.

Ella pasó por diferentes secciones del periódico, además de la ya mencionada, escribió en Local, fue correctora de estilo y colaboró con Humberto Ferniza, en Sociales. Recuerda que Ferniza salió del diario (luego regresó) y se quedó al frente Álvaro Soriano y Bueno, pero renunció pronto y se quedó ella.

Dice que en una época quiso cambiar el enfoque de la sección y empezó a dar ese servicio a personas que jamás se hubieran publicado porque era gente del pueblo. Cierto día, el compañero Guillermo Ramírez, un linotipista muy bueno en su trabajo, llegó y le dijo “mira güera, quiero que pongas esta información de dos niñitas, entonces le dije ‘bueno dime sus nombres y les hago una nota’, me dijo ‘no, nada más pones este pie de grabado’, mismo que él me dictó: fulanita y perenganita partiendo un gigantesco pastel en el día más feliz de su vida, su primera comunión”.

“Ante su insistencia lo pasé así y él publicó la noticia, pero se comió la letra ´t´ en la palabra partiendo, y se publicó: fulanita y perenganita ´pariendo´ un gigantesco pastel en el día más feliz de su vida, su primera comunión. Un error insignificante lo cambia todo”, enfatiza.

Antiguo taller en el que los trabajadores perfeccionaron el uso de los linotipos | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

“El oficio de periodista es extenso y delicado (…) es una vocación que debe manejarse con la responsabilidad que requiere difundir una noticia para que, cuando circule en el pueblo, donde se difunda, sea útil para su beneficio no para su perjuicio, útil para su información no para su desinformación. Ese es el periodismo al que yo creo haber servido”, destaca.

Gracias al periodismo entendemos lo que pasa y acontece en la vida económica, social, política y todos los sucesos relevantes que han marcado nuestra historia.

HEREDEROS DE OFICIOS

EL SOL DE PUEBLA ha sido aula de capacitación de generaciones de periodistas y técnicos editoriales, estos últimos en su mayoría herederos del oficio por parte de padre.

“Mi papá trabajó en El Sol 38 años y a mí me dieron oportunidad de entrar en 1983 como office boy. A los seis meses me pasaron al taller como corrector de notas y después al área de formación donde estuve seis años. Finalmente me pasaron a fotomecánica y más adelante me nombraron jefe del área, sigue siéndolo cuando cambiamos al proceso digital de CTP (directo a lámina)”, recuerda Ángel Espinoza Flores, actual secretario del sindicato de trabajadores del periódico.

Rubén Villegas Cordero, diseñador, comenta que su papá entró a trabajar a El Sol cuando estaba en Reforma, dice que era formador y en esa época les llamaban ´cajistas´. Su papá dejó Puebla para irse a trabajar a otro periódico en la Ciudad de México, pero cuando era pequeño siempre lo llevaba y entonces conoció a los maestros. A los 16 años (1989) fue a pedir trabajo y le dieron la oportunidad como office boy, y al año lo pasaron como auxiliar de formación.

Fachada del edificio de avenida Reforma 325 en el que “El Sol” inició sus labores hace 77 años. En la foto se aprecia a un grupo de jugadores del Puebla, F.C. que visitaron las instalaciones | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

“Para mi trabajar en EL SOL DE PUEBLA fue una oportunidad de trabajo y superación porque ahí me fui forjando, adquirí muchos conocimientos al participar en varias áreas. Alguien que me enseñó mucho fue José Luis Crespo, jefe de redacción de La Voz de Puebla, que era el hermano de El Sol y se vendía por la tarde”, expone.

“Seguí siendo formador hasta que entro el sistema CTP (directo a lámina) y nos capacitaron, así fue como nos empezaron a llamar diseñadores editoriales, que es el puesto que desempeño actualmente”, concluye.

LA CASA DEL QUE MATÓ AL ANIMAL

José García Valseca fundó la editora en 1944 y el primer ejemplar de “El Sol” (llamado así hasta el año de 1953) fue impreso en una prensa Duplex que, junto con cuatro linotipos, varias cajas de tipos y 35 operarios eran los cimientos de la nueva publicación.

Cinco años después se adquirió el edificio que ocupaba el hotel Italia, que en su momento fue uno de los mejores y fue propiedad de Joseph Brachetti, desde 1920. Pero la casa ubicada en la 3 oriente 201 fue testigo del acontecer poblano desde la época colonial y en sus muros guarda historias que se han convertido en leyendas, incluso, aún existe una piedra grabada con el relato por el cual recibió el nombre de “La casa del que mató al animal”.

La arquitectura de la casa conservó su estilo colonial, tanto en su exterior como interior, pero fue acondicionada con más y mejor equipo, así se instaló la primera rotativa Gross de cuatro pisos que funcionó en Puebla.

José García Valseca con Adolfo López Mateos quien hizo una visita de cortesía a esta casa editorial el 12 de mayo de 1958 | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Después se adquirieron las casas contiguas, los número 203 y 205, y se instalaron nuevos equipos y oficinas para satisfacer las necesidades de expansión.

La automatización se logró en la década de los sesenta cuando se volvió a dar una transformación para contar con el más moderno equipo de offset. También se instalaron los laboratorios de fotomecánica, fotolito y fotográfico, así como el departamento de telex-carrier para recibir toda clase de información.

En 1973, este periódico pasó a formar parte de la recién formada Organización Editorial Mexicana (OEM), que gracias al empeño y experiencia de don Mario Vázquez Raña (QEPD) se convirtió en el órgano periodístico más importante de América Latina.

A inicios del siglo 21, EL SOL DE PUEBLA adquirió lo último en tecnología desarrollada para la industria de las artes gráficas con el objetivo de mejorar la calidad de reproducción de la imagen y sus tiempos mediante el CTP; de esta manera se inició en la era digital.

Durante la inauguración del edificio de El Sol de Puebla en 1950 los periodistas Carlos Morgan, Enrique Montero Ponce, Eladio Alvarado y Alfonso Neri Castaneira | Foto: Libro memoria gráfica de la Puebla de dos décadas: 1940-1950

En siete décadas y casi dos lustros, el diario ha sabido mantener su liderazgo renovándose dentro de una sociedad más demandante en la que las tecnologías de la información revolucionaron la forma de dar las noticias. Hoy no solo da cuenta del acontecer cotidiano a través de su diario impreso, también mediante su sitio web e informando en redes sociales en tiempo real, a todo el mundo.

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