El pasado 11 de diciembre la UNESCO le otorgó a Puebla la declaratoria de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la fabricación artesanal de la Talavera y, este jueves, el estado recibió oficialmente el Certificado que avala dicho nombramiento.
En una ceremonia oficial que se llevó a cabo en la Secretaría de Relaciones Exteriores, el documento fue recibido por la secretaria de Cultura Federal, Alejandra Frausto Guerrero, y por el canciller, Marcelo Ebrard, mientras que en representación de Puebla estuvieron los secretarios de Turismo y Cultura, Fabiana Briseño Suárez y Julio Glockner Rossainz, quienes recibieron este reconocimiento de parte de Audrey Azoulay, directora general de la Unesco.
Durante su intervención, Frausto Guerrero instó a implementar planes de salvaguardia que garanticen la sostenibilidad de todo el proceso -desde la fabricación y la dotación a los talleres de los recursos necesarios para su funcionamiento, hasta su comercialización—, en beneficio de los portadores de esta tradición.
A la par hizo hincapié en la anexión del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart) a la Secretaría de Cultura, acción que da su lugar a las artesanías mexicanas como manifestaciones “sofisticadas y excelsas”, y no como productos de la marginalidad: “todas las técnicas artesanales son técnicas artísticas y en cada una de estas expresiones está volcado el corazón de sus hacedores”.
La talavera de Puebla y Tlaxcala dijo, se trata de expresiones que son herencia directa de aquella “Talavera de la Reina”, la cual llegó a través del Galeón de Manila en tiempos de la Colonia.
“Desde época prehispánica, México es un país moldeado en barro, así empezó un diálogo a través de la tierra, el agua y el fuego, que entró en plena concordancia con la tradición alfarera venida de España, de modo que el manejo de la talavera se dio forma muy natural y es lo que hoy se está reconociendo como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”, sostuvo Frausto Guerrero.
Esta declaratoria, aseguró, es una oportunidad para proteger prácticas vivas, expresiones y procesos de producción y, principalmente, los saberes tradicionales relacionados con la talavera, así como para erradicar las apropiaciones indebidas y desvirtuar de estos conocimientos.
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