El pasado martes 10 de mayo los locatarios del mercado de El Alto, que actualmente se encuentra en obras por remodelación, dieron a conocer el hallazgo de una fuente a través de sus redes sociales.
Los comerciantes hicieron la petición de que el vestigio fuera preservado y se colocara un cristal para que se pudiera observar. Pero la autoridad aseguró que esos vestigios eran solo pavimento de algunos años atrás, sin valor histórico.
En realidad, los vestigios descubiertos son de gran relevancia porque dan cuenta del sistema de abastecimiento de agua en esa zona de la ciudad durante los siglos XVII, XVIII y XIX.
Se registró el hallazgo de una fuente que fue tapada cuando se construyó el edificio del mercado de El Alto en 1930 y un canal para transporte de agua. De acuerdo con información del Instituto Nacional de Antropología e Historia, estos vestigios amplían el conocimiento sobre el desarrollo urbano y el uso del espacio público en la antigua Puebla de los Ángeles.
Esta es la historia de esa fuente conocida como “La Pilita” y el canal que transportaba el agua del cerro de Guadalupe hasta la plazuela del barrio de El Alto para proveer del líquido vital a los vecinos de la zona.
ABASTECIMIENTO DE AGUA
Antiguamente para tener agua potable las personas se abastecían en las fuentes, la trasladaban en cántaros y existía el gremio de los aguadores, que eran repartidores de agua, expone David Ramírez Huitrón, fundador de la página de Facebook Puebla Antigua.
“Los aguadores se ponían alrededor de las fuentes y esperaban que las señoras les hicieran señas, entonces llenaban los cántaros y les llevaban el agua a sus casas. El agua era para consumo, por eso se evitaba que los animales metieran sus hocico porque la contaminaban”, dice.
Los franciscanos tenían su propio manantial (estanque de los pescaditos) y compartían su agua con los vecinos del barrio de El Alto a través de una fuente que estaba adosada a una pared dentro del atrio de su convento que era enorme.
“Obviamente ellos no ocupaban toda esa agua, el excedente lo compartían con el barrio y para eso construyeron una fuente en el muro del convento que daba al atrio del otro lado del río; así que para abastecerse del líquido vital, los vecinos tenían que cruzar el puente. A finales del siglo XVI hubo un temblor y el manantial se secó”, asegura.
En el libro “Las calles de Puebla”, Hugo Leicht dice que en la zona había cinco manantiales. El que se secó era el de Agua Santa y el que siguió abasteciendo del líquido vital a los vecinos de El Alto fue el de Almoloya que pertenecía al ayuntamiento.
A principios del siglo XVII se reorganizó el suministro de agua en esa zona cuando se encontró un manantial al pie del Cerro de San Cristóbal (hoy Guadalupe) y se estableció ahí un nuevo caño para abastecer al barrio. “Muy probablemente el canal descubierto sea este porque coincide con la descripción que Hugo Leicht hace en su libro”, menciona el investigador.
'LA PILITA': LA FUENTE DE EL ALTO
“En 1726, se construyó una fuente en la plazuela de El Alto para que de ahí se abastecieran los vecinos, era conocida como: La Pilita, incluso la calle de atrás del mercado de El Alto aparece en Google Maps con ese nombre. El agua bajaba por un canal que transportaba el agua por la calle de Las Canalitas (hoy 16 Norte) y hacia su recorrido hasta la plazuela”, detalla.
Refiere que esa zona del cerro gozaba de bastante agua y llego a ser una de las mejor abastecidas de Puebla. En ese entonces el agua se medía por pajas y la paja era el diámetro del tubito por el que pasaba cierta cantidad de agua en determinado tiempo y quien pagaba tenía derecho al servicio.
La toma de agua de las casas era un hoyito por el que pasaba el líquido, comenta y agrega que, entonces empezaron a tener problemas porque para tener más agua hacían más grande el hoyo, los que estaban cerca del manantial se quedaban con toda y a los de abajo ya no les llegaba.
“De hecho hubo una época en la que dejaron seca La Pilita porque el agua se la quedaban los vecinos de la colina, de la parte de arriba del cerro. El ayuntamiento tenía que mandar a alguien constantemente a vigilar que no hicieran esto. Los que no tenían agua en su casa acudían a la fuente para abastecerse”, señala.
“El agua de las fuentes era para consumo por eso La Pilita fue construida con escalones para evitar que los animales de carga tomaran agua de ahí y la contaminaran. La fuente funcionó alrededor de 200 años, de 1726 a 1929”, advierte.
DE PLAZUELA A MERCADO MODERNO
Desde que se empezó a conformar el barrio de El Alto (Siglo XVI), se instalaba la plaza en torno al portalillo, a espaldas del convento de San Francisco, a un costado de la actual 14 Oriente (antiguo Camino Real a Veracruz), relata el investigador.
La plazuela del barrio de El Alto fue una de las más antiguas de la ciudad, se ubicada en el terreno donde ahora está el mercado. El día de plaza era por lo menos una vez a la semana, se vendían legumbres y hortalizas.
Fue hasta 1870 y 1872 (siglo XIX) que se construyeron unos tejabanes de madera en la plazuela del barrio de El Alto para que los comerciantes ya no tuvieran que mantear. Los colocaron a un costado de La Pilita, junto al camino a Veracruz (14 Oriente).
“Esos tejaditos habilitados estaban semifijos y tenían un rótulo que decía: pequeño mercado; y llegó a tener una bodega construida en la plazuela. A principios del siglo XX el mercado ya se veía en mal estado, desordenado, había demasiados puestos y falta de higiene”, detalla.
Para 1929 (siglo XX) se proyectó la modernización del mercado por lo que fue desmantelado y el 16 de septiembre de 1930, el gobernador José Mijares Palencia inauguró el edificio del mercado de El Alto que hoy conocemos.
“Cuando desmantelaron el viejo mercado taparon La Pilita, que estaba un poco cargada hacia el norte de la plazuela, quedó debajo del edificio y coincide con la que acaban de encontrar. Esa fuente tiene relevancia porque formó parte del sistema de abastecimiento de agua en esa época, cómo se aprovechaba y distribuía, porque también encontraron el canal que la transportaba”, asegura.
Para que la gente no extrañara y para adornar el edificio, construyeron una plataforma enfrente del mercado y ahí pusieron una fuente que se encontraba en el patio del antiguo hospital de San Juan de Dios, que fue la cárcel municipal en 1864.
“Estuvo ahí aproximadamente 11 años porque en 1941 los miembros de la Unión de Artes Plásticas del Barrio del Artista le solicitaron al gobernador que la trasladara al barrio y es la que actualmente está ahí, en la Plazuela del Torno. Y el mercado se quedó sin fuente”, concluye el investigador.