Los juguetes tecnológicos vinieron a quitarle fuerza a los tradicionales, sin embargo, hay artesanos de la madera como el señor Lindoro Francisco Pérez que se rehúsan a dejar esta labor y considera que el 30 de abril, Día del Niño, es la oportunidad perfecta para poner en alto los baleros, los trompos y hasta los jengas mexicanos hechos a mano.
Lindoro tiene 63 años y desde hace 45, se dedica a vender juguetes artesanales, toda su familia hace productos de madera como muebles o artículos del hogar, pero a Lindoro lo que más le gusta son los juguetes, ya que brindan felicidad y un buen rato de diversión.
Desde muy temprano, Lindoro sale de su casa con su carrito de carga lleno de juguetes; se dirige al Centro Histórico de Puebla y empieza a presumir sus guitarras hechas de madera, sus camioncitos, yoyos, los títeres, víboras falsas y hasta productos para hacer masajes. Todo con el objetivo de apoyar a su esposa económicamente y con el fin de no perder este tipo de tradiciones.
Como ha pasado el tiempo se ha dado cuenta que los juguetes ya no son adquiridos de la misma manera, la mayoría de los niños que pasan junto de él llevan consigo un celular y muy pocas veces les genera curiosidad echar un vistazo entre todos sus productos. Son los padres los que se detienen, preguntan el costo y tratan de convencer a sus hijos para jugar.
Una vez que los niños lanzan un trompo ¡se enamoran!, les gusta mucho hacer competencias entre ellos para ver quién es el que dura más tiempo rodando y también disfrutan mucho jugar con los baleros.
Hay infantes que traen dentro de su ser el lado musical y desde que ven las guitarras les piden a sus padres comprárselas, hay de diferentes modelos, pero la que más le piden es la guitarra que está pintada como la de Miguel, el personaje principal de la película Coco. También tiene tamborcitos para los niños que un día sueñan con convertirse en estrellas de Rock And Roll.
El señor Pérez tiene miedo que los juguetes tradicionales desaparezcan ya que tienen menos demanda en México y puntualmente, en su caso, son su vida y si los dejan de adquirir su sustento también va a la baja.
En suma, dio a conocer que sus productos son más adquiridos y valorados por extranjeros, ya que ellos son los que se emocionan al ver su mercancía, la admiran y no le regatean para que salga más barato el juguete. Hay que mencionar que sus costos no rebasan los 150 pesos.
Por tal motivo, invitó a la niñez de Puebla y a sus padres a que este Día del Niño tengan una festividad diferente y que lo celebren con juguetes hechos a mano. En caso de querer apoyarlo, su lugar de trabajo es la Calle 2 Sur en el Centro de Puebla, no tiene un lugar fijo, camina toda esa calle, pero descansa en la Iglesia de San Juan de Letrán en la Avenida 7 Oriente.