/ lunes 27 de diciembre de 2021

[Podcast] Cofre de Leyendas | La niña de la cobija y la estrella roja

Cuenta la leyenda que en un pueblo de México habitaba una niña junto con su madre.

Escucha aquí el podcast:

La señora, ya de edad avanzada, tenía el encargo de tejer una cobija nueva para el pesebre del Niño Jesús de su iglesia que debía ofrendar la noche del 24 de diciembre, justamente en Nochebuena. Ella aceptó encantada la distinción que le otorgó el párroco del pueblo y cuando le contó a su hija la emoción fue aún mayor en las dos.

Al día siguiente, con mucha emoción y entusiasmo, la señora empezó a elaborar la mantita en sus tiempos libres sin pensar que con el paso de los días caería gravemente enferma, viéndose obligada a suspender todas sus labores y el telar quedó a medias.

El tiempo pasaba y la señora no podía recuperarse, por lo que la preocupación y desesperación invadió a la menor y un día antes de la entrega tomó la decisión de poner manos a la obra en la cobija para terminarla.

A la niña nunca le había interesado pedirle a su mamá que le enseñara a tejer, entonces sólo consiguió enredar todos los hilos y las madejas, dejando lo que había de la mantita en peores condiciones.

Esta flor crece en zonas de clima templado y cálido | Foto: Erik Guzmán


Al día siguiente, ya al atardecer, empezó la procesión de todos los lugareños con destino al templo. La menor estaba invadida por una enorme tristeza pues su madre seguía gravemente enferma y la cobija para el Niño Jesús estaba incompleta y muy enredada.

De pronto se le acercó una anciana bondadosa que se percató de su angustia y le preguntó qué le pasaba.

Con mucha confianza, como si la conociera de hace tiempo, la niña le contó toda su pena. La buena mujer se llenó de ternura con la historia y la consoló diciéndole que ya no se preocupara pues su mamá ya había sanado y para ponerla aún más feliz, le pidió que se apurara a cortar las ramas de una planta y las llevara como obsequio al Santo Niño.

Abrumada, la pequeña no daba crédito a lo que oía, pero obedeció dócilmente a la señora, corrió a cortar las ramas y con un manojo llegó corriendo al templo.

Lentamente se acercó al altar y colocó con gran cuidado las varas alrededor del pesebre deseando ¡Feliz Navidad al niño Jesús!, sin darse cuenta que todos los asistentes la observaban en silencio.

En la era prehispánica se consideraba un símbolo de pureza y era utilizada por sus propiedades naturistas. Foto: Cuartoscuro

Y en un abrir y cerrar de ojos, todo se iluminó y de cada rama había surgido una enorme estrella roja que calentaba todo a su alrededor.

La niña, sorprendida como todos los feligreses, sonrió pues estaba segura que el divino Niño ya no pasaría más frío.

Llena de júbilo salió corriendo para contarle a su mamá lo que acababa de suceder y en el camino se percató que todos los matorrales de la calle y las montañas lucían estrellas radiantes iguales a las que había en el pesebre y se dio cuenta que su humilde presente se había convertido en el más resplandeciente de todos los regalos.

La Flor de Nochebuena, que se cultiva en muchas partes de México y que es el símbolo de la Navidad en el país y representa la festividad en todo el mundo, hace referencia al esplendor de la leyenda con sus hojas de color rojo en forma de estrella.

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La señora, ya de edad avanzada, tenía el encargo de tejer una cobija nueva para el pesebre del Niño Jesús de su iglesia que debía ofrendar la noche del 24 de diciembre, justamente en Nochebuena. Ella aceptó encantada la distinción que le otorgó el párroco del pueblo y cuando le contó a su hija la emoción fue aún mayor en las dos.

Al día siguiente, con mucha emoción y entusiasmo, la señora empezó a elaborar la mantita en sus tiempos libres sin pensar que con el paso de los días caería gravemente enferma, viéndose obligada a suspender todas sus labores y el telar quedó a medias.

El tiempo pasaba y la señora no podía recuperarse, por lo que la preocupación y desesperación invadió a la menor y un día antes de la entrega tomó la decisión de poner manos a la obra en la cobija para terminarla.

A la niña nunca le había interesado pedirle a su mamá que le enseñara a tejer, entonces sólo consiguió enredar todos los hilos y las madejas, dejando lo que había de la mantita en peores condiciones.

Esta flor crece en zonas de clima templado y cálido | Foto: Erik Guzmán


Al día siguiente, ya al atardecer, empezó la procesión de todos los lugareños con destino al templo. La menor estaba invadida por una enorme tristeza pues su madre seguía gravemente enferma y la cobija para el Niño Jesús estaba incompleta y muy enredada.

De pronto se le acercó una anciana bondadosa que se percató de su angustia y le preguntó qué le pasaba.

Con mucha confianza, como si la conociera de hace tiempo, la niña le contó toda su pena. La buena mujer se llenó de ternura con la historia y la consoló diciéndole que ya no se preocupara pues su mamá ya había sanado y para ponerla aún más feliz, le pidió que se apurara a cortar las ramas de una planta y las llevara como obsequio al Santo Niño.

Abrumada, la pequeña no daba crédito a lo que oía, pero obedeció dócilmente a la señora, corrió a cortar las ramas y con un manojo llegó corriendo al templo.

Lentamente se acercó al altar y colocó con gran cuidado las varas alrededor del pesebre deseando ¡Feliz Navidad al niño Jesús!, sin darse cuenta que todos los asistentes la observaban en silencio.

En la era prehispánica se consideraba un símbolo de pureza y era utilizada por sus propiedades naturistas. Foto: Cuartoscuro

Y en un abrir y cerrar de ojos, todo se iluminó y de cada rama había surgido una enorme estrella roja que calentaba todo a su alrededor.

La niña, sorprendida como todos los feligreses, sonrió pues estaba segura que el divino Niño ya no pasaría más frío.

Llena de júbilo salió corriendo para contarle a su mamá lo que acababa de suceder y en el camino se percató que todos los matorrales de la calle y las montañas lucían estrellas radiantes iguales a las que había en el pesebre y se dio cuenta que su humilde presente se había convertido en el más resplandeciente de todos los regalos.

La Flor de Nochebuena, que se cultiva en muchas partes de México y que es el símbolo de la Navidad en el país y representa la festividad en todo el mundo, hace referencia al esplendor de la leyenda con sus hojas de color rojo en forma de estrella.

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