Acatzingo fue una zona prehispánica habitada por olmecas, chichimecas y mexicas, hasta 1524 cuando los conquistadores trajeron frailes franciscanos y el pueblo empezó a adquirir rasgos españoles con costumbres, tradiciones y edificaciones como haciendas, iglesias y panteones.
Junto con San Andrés Cholula, Acatzingo fue una zona estratégica para los conquistadores, ya que era el paso obligado para ir a la gran ciudad: Tenochtitlan (Cdmx), que había sido fundada en 1325 por mexicas y que tras la Conquista, se volvió la capital del Virreinato de la Nueva España.
Al ser un punto estratégico, fue testigo de revueltas y conflictos que dejaron a su paso cientos de muertos en diferentes épocas, lo que la volvió una zona de gran actividad paranormal; al menos es lo que cuentan investigadores, historiadores y los propios habitantes del pueblo que, generación tras generación, han trasmitido de forma oral relatos sorprendentes.
LA NIÑA DEL COLUMPIO
Cuenta la leyenda que en el siglo XIX, entre 1880 y 1890, llegó a México una familia proveniente de Cádiz, España. La Familia Canquin eran papá, mamá y una niña de 8 años de nombre Susana.
Tiempo después se trasladaron a Acatzingo, un lugar de clima templado en el que siempre han sido bienvenidos los visitantes porque a sus habitantes les gustas compartir sus costumbres y tradiciones, de las cuales se sienten orgullosos.
Susana disfrutaba una zona boscosa cercana a la que acudían en familia los fines de semana para gozar la naturaleza y el sol. La niña saltaba entre carrizos y se regocijaba al convivir con sus padres que organizaban un día de campo para la ocasión.
En uno de esos paseos la niña agarró un resfriado y, lamentablemente, a los pocos días falleció por problemas respiratorios. Sus padres desconsolados, la sepultaron en el “Panteón de las 3 horas”, que se encuentra al norte de la población, a solo tres calles del centro.
El recuerdo de Susana los carcomía día y noche, era inevitable extrañarla al ver su recámara vacía o pasar por los lugares en los que la niña se divertía. Así que, al cabo de unos años, los padres de la menor partieron a su lugar de origen dejando los restos de la pequeña en dicho panteón.
UN SER DE LUZ QUE VAGA POR ESTE MUNDO
Cuando los papás de Susana abandonaron el pueblo empezaron a pasar sucesos extraños, la gente decía que tanto de día como de noche veían a una niña brincotear entre las tumbas. Todos coincidían en decir que la pequeña era de tez blanca, nariz afilada y cabello ondulado, siempre ataviada con un vestido blanco de holanes color salmón.
Pero también hay quien la ha visto sentada en los columpios, meciéndose, para después salir corriendo y perderse entre las casas cercanas; de igual forma ha sido vista durante verbenas populares como la Feria del Barrio de Acatzingo y el Festival de Día de Muertos que, por tradición, se hace en el panteón.
Don Esteban Robles, un poblador de Acatzingo, contaba que cuando tenía 4 o 5 años y acompañaba a sus papás al “Panteón de las 3 horas”, nunca lo dejaban solo porque les daba miedo que, al ver a la niña, saliera corriendo detrás de ella; de hecho muchos, adultos tomaban precaucione con sus hijos.
Equipos de investigación paranormal de todo el país han acudido al panteón en busca de Susana Canquin, "La niña del columpio", y a través de filmaciones en las que se logra ver o escuchar, han comprobado que ese ser de luz aún vaga por este mundo, quizá en busca de sus padres o simplemente queriendo no estar sola entre las lúgubres tumbas.
Han pasado cerca de 150 años y la pequeña Susana sigue deambulando por este mítico panteón de Acatzingo, se ha vuelto guardián del lugar e historia favorita entre el turismo paranormal del municipio. Una historia de nostalgia y de tristeza.
· Relato y autoría: Jesús Fernando Machorro Fuentes. Acatzingo Tierra de Leyendas. Morador del municipio, se ha dado a la tarea de investigar las leyendas que las personas mayores de la localidad cuentan de boca en boca ayudado por clarividentes, médiums, historiadores e investigadores de lo paranormal.
· Adaptación: Erika Reyes