Para pasar de hombre a estrella del cielo, Quetzalcóatl se sacrificó en la hoguera, de ahí renacieron serpientes y aves de hermoso plumaje, la última ave en surgir fue un quetzal de belleza suprema. El ave voló, cruzó ríos y montañas hasta llegar a Quetzallan (lugar de quetzales), en donde descansó por muchos años.
El quetzal se manifestaba en las cascadas o en la entrada de las grutas cada vez que un hombre cruzaba la región. Las personas que sabían su origen querían ofrecerle sacrificios pero el quetzal se negó, en cambio, pidió que se edificara un templo en su honor y aceptaría oro porque es un metal de origen sagrado, y a cambio prodigaría con buenas cosechas a la región.
Y así sucedió, Quetzallan prosperó hasta la llegada del hombre blanco. Hombres soberbios que traían con ellos armaduras, armas de metal, pistolas y cañones.
Quetzallan fue sitiada por los españoles que buscaban la forma de adueñarse del enorme tesoro que todo el mundo pregonaba. El sitio duro varias semanas hasta que por fin cayó. No encontraron ningún tesoro porque el quetzal lo había ocultado en alguna gruta de la región y nadie, por mucho tiempo, supo de él.
Sobre las cenizas de la antigua ciudad, los españoles fundaron una nueva a la que llamaron: Cuetzalan.
EN BUSCA DEL TESORO SAGRADO
Así pasaron muchos años hasta que en 1880, Patricio Martínez, quien era el hijo del dueño de la hacienda El Patriotismo, se apresuró a salir en busca del tesoro al recibir de un campesino un mapa, a cambio de un favor.
El joven partió flanqueado por dos de sus sirvientes, con quienes subió y bajó colinas, cruzaron por valles con antiguas pirámides abandonadas; mientras avanzaban, los tres tenían el mismo sentir: eran vigilados por alguien, aunque no veían nada ni a nadie. Finalmente llegaron a una hermosa cascada con una enorme caída de agua, que tenía un quetzal como estandarte.
Los sirvientes se sentían agobiados por la inquietante sensación de que alguien los observaba así que le pidieron volver, pero él se negó, y de repente grito: ¡Lo encontramos!
Al volver a examinar el mapa se dieron cuenta que estaban exactamente en el lugar que indicaba. Patricio empezó a caminar por la orilla para darse cuenta que era un espejo de agua con tan solo 20 centímetros de profundidad. Sin saber por qué, cargó su arma y disparó hacia la cascada.
El salto de agua desapareció al instante dejando al descubierto la entrada a una gruta, los sirvientes le suplicaron que no se adentrara en ella, pero él siguió adelante sin hacer caso, y ellos por detrás.
EL ORO DE QUETZALLAN
Patricio quedó extasiado ante la cantidad de oro que había acumulado dentro de la gruta, se hincó sobre el metal dorado con la cara en alto en señal de triunfo, entonces apareció el quetzal y dijo: “No tomen nada de ahí que es sagrado y regresen por donde vinieron”.
Los sirvientes obedecieron, entonces el quetzal volvió a pronunciarse: “Sé que ustedes carecen de malicia y ambición alguna por eso no serán castigados, pero su patrón no alcanza este beneficio.
En ese momento, el quetzal comenzó a batir sus alas cada vez con más fuerza hasta provocar un vendaval enorme, la tierra empezó a temblar, todo se derrumbaba, corrieron hacia la entrada y Patricio los siguió, pero a su paso iba llenando talegas con el oro que encontraba, ¡tírelo! don Patricio, ¡tírelo!, no vale la pena, le decían sus sirvientes.
El temblor aumentaba de intensidad, Patricio por primera vez sintió temor y ya en la mera entrada de la gruta, tiró las talegas llenas de oro al comprender que su ambición por el oro sería su perdición, pero en ese mismo segundo, un alud de piedras lo sepultó.
El Quetzal sobrevoló a los sirvientes que corrían a todo prisa pero al verlo se detuvieron, jadeantes con el corazón latiendo a todo lo que daba, el ave advirtió:
“Id en Paz y contadle a todo con el que se crucen por su camino el resto de su vida que, todo aquel que intente robarse el oro sagrado de Quetzallan, sufrirá la misma suerte”.
· Leyenda obtenida del libro “Otras Casas y Lugares Malditos de Puebla” de Orestes Magaña
· Relato: Fernando Mario Salazar Aranda, fundador de la página de Facebook “Lo que quieres saber de Puebla”
· Adaptación: Erika Reyes