/ sábado 15 de junio de 2024

Paseo Bravo, más de 180 años de historia de la alameda pública | Los tiempos idos

El Paseo Bravo fue testigo de revueltas y fusilamientos que forjaron la historia de la antigua Ciudad de los Ángeles, así como lugar de recreación y esparcimiento

Ubicado al sur-poniente del zócalo capitalino, el sitio que ocupa actualmente la alameda pública, conocida como Paseo Bravo, fue testigo de revueltas, fusilamientos y manifestaciones que forjaron la historia de Puebla. Pero también ha sido lugar de recreación y entretenimiento para varias generaciones de poblanos.

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Desde su fundación, las calzadas y arboledas del Paseo Bravo se engalanaron con monumentos de valor histórico para el país y para la ciudad, como el de Miguel Bravo, por el cual recibió ese nombre. En su historia más reciente, la alameda resguardó un zoológico, un lago, un serpentario, una gasolinera y una feria con juegos mecánicos.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, le pusieron barda perimetral al Paseo Nuevo, tenía seis entradas estilo neoclásico y la principal estaba sobre Avenida Reforma, frente a la iglesia de Guadalupe. Foto: Autor desconocido


Origen de la alameda pública

A partir de su fundación, la antigua Ciudad de los Ángeles quedó delimitada al poniente del zócalo capitalino hasta la 7 Norte-Sur y hacia el sur se extendió hasta la 13 Oriente-Poniente. Los alrededores eran ejidos que se habían otorgado a los propios de la ciudad. Era un lugar pintoresco, lleno de campo y pozas de agua azufrada.

El límite sur-poniente de la ciudad era conocido porque ahí había una peñuela o peñasco, de donde emanaba agua sulfurosa con agua caliente y propiedades curativas (a la altura de la 9 Poniente que está cerrada por la 13 Sur). Ahí se habían establecido los baños, a donde la gente iba a asearse y para beneficiarse de las propiedades del agua (entre la 9 y la 7 Poniente o Avenida Juárez).

Para aprovechar esa agua, durante el siglo XVII, se estableció ahí el matadero, a un costado de los baños. Del otro lado, hacia el norte, estaba el camino de entrada o salida a la Ciudad de México (Avenida Reforma).

“Lo que colindaba con la peñuela y el matadero eran las casitas de los frailes dominicos de la provincia de Oaxaca, que se habían establecido hacia 1538. Sus casas estaban como atravesadas, abarcaban una parte de lo que ahora es el Paseo Bravo porque El Parral (barrio) se salía un poquito de lo que es la 11 Sur”, expone el investigador David Ramírez Huitrón.

En esas casas vivían los frailes e instruían a los jóvenes misioneros que realizaban su encomienda evangelizadora en la Mixteca. También tenían ahí cultivos de parra para la crianza del gusano de seda, por eso la zona recibió el nombre de El Parral.


“Ahí se habían formado dos plazas. Una era la Plazuela de los Locos (hoy Mercado del Parral) y la otra era la Plazuela de Oaxaquilla que estaba entre El Parral y unas casitas de adobe construidas sobre las calles 3 y 5 Poniente, en lo que ahora es la parte sur del Paseo Bravo. La plaza colindaba con el matadero y los baños”, señala.

“Hacia el siglo XVIII, el límite sur-poniente de la ciudad seguía siendo la 13 Oriente-Poniente hasta la 9 Norte-Sur. Existe un plano de Medina, de 1754, en donde se ve que la traza de la ciudad no pasaba de ahí”, asegura.

La primera gran edificación de la zona fue El Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, conocido como “La Villita”, consagrado en diciembre 1722. Ahí empezaba el camino a la Ciudad de México por lo que la gente pasaba a pedirle a la virgen que los acompañara en su camino (Avenida Reforma 1108).

Años más tarde, los jesuitas comenzaron a construir la capilla y el colegio de San Javier, y en 1751 abrieron sus puertas (13 Sur y Avenida Reforma). Entonces, en el área que quedó frente al colegio y a la iglesia, se formó una pequeña plaza que comenzaron a llamar Plazuela de Guadalupe.

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“Era un cuadrito entre lo que actualmente es la calle 3 Poniente y Avenida Reforma, y las calles 11 y 13 Sur. Vendría siendo la parte norte del Paseo Bravo, donde hoy están los chorritos de agua”, dice.

En 1767 los Jesuitas son expulsados por el rey Carlos III de todos los territorios conquistados por España. Entonces, sus propiedades pasaron a manos del obispado que las utilizó de forma discrecional.

Así lucía la entrada principal del Paseo Nuevo en 1870. Foto: Libro Paseo Nuevo, Paseo Bravo, del Ayuntamiento de Puebla

Actividad militar y bélica

Se dice que durante la época novohispana, lo que más adelante sería conocido como Paseo Nuevo, fue un campo de prácticas militares.

“El cuerpo de dragones del rey eran patriotas que estaban dispuestos a proteger las colonias del Imperio Español. En Puebla hubo muchos, eran voluntarios, es decir, ellos pagaban sus uniformes, sus caballos, sus estandartes, y el reino los compensaba con mercedes reales como títulos o escudos. Podían portar armas y para hacer sus prácticas le pidieron al obispo el Colegio de San Javier”, explica.

“Ellos iban a trote con sus caballos y hacían ejercicio militares en esa zona que ya le llamaban ´los llanos de San Javier´. Este es el antecedente de que aquí se practicaba la milicia, porque había un regimiento de dragones del rey”, añade.

A principios del siglo XIX, cuando estalló el movimiento de Independencia, en Puebla las instalaciones militares estaban repartidas entre el cuartel de San José, las fortificaciones de Loreto y Guadalupe, que recién se habían construido, y San Javier.

En 1814, el mariscal de campo Miguel Bravo, era un militar insurgente y estaba combatiendo la guerra de Independencia junto a sus hermanos y a su sobrino, Nicolás, después Presidente de México. Miguel Bravo fue apresado en Chilac, desde donde fue trasladado a Puebla y condenado a muerte por un consejo de guerra. Fue fusilado en abril de ese año en la Plazuela de Oaxaquilla.

Ahí mismo, fue fusilado el 22 de junio de 1816, el sobrino del primer historiador de Puebla, Manuel Fernández de Echeverría.

El reloj El Gallito fue donado por la colonia Francesa de Puebla en 1903. Foto: Libro Paseo Nuevo, Paseo Bravo, del Ayuntamiento de Puebla


Monumento al prócer de la patria

Una vez consumada la Independencia y establecida la república federal, el Congreso de Unión emitió una ley para que todos los lugares en donde habían muerto insurgentes se adornaran con árboles y se cerraran con verjas, además de levantar un monumento sencillo con el nombre del libertador. Había una lista de nombres en la que concretamente se mencionaba, entre otros, a Miguel Bravo.

“El Congreso hizo la proclama en 1823, pero los trabajos no se comenzaron hasta 1827. El gobierno solicitó un monumento con base piramidal, coronada con un águila y rodeada de una balaustrada (barandilla) en semicírculo. Atrás había un muro con letras de mármol con su nombre. Se colocó en la plazuela de Oaxaquilla y se plantaron árboles. Este es el antecedente de lo que más adelante sería el Paseo Nuevo”, refiere.

En 1829, robaron el busto de Miguel Bravo, pero se mandó a hacer otro y se colocó en 1830, cuando pusieron un guardia para custodiarlo..

El Monumento a la Independencia Nacional se colocó frente al Santuario de Guadalupe en 1898. Foto: Charles B. Whaite, c.a.

“Ocurre la Guerra de Reforma y, en medio del conflicto, se proyectó ampliar el Paseo Nuevo para darle un poquito más de vista al lugar (1855). Se procedió a unir la Plazuela de Guadalupe (en Avenida Reforma) con la Plazuela de Oaxaquilla (que llegaba a la 9 Poniente) en donde estaba el busto de Bravo porque estaban separadas, sólo había unas casitas entre la 3 y 5 Poniente, que el ayuntamiento compró para demoler. Así nació el Paseo Nuevo”, detalla.

“Se construyó un nuevo monumento a Miguel Bravo, pero ahora era un pedestal, una columna con una base cuadrada y en la punta el busto, y en la parte de abajo, la letras con su nombre”, comenta.

Cuando Puebla fue sitiada por el Ejército Francés, en 1863, el Colegio de San Javier se convirtió en fuerte y talaron por completo el Paseo Nuevo.

“También trasladaron el monumento de Bravo a la penitenciaria, pero no sobrevivió la destrucción que hubo durante el sitio y se perdió entre el escombro”, advierte.

Aspecto del Paseo Bravo durante la segunda mitad del siglo XX. Foto: Cortesía Archivo General Municipal de Puebla

De Paseo Nuevo a Paseo Bravo

El Paseo Nuevo había quedado como un llano, entonces las autoridades decidieron construirlo y aumentarle una manzana, la de la 11 Poniente (1864-67). También le cambiaron el nombre a Paseo de la Emperatriz, en honor a Eugenia, la esposa de Napoleón III.

“Lo construyeron estilo afrancesado y le pusieron una barda perimetral para cerrar el jardín. Se hicieron cinco fuentes para colocarlas una en cada esquina y otra al centro, además se pusieron esculturas estilo neoclásico de Bernardo de Iriarte, que fue alumno de José Manzo, quien en 1855 había adornado el Paseo Nuevo”, comenta.

Se construyeron cuatro entradas con seis metros de altura, la principal estaba frente a la iglesia de Guadalupe, pero también pusieron entradas frente a las calles 3, 5 y 9 Poniente. Fue en 1870 cuando el jardín se comenzó a llamar Paseo Bravo.

“En la época de la restauración de la república (1867-1876) se volvió a hacer el busto de Miguel Bravo, pero ahora colocaron el monumento frente al Santuario de Guadalupe. El busto de Bravo estuvo ahí hasta 1896, cuando fue cedido al Museo Militar del Batallón de San Javier (13 Sur) y se perdió durante la Revolución”, lamenta.

En 1898, Porfirio Díaz estuvo en la ciudad para inaugurar el Monumento a la Independencia Nacional (hoy en la glorieta de la 19 Sur de la Avenida Juárez) que se colocó frente a La Villita, donde estaba el de Miguel Bravo, que desapareció; y otro, que se había hecho en 1896, a Nicolás Bravo, sobrino de Miguel, que fue colocado sobre la glorieta de la 9 Poniente.

El Paseo Bravo albergó un zoológico que albergaba osos, venados, pumas, avestruces, zorros, serpientes, cocodrilos y hasta leones africanos. En la foto el león César. Foto: Cortesía Puebla Antigua

El Paseo Bravo en el siglo XX

Los monumentos a Nicolás Bravo y a la Independencia, fueron instalados por el Presidente Municipal, Leopoldo Gavito, quien también mandó a demoler la barda del Paseo Bravo y construyó el kiosko, que fue nombrado Mucio P. Martínez, en honor al gobernador.

“El kiosko fue inaugurado también por Porfirio Díaz, el 7 de enero de 1900, cuando vino al cumpleaños del gobernador Mucio, quien era su amigo”, asegura.

Gavito también construyó la escultura de Gabino Barreda, que fue inaugurada en 1903, donde hoy está El Gallito. En 1904 se construyó la estatua de Esteban de Antuñano, pionero de la industria textil en Puebla, se colocó del mismo lado pero sobre la 13 Sur.

“Como parte de los festejos del Centenario de la Consumación de la Independencia, la colonia francesa de Puebla obsequió el reloj El Gallito, en septiembre de 1921. El 5 de mayo de 1922, se puso la primera piedra para construir la fuente española o colonial (frente Avenida Juárez). La colonia inglesa obsequio la fuente dedicada a la China Poblana (sobre la 11 Poniente), en 1929. En ese año se trasladó a la 19 Sur el Monumento a la Independencia. En 1940, Ávila Camacho, construyó la pista de patinaje. Después se puso el zoológico y había un lago con servicio de lanchas”, detalla..

En 1959 se instalaron en el Paseo Bravo los juegos mecánicos de Atracciones Castañeda, donde permanecieron durante 30 años. Foto: Autor desconocido

El zoológico y el parque infantil fueron inaugurados el 5 de febrero de 1943 durante la presidencia municipal de Juan Manuel Treviño, según consta en la placa ubicada en la zona de sanitarios del edificio levantado en el Paseo Bravo.

Durante 30 años, los habitantes de diferentes especies del zoológico cautivaron a los poblanos a través de sus jaulas ubicadas paralelamente a la 13 sur. Entre los animales que albergaba había osos, venados, pumas, avestruces, zorros, serpientes, cocodrilos y hasta leones africanos. En 1973, se cerró cuando los animales se entregaron en custodia al parque de conservación de vida silvestre, Africam Safari.

En 1959, se instalaron juegos mecánicos de forma permanente en el Paseo Bravo, era Atracciones Castañeda. Ofrecieron diversión y sana convivencia a los poblanos durante treinta años. En 1987, fueron removidos para trasladarlos a la parte posterior del Polideportivo Xonaca.

Ramírez Huitrón puntualiza diciendo que, exactamente frente a la iglesia de Guadalupe, se había construido la Gasolinera Los Virreyes que, además, tenía servicio automotriz, hacían cambio de neumáticos, lavado de autos, había baños, boleadores y una oficina turística. Tapaba completamente el santuario, y como se había instalado de forma ilegal en la parte norte de Paseo Bravo, lo tiraron en 1967 para recuperar el espacio.

En 1967 fue demolido el Servicio Virreyes que se había establecido de forma ilegal en la parte norte del Paseo Bravo y tapaba por completo el Santuario de Guadalupe. Foto: Cortesía Puebla Antigua


Hacia el siglo XXI

Durante la administración del alcalde Marco Antonio Rojas Flores (1990-1993), se hicieron trabajos para mejorar de forma integral el Paseo Bravo.

El jardín se partió para abrir la calle 3 Poniente al tránsito vehicular. También se desapareció el lago y se remozó el acuario para funcionar como edificio del impuesto predial (hoy Dirección de Catastro) y se instaló el monumento a Juan de Palafox y Mendoza.

Dentro de los trabajos de reforestación se colocaron más de 50 mil plantas, 8 mil 500 metros cuadrados de pasto, y se plantaron cerca de 300 árboles.

En ese momento, el Paseo Bravo contaba con una superficie total de 42 mil 500 metros cuadrados. De áreas verdes eran 23 mil 500 metros cuadrados, 16 mil 268 metros cuadrados de andadores, y 2 mil 732 metros cuadrados de la pista del kiosko.


Ubicado al sur-poniente del zócalo capitalino, el sitio que ocupa actualmente la alameda pública, conocida como Paseo Bravo, fue testigo de revueltas, fusilamientos y manifestaciones que forjaron la historia de Puebla. Pero también ha sido lugar de recreación y entretenimiento para varias generaciones de poblanos.

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Desde su fundación, las calzadas y arboledas del Paseo Bravo se engalanaron con monumentos de valor histórico para el país y para la ciudad, como el de Miguel Bravo, por el cual recibió ese nombre. En su historia más reciente, la alameda resguardó un zoológico, un lago, un serpentario, una gasolinera y una feria con juegos mecánicos.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, le pusieron barda perimetral al Paseo Nuevo, tenía seis entradas estilo neoclásico y la principal estaba sobre Avenida Reforma, frente a la iglesia de Guadalupe. Foto: Autor desconocido


Origen de la alameda pública

A partir de su fundación, la antigua Ciudad de los Ángeles quedó delimitada al poniente del zócalo capitalino hasta la 7 Norte-Sur y hacia el sur se extendió hasta la 13 Oriente-Poniente. Los alrededores eran ejidos que se habían otorgado a los propios de la ciudad. Era un lugar pintoresco, lleno de campo y pozas de agua azufrada.

El límite sur-poniente de la ciudad era conocido porque ahí había una peñuela o peñasco, de donde emanaba agua sulfurosa con agua caliente y propiedades curativas (a la altura de la 9 Poniente que está cerrada por la 13 Sur). Ahí se habían establecido los baños, a donde la gente iba a asearse y para beneficiarse de las propiedades del agua (entre la 9 y la 7 Poniente o Avenida Juárez).

Para aprovechar esa agua, durante el siglo XVII, se estableció ahí el matadero, a un costado de los baños. Del otro lado, hacia el norte, estaba el camino de entrada o salida a la Ciudad de México (Avenida Reforma).

“Lo que colindaba con la peñuela y el matadero eran las casitas de los frailes dominicos de la provincia de Oaxaca, que se habían establecido hacia 1538. Sus casas estaban como atravesadas, abarcaban una parte de lo que ahora es el Paseo Bravo porque El Parral (barrio) se salía un poquito de lo que es la 11 Sur”, expone el investigador David Ramírez Huitrón.

En esas casas vivían los frailes e instruían a los jóvenes misioneros que realizaban su encomienda evangelizadora en la Mixteca. También tenían ahí cultivos de parra para la crianza del gusano de seda, por eso la zona recibió el nombre de El Parral.


“Ahí se habían formado dos plazas. Una era la Plazuela de los Locos (hoy Mercado del Parral) y la otra era la Plazuela de Oaxaquilla que estaba entre El Parral y unas casitas de adobe construidas sobre las calles 3 y 5 Poniente, en lo que ahora es la parte sur del Paseo Bravo. La plaza colindaba con el matadero y los baños”, señala.

“Hacia el siglo XVIII, el límite sur-poniente de la ciudad seguía siendo la 13 Oriente-Poniente hasta la 9 Norte-Sur. Existe un plano de Medina, de 1754, en donde se ve que la traza de la ciudad no pasaba de ahí”, asegura.

La primera gran edificación de la zona fue El Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, conocido como “La Villita”, consagrado en diciembre 1722. Ahí empezaba el camino a la Ciudad de México por lo que la gente pasaba a pedirle a la virgen que los acompañara en su camino (Avenida Reforma 1108).

Años más tarde, los jesuitas comenzaron a construir la capilla y el colegio de San Javier, y en 1751 abrieron sus puertas (13 Sur y Avenida Reforma). Entonces, en el área que quedó frente al colegio y a la iglesia, se formó una pequeña plaza que comenzaron a llamar Plazuela de Guadalupe.

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“Era un cuadrito entre lo que actualmente es la calle 3 Poniente y Avenida Reforma, y las calles 11 y 13 Sur. Vendría siendo la parte norte del Paseo Bravo, donde hoy están los chorritos de agua”, dice.

En 1767 los Jesuitas son expulsados por el rey Carlos III de todos los territorios conquistados por España. Entonces, sus propiedades pasaron a manos del obispado que las utilizó de forma discrecional.

Así lucía la entrada principal del Paseo Nuevo en 1870. Foto: Libro Paseo Nuevo, Paseo Bravo, del Ayuntamiento de Puebla

Actividad militar y bélica

Se dice que durante la época novohispana, lo que más adelante sería conocido como Paseo Nuevo, fue un campo de prácticas militares.

“El cuerpo de dragones del rey eran patriotas que estaban dispuestos a proteger las colonias del Imperio Español. En Puebla hubo muchos, eran voluntarios, es decir, ellos pagaban sus uniformes, sus caballos, sus estandartes, y el reino los compensaba con mercedes reales como títulos o escudos. Podían portar armas y para hacer sus prácticas le pidieron al obispo el Colegio de San Javier”, explica.

“Ellos iban a trote con sus caballos y hacían ejercicio militares en esa zona que ya le llamaban ´los llanos de San Javier´. Este es el antecedente de que aquí se practicaba la milicia, porque había un regimiento de dragones del rey”, añade.

A principios del siglo XIX, cuando estalló el movimiento de Independencia, en Puebla las instalaciones militares estaban repartidas entre el cuartel de San José, las fortificaciones de Loreto y Guadalupe, que recién se habían construido, y San Javier.

En 1814, el mariscal de campo Miguel Bravo, era un militar insurgente y estaba combatiendo la guerra de Independencia junto a sus hermanos y a su sobrino, Nicolás, después Presidente de México. Miguel Bravo fue apresado en Chilac, desde donde fue trasladado a Puebla y condenado a muerte por un consejo de guerra. Fue fusilado en abril de ese año en la Plazuela de Oaxaquilla.

Ahí mismo, fue fusilado el 22 de junio de 1816, el sobrino del primer historiador de Puebla, Manuel Fernández de Echeverría.

El reloj El Gallito fue donado por la colonia Francesa de Puebla en 1903. Foto: Libro Paseo Nuevo, Paseo Bravo, del Ayuntamiento de Puebla


Monumento al prócer de la patria

Una vez consumada la Independencia y establecida la república federal, el Congreso de Unión emitió una ley para que todos los lugares en donde habían muerto insurgentes se adornaran con árboles y se cerraran con verjas, además de levantar un monumento sencillo con el nombre del libertador. Había una lista de nombres en la que concretamente se mencionaba, entre otros, a Miguel Bravo.

“El Congreso hizo la proclama en 1823, pero los trabajos no se comenzaron hasta 1827. El gobierno solicitó un monumento con base piramidal, coronada con un águila y rodeada de una balaustrada (barandilla) en semicírculo. Atrás había un muro con letras de mármol con su nombre. Se colocó en la plazuela de Oaxaquilla y se plantaron árboles. Este es el antecedente de lo que más adelante sería el Paseo Nuevo”, refiere.

En 1829, robaron el busto de Miguel Bravo, pero se mandó a hacer otro y se colocó en 1830, cuando pusieron un guardia para custodiarlo..

El Monumento a la Independencia Nacional se colocó frente al Santuario de Guadalupe en 1898. Foto: Charles B. Whaite, c.a.

“Ocurre la Guerra de Reforma y, en medio del conflicto, se proyectó ampliar el Paseo Nuevo para darle un poquito más de vista al lugar (1855). Se procedió a unir la Plazuela de Guadalupe (en Avenida Reforma) con la Plazuela de Oaxaquilla (que llegaba a la 9 Poniente) en donde estaba el busto de Bravo porque estaban separadas, sólo había unas casitas entre la 3 y 5 Poniente, que el ayuntamiento compró para demoler. Así nació el Paseo Nuevo”, detalla.

“Se construyó un nuevo monumento a Miguel Bravo, pero ahora era un pedestal, una columna con una base cuadrada y en la punta el busto, y en la parte de abajo, la letras con su nombre”, comenta.

Cuando Puebla fue sitiada por el Ejército Francés, en 1863, el Colegio de San Javier se convirtió en fuerte y talaron por completo el Paseo Nuevo.

“También trasladaron el monumento de Bravo a la penitenciaria, pero no sobrevivió la destrucción que hubo durante el sitio y se perdió entre el escombro”, advierte.

Aspecto del Paseo Bravo durante la segunda mitad del siglo XX. Foto: Cortesía Archivo General Municipal de Puebla

De Paseo Nuevo a Paseo Bravo

El Paseo Nuevo había quedado como un llano, entonces las autoridades decidieron construirlo y aumentarle una manzana, la de la 11 Poniente (1864-67). También le cambiaron el nombre a Paseo de la Emperatriz, en honor a Eugenia, la esposa de Napoleón III.

“Lo construyeron estilo afrancesado y le pusieron una barda perimetral para cerrar el jardín. Se hicieron cinco fuentes para colocarlas una en cada esquina y otra al centro, además se pusieron esculturas estilo neoclásico de Bernardo de Iriarte, que fue alumno de José Manzo, quien en 1855 había adornado el Paseo Nuevo”, comenta.

Se construyeron cuatro entradas con seis metros de altura, la principal estaba frente a la iglesia de Guadalupe, pero también pusieron entradas frente a las calles 3, 5 y 9 Poniente. Fue en 1870 cuando el jardín se comenzó a llamar Paseo Bravo.

“En la época de la restauración de la república (1867-1876) se volvió a hacer el busto de Miguel Bravo, pero ahora colocaron el monumento frente al Santuario de Guadalupe. El busto de Bravo estuvo ahí hasta 1896, cuando fue cedido al Museo Militar del Batallón de San Javier (13 Sur) y se perdió durante la Revolución”, lamenta.

En 1898, Porfirio Díaz estuvo en la ciudad para inaugurar el Monumento a la Independencia Nacional (hoy en la glorieta de la 19 Sur de la Avenida Juárez) que se colocó frente a La Villita, donde estaba el de Miguel Bravo, que desapareció; y otro, que se había hecho en 1896, a Nicolás Bravo, sobrino de Miguel, que fue colocado sobre la glorieta de la 9 Poniente.

El Paseo Bravo albergó un zoológico que albergaba osos, venados, pumas, avestruces, zorros, serpientes, cocodrilos y hasta leones africanos. En la foto el león César. Foto: Cortesía Puebla Antigua

El Paseo Bravo en el siglo XX

Los monumentos a Nicolás Bravo y a la Independencia, fueron instalados por el Presidente Municipal, Leopoldo Gavito, quien también mandó a demoler la barda del Paseo Bravo y construyó el kiosko, que fue nombrado Mucio P. Martínez, en honor al gobernador.

“El kiosko fue inaugurado también por Porfirio Díaz, el 7 de enero de 1900, cuando vino al cumpleaños del gobernador Mucio, quien era su amigo”, asegura.

Gavito también construyó la escultura de Gabino Barreda, que fue inaugurada en 1903, donde hoy está El Gallito. En 1904 se construyó la estatua de Esteban de Antuñano, pionero de la industria textil en Puebla, se colocó del mismo lado pero sobre la 13 Sur.

“Como parte de los festejos del Centenario de la Consumación de la Independencia, la colonia francesa de Puebla obsequió el reloj El Gallito, en septiembre de 1921. El 5 de mayo de 1922, se puso la primera piedra para construir la fuente española o colonial (frente Avenida Juárez). La colonia inglesa obsequio la fuente dedicada a la China Poblana (sobre la 11 Poniente), en 1929. En ese año se trasladó a la 19 Sur el Monumento a la Independencia. En 1940, Ávila Camacho, construyó la pista de patinaje. Después se puso el zoológico y había un lago con servicio de lanchas”, detalla..

En 1959 se instalaron en el Paseo Bravo los juegos mecánicos de Atracciones Castañeda, donde permanecieron durante 30 años. Foto: Autor desconocido

El zoológico y el parque infantil fueron inaugurados el 5 de febrero de 1943 durante la presidencia municipal de Juan Manuel Treviño, según consta en la placa ubicada en la zona de sanitarios del edificio levantado en el Paseo Bravo.

Durante 30 años, los habitantes de diferentes especies del zoológico cautivaron a los poblanos a través de sus jaulas ubicadas paralelamente a la 13 sur. Entre los animales que albergaba había osos, venados, pumas, avestruces, zorros, serpientes, cocodrilos y hasta leones africanos. En 1973, se cerró cuando los animales se entregaron en custodia al parque de conservación de vida silvestre, Africam Safari.

En 1959, se instalaron juegos mecánicos de forma permanente en el Paseo Bravo, era Atracciones Castañeda. Ofrecieron diversión y sana convivencia a los poblanos durante treinta años. En 1987, fueron removidos para trasladarlos a la parte posterior del Polideportivo Xonaca.

Ramírez Huitrón puntualiza diciendo que, exactamente frente a la iglesia de Guadalupe, se había construido la Gasolinera Los Virreyes que, además, tenía servicio automotriz, hacían cambio de neumáticos, lavado de autos, había baños, boleadores y una oficina turística. Tapaba completamente el santuario, y como se había instalado de forma ilegal en la parte norte de Paseo Bravo, lo tiraron en 1967 para recuperar el espacio.

En 1967 fue demolido el Servicio Virreyes que se había establecido de forma ilegal en la parte norte del Paseo Bravo y tapaba por completo el Santuario de Guadalupe. Foto: Cortesía Puebla Antigua


Hacia el siglo XXI

Durante la administración del alcalde Marco Antonio Rojas Flores (1990-1993), se hicieron trabajos para mejorar de forma integral el Paseo Bravo.

El jardín se partió para abrir la calle 3 Poniente al tránsito vehicular. También se desapareció el lago y se remozó el acuario para funcionar como edificio del impuesto predial (hoy Dirección de Catastro) y se instaló el monumento a Juan de Palafox y Mendoza.

Dentro de los trabajos de reforestación se colocaron más de 50 mil plantas, 8 mil 500 metros cuadrados de pasto, y se plantaron cerca de 300 árboles.

En ese momento, el Paseo Bravo contaba con una superficie total de 42 mil 500 metros cuadrados. De áreas verdes eran 23 mil 500 metros cuadrados, 16 mil 268 metros cuadrados de andadores, y 2 mil 732 metros cuadrados de la pista del kiosko.


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