Hace 489 años la Ciudad de los Ángeles fue fundada tras la caída de Tenochtitlán, aunque la fecha es motivo de discusión entre los historiadores, ya que algunos datos marcan que el 16 de abril se celebró la primera misa en el Valle de Tlaxcala, sitio donde ahora se ubica la ciudad.
Otros datos arrojan que fue entre el 28 y 29 de septiembre cuando la Reina Isabel de Portugal firmó la cédula de fundación. Tres personajes destacan en la fundación: Juan de Salmerón, quien era presidente de la Real Audiencia de la Nueva España; Julián Garcés, obispo de Tlaxcala quien por un sueño afirmó que los ángeles le indicaron el lugar para asentar la nueva población; y Hernando Saavedra, quien trazó la ciudad.
Por este motivo un estudiante de 18 años de la licenciatura de Historia de la BUAP creó un poema inspirado en la Poesía Cívica Nerudiana.
“Hace mucho no me interesaba lo que pasaba en la sociedad actualmente estoy tratando de tener pensamientos altruistas, buscar hacer conciencia en la sociedad por el contexto que estamos viviendo”, destacó Edwin González Paz autor de este poema.
Otra de sus inspiraciones fue la unidad habitacional La Margarita, sitio donde creció y el cual rememora en sus líneas.
Aquí el poema:
Puebla, en mi recuerdo te llevo.
Cuando camino por tus piedras negras
de tu centro, me recuerdo cuando me
deslizaba en Margarita, pues en
aquellos días mi vida era ajena a tus
problemas, era indiferente a tus pesares.
Puebla, en mi recuerdo estás presente
como barca en los ríos, miro tus
destellos a la puerta de Malinche y
oigo tus cantos en la lluvia que cae a
tus faldas, pues ahí se pierde mi día,
se pierde mi vida.
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Amada ciudad, adoro tus faroles en tu seno,
amo las fuentes que parecen cascadas y que
bañan con luz al individuo después de una
larga jornada. Yo deliro con tus cerros que
ven nacer tus caminos, pero admiro aún más
tu violín indolente del ser con dolencia.
Pero cuando a mitad de Zócalo volteo a mi
diestra y a siniestra… me doy cuenta.
¿Qué manos malignas rompieron con tu libertad?
¿Qué seres de tan labia atroz y dogmas ridículos,
privaron de voluntad a tus habitantes?
Ahí es cuando esta cascada de San Miguel, llena de
laureles y esperanza, se seca,
aquí es cuando me doy cuenta de que tus dolores y
tus pesares son evidentes.
¡Oh Puebla!
Lamento tanto haberte abandonado todo este tiempo.
Puebla, naciste conservando tus valores y
oprimiendo a tus constructores, pero es tu
decisión seguir siendo así, es tu decisión dar
voz al campesino, al obrero. ¡Otórganos la voz
o la tomaremos ya mismo! Otorga voz al indígena,
al pobre, al artesano, al artista… y no lo suprimas
en una dolorosa banalidad, banalidad que deteriora.
Hacerlo, o lo haremos nosotros: La vanguardia.
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Soy un simple poeta que ve en su juventud la raíz
más fina del cambio, por más traicionado que me
sienta por los míos. Mírame a mí, no soy un exigente…
solo pido un día sin penas y sin dolores, no pido
más que una vida sin injusticias y con corazones en
palma hacia tus nubes pobladas de libertad.
Y si eso es ser un exigente, entonces acribíllame.
Mira al colosal guerrero, a la mujer dormida, al pico,
a las altas alturas de Canoa, estamos acorralados por
gigantes, gigantes que han estado, están y seguirán
cuando nos hayamos ido. Pero esos son los únicos gigantes
que quiero para todos, no los que evaden su conciencia y
aquellos a quienes no les importamos.
Poblano, mexicano, latinoamericano, a ti te escribo estas
ramas quebradizas y dolorosas; llamadas palabras, pues
en esta hora en que teclas y rayos me abundan, creo
conocerte más que antes. Pues quiero que seamos hermanos,
hermanos de ciudad, nacionalidad, identidad y de objetivos comunes: La libertad, para que juntos andemos y recuperemos
lo que es nuestro.
¡Os juro que no es imposible!