La casa de Tecali 715, hoy 3 Poniente, fue habitada más de un siglo por poblanos con ascendencia judía que pasaron desapercibidos por sus raíces españolas, eran sefardíes. La vivienda fue escenario de reuniones familiares y evento gratos, pero también ha sido testigo de cien años de historia de la ciudad.
Esa casa junto con otras diez más, fueron rescatadas y hoy fungen como centros educativos en los que la sabiduría, el arte y la historia universal se hacen presentes en todos sus rincones.
LA TRADICIÓN SEFARDÍ
“Yo nací en la casa de la 3 poniente 715 que heredó mi abuela materna, Ana María Limón Pérez, de sus papás a principios del siglo XX (1905), ellos a su vez la habían heredado de mis bisabuelos”, expone Fernando García Limón, fundador del Museo del Automóvil Puebla.
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Refiere que tanto por parte de los Limón como de los Pérez su familia es de ascendencia judía sefardita. Los sefardíes son judíos que vivieron o nacieron en España y aunque no permanecieron en territorio ibérico, siempre han estado ligados a la cultura hispánica.
“En el año 70 de nuestra era los judíos se dispersaron y formaron colonias en diferentes países del mundo, Argentina, Brasil, Etiopía, etcétera. El principal lugar donde se establecieron fue Nueva York donde estaban los grandes guetos judíos”, asegura.
Él no sabe con exactitud cuándo se establecieron en Puebla, pero su abuela y su mamá, nacieron en Acatzingo. Señala que había otro grupo de sefardíes en Tepeyahualco quienes vivían en la hacienda del mismo nombre, que era enorme y hasta panteón tenía, todos eran parientes.
Enfatiza que también había en Tehuacán y en algún momento se trasladaron a la ciudad de Puebla. Asegura que se concentraban en el mismo lugar para apoyarse.
“Había unos departamentos por el cine Coliseo que a lo mejor construyó un judío y él les empezó a rentar a otros. Solo salían a hacer sus negocios, comprar o vender oro y plata, algunos buscaban cosas que pudieran vender sin salir”, señala.
“Ellos pasaban como españoles, la gente no sabía que eran sefarditas porque en esa época decir que eran de ascendencia judía les podía ocasionar problemas. Entonces cuando mi abuela heredó la casa de la calle Tecali toda la familia (tíos, primos, etcétera), buscó vivir en los alrededores para estar todos juntos”, detalla.
EL HOGAR QUE LO VIO NACER
Relata que cuando su mamá y su papá se casaron (1920) se fueron a vivir a la 3 Poniente 915, frente a la casa de su abuela. Tuvieron 9 hijos y Fernando es el octavo.
En esa época las casa habitación tenían muchos cuartos y normalmente se rentaba cada uno para familias, es lo que se conoce como vecindades; aunque había otras casas que solo eran familiares.
“La familia vivía arriba y abajo por lo regular eran bodegas, o había una oficina o despacho, también una biblioteca, y rentaban las accesorias que daban a la calle. En la casa de mi abuela había una costurera y una viejita que era prestamista”, dice.
Fernando comenta que conforme se fueron casando los hijos de su abuela ella se fue quedando sola y entonces sus papás, que vivían enfrente, se pasaron a vivir a esa casa donde el nació, en la 3 poniente 715.
“Después de ahí nos pasamos a vivir junto, a la casa número 709, que estaba junto a los baños del señor Campos. Nosotros nos sentíamos dueños de la 3 poniente, era nuestro caminar diario y de ahí íbamos a la ferretería de mi papás, al zócalo, a la Catedral, a la panadería, a donde fuera”, recuerda.
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DEMOLER PARA VENDER
En la década de los años treinta del siglo XX se empezaron a demoler casas para hacer construcciones nuevas, asegura Fernando.
“Mi hermano trabajaba con el ingeniero Mastretta que demolía casas y las vendía así demolidas. Pero hasta la fecha hay huecos que se pueden contemplar porque ya no se construyó nada. Como el estacionamiento de la 5 Poniente, casi llegando a la 16 de septiembre, aún tiene un pedacito de fachada que es donde venden molotes”, sentencia.
Recuerda que a un señor lo obligaron a rehacer la casa, una que está atrás del Congreso, del lado de la 3 poniente, solo es la fachada y si la abren están apuntaladas las casas de junto. Ahí guardan coches.
“Jorge León fundador de la Universidad Alva Edison compró la casa de la 3 poniente 715 donde yo nací. Él rescató esa casa, y otras. La dejó muy bonita y hoy es el Área de Investigación de la institución”, concluye García Limón.
HISTORIA Y ARTE EN CENTROS EDUCATIVOS
En al año 2011, Jorge León Vázquez, rector de la Universidad Alva Edison, compro la casa donde vivieron las generaciones de la familia Limón más de un siglo.
La casa conserva su estructura y hoy está dedicada a la educación y al conocimiento. A lo largo de sus pasillos, habitaciones y patios, todo conecta con la historia universal. En cada salón se rinde homenaje a un ilustre personaje, desde Jesucristo, pasando por Gandhi, hasta llegar a los Ávila Camacho, con quienes León Vázquez se crio.
“Mis abuelitos se divorciaron cuando mi papá tenía 13 años y él fue a parar con su madrina, Eufrosina Camacho, que era la mamá de los Ávila Camacho. Mi papá era Pompeyo León Fernández y vivió con ellos 70 años y lo querían mucho, por eso me crie con ellos”, asegura León Vázquez.
“Yo soy ´tezuiterco´ igual que ellos y con el que más conviví fue con Rafael Ávila Camacho, tuvimos una gran amistad por 23 años. Él fue quien le dio la autonomía a la UAP, además creó el concepto de Centros Escolares, por eso fue conocido como el Gobernador Educador”, señala.
Jorge explica que él fundó la Universidad Alva Edison en el centro porque un día leyó un libro del doctor la Ferrière en el que decía que con el tiempo los centros de las ciudades iban a florecer como centros educativos.
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LA CASA DE LA SABIDURÍA
León Vázquez estudió Ingeniería en Sistemas en el Politécnico Nacional, entre otras carreras, y trabajó con el gobierno estatal cuando este tenía la única computadora de Puebla, en esa época él contaba con 23 años.
Alrededor de 1977 una computadora era algo novedoso y no había escuelas de computación como ahora. Refiere que lo invitaban a dar conferencias en las universidades como la UAP o UDLAP, y la gente le insistía que diera clases porque nadie sabría utilizar la computadoras que el instalaba.
“Un amigo tenía una zapatería y me prestó su bodega para empezar ahí, no dure ni un mes, nos cambiamos al edificio de Avenida Reforma y la siete, donde está el Teorema, la parte de arriba era la escuela. Eso fue en 1982 y estuve ahí hasta el 1993, diez años después compré la casa de Reforma y 9 sur que fue el primer plantel de la Universidad, luego compre las casa adyacentes para juntarlas”, detalla.
“La casa de la 3 poniente 715 se la compré a un señor Carlos Díaz en 2011, la arreglamos y hoy es nuestra Área de Investigación que a mí en lo personal es la que más me gusta. Después compramos esta, en la 9 sur y 5 poniente, que también son tres casas y es nuestra Área de Sabiduría”, señala.
Este plantel está por completo dedicado al arte y a la sabiduría, en su interior tiene una reproducción de la Capilla Sixtina y también una Biblioteca Palafoxiana que se ha conformado con libros de la colección del fundador y colecciones donadas por Fernando García Limón y el sacerdote Ángel de Jesús Paz y Puente, quien fue el párroco de la Iglesia de San Marcos y la de San Ildefonso que están frente al plantel de Reforma.
Hoy la universidad tiene 7 planteles en la misma zona, algunos están formados por dos o tres casas, es decir, son más de 10 casas las que ha comprado para rescatar y convertirlas en centros educativos.
Además de ser fundador de la Universidad Alva Edison, Jorge León Vázquez, es Director Internacional de la Academia Mundial de Educación y Embajador de la Paz de la UNESCO. En su afán de ofrecer una educación integral, ha rescatado el paisaje de la ciudad conservando estas casas históricas.
OTROS JUDÍOS EN PUEBLA
Jorge Rodríguez Pacheco expone que en Puebla también radicaron judíos de origen ruso y polaco, a quienes tuvo oportunidad de conocer.
“Conocí a varios judíos que radicaron en la ciudad en los años 40 y 50 del siglo XX. Una de las familias más reconocida era la de don Aarón Poltolarek que tenía una tienda que se llamaba ´El Nuevo Mundo´. Tuvo dos hijos, un varón de nombre Max y una hija Aida, que se casó con un judío llamado Samuel Dychter”, detalla.
Refiere que tuvieron dos hijos brillantes que fueron educados en el Colegio Americano. Aarón murió muy joven y Samuel hizo carrera como funcionario público en el gobierno federal.
“Isaac Ladisinsky era otro judío que radicaba en Puebla y se hizo multimillonario recogiendo desperdicios de las fábricas. Tuvo una hija que se casó con un muchacho judío estadounidense de nombre Alberto Suauwisch, que era una buena persona”, señala.
Recuerda que otra familia muy connotada eran los Curian que tuvieron tenían un negocio de ropa en el pasaje y la 2 oriente que se llamaba “El caballero elegante” y luego tuvieron la representación de las agencias Chrysler de automóviles que después le vendieron a Reyes Huerta.
