Cuando se habla de las tradiciones culinarias que han forjado la identidad de Puebla, el negocio de tortas El Rayito surge como un referente digno de mención. La historia de este establecimiento se remonta a más de cinco décadas atrás. El negocio está ubicado en la 4 Poniente 2906 en la colonia Amor de la capital del estado y cuenta con dos sucursales más: en la 31 Poniente y en el Bulevar Niño Poblano.
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De abarrotes a tortas
En 1966, el señor Francisco Garrido y su esposa, la señora Celia Ramírez, abrieron las puertas de un modesto negocio de abarrotes en su hogar de la colonia Amor. Tras dejar su trabajo en una fábrica textil, el señor Garrido buscaba sustento para su familia a través de este pequeño establecimiento. Sin embargo, fue la habilidad culinaria de Celia la que marcaría un hito en la historia de El Rayito.
“Mi mamá fue muy trabajadora, no salía, siempre estaba trabajando, no teníamos empleados, tenía que estar la familia, tanto ella como mi papá eran padres de siete hijos, entonces tenían que estar checando el negocio para sostenerlo”, relata Francisco Garrido, hijo de los fundadores y quien continúa con la tradición del negocio en la 4 Poniente.
Los vecinos, encantados por los platillos tradicionales que Celia preparaba con esmero, comenzaron a solicitar con insistencia sus tortas. Fue así como el negocio dio un giro inesperado, abandonando gradualmente la venta de abarrotes para centrarse en la elaboración y comercialización de estos alimentos.
Mi papá dijo que se iba a llamar así porque quería que se atendiera y vendiera rápido, desde siempre se quedó ese nombre (…) desde que estaban los abarrotes así lo nombraba mi papá y pues a la fecha continúa”, destaca Garrido, quien agrega que “había fábricas textiles y mucho transporte, entonces entre los vecinos y los trabajadores empezaron a pedir tortas, ella las empezó a hacer y fue un éxito, fue todo paulatinamente hasta que de pronto fue más negocio (que los abarrotes) y se quedó con eso
Éxito en la zona y expansión
El éxito de las tortas El Rayito pronto trascendió los límites de la comunidad local. La fama de sus preparaciones, en las que se destacaban la milanesa de pollo y cerdo, el queso de cerdo y el queso blanco, atrajo a una clientela diversa que incluía desde trabajadores de la zona hasta estudiantes y personal médico del cercano hospital San Alejandro.
“Se llenaba de gente esto (el negocio), por la parada de transporte público y por las personas que de por sí consumían, era un movimiento exagerado en la zona, además de que había muchos más negocios también, como tienditas y otros locales, (pero) los tiempos han cambiado”, comparte Francisco.
Impulsados por esta creciente demanda, los Garrido Ramírez decidieron expandir el negocio, abriendo más sucursales adicionales en diferentes puntos de la ciudad. De esta manera, El Rayito consolidó su presencia en Puebla, convirtiéndose en un referente.
Actualmente solo están dos más vigentes, además de esta, una en la 31 Poniente calle Paricutín 1704-A y la otra en el Boulevard Niño Poblano 2354, esas están a cargo de hermanos, yo soy el que está en esta señala el hijo.
Dos retos
A pesar del éxito, el negocio no estuvo exento de desafíos que pusieron a prueba la determinación de la familia Garrido Ramírez. Dos acontecimientos clave impactaron significativamente las operaciones del negocio: el cierre del hospital San Alejandro, que representaba una importante fuente de clientela, y las obras de infraestructura en el bulevar Norte, que redujeron drásticamente el flujo de personas en la zona.
Nos pegó mucho cuando fue lo del bulevar porque era la avenida principal y no había forma de cómo llegar de las personas, pero los clientes buscaban formas. Lo del hospital también porque teníamos clientes de ahí relata Francisco.
La clientela, mucha foránea
Hoy, El Rayito es considerado un ícono gastronómico para muchas personas en Puebla. Sus tortas, elaboradas con recetas tradicionales, han cautivado a generaciones de poblanos, incluyendo a celebridades como los hermanos Ortega y reconocidos comunicadores como Fernando Canales, Carlos Martín Huerta y al ya fallecido Javier López Díaz.
Además de que actualmente muchos de sus clientes son turistas que llegaron a vivir un tiempo en la ciudad. “Hay un cliente que es de Estados Unidos que ahora viene con su familia, pero como él estudió en Puebla pues los trae como de recuerdo, así como algunas familias hacen sus paradas aquí y ya luego agarran la pista, es bonito esto”, explica Garrido Ramírez.
Hasta donde tenga que llegar
El establecimiento aún continúa operando, ya no con el mismo horario que el de un principio, pero sigue siendo un referente en la zona, ya que muchos trabajadores, vecinos y estudiantes acuden para consumir las tortas mientras beben un refresco, convirtiéndolo así en un clásico poblano.
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Siempre he estado aquí desde chiquito, se siente mucha tradición, son más de 57 años, es lo importante mantenerse aquí, es bonito, esperemos que la siguiente generación continúe, aunque es difícil, porque ya tienen otras ideas, mi hijo luego viene, pero pues ya se dirá con el tiempo lo que pase finaliza Francisco Garrido.