"A cada piano siempre le dejo un pedacito de mi corazón. Aunque es toda una locura calibrar las 12 mil piezas, al final es una gran satisfacción. Para mí, es todo un arte ", es así como el poblano Roberto Vanelli Vega describe su profesión como afinador de pianos, la cual, ha desempeñado con gran pasión desde hace más de tres décadas, habilidad que le ha permitido formar parte de los 11 únicos afinadores de México autorizados por la prestigiosa marca de Yamaha Music.
Desde su más tierna infancia se vio rodeado por órganos y pianos, debido a que la tradición por construir, reparar y afinar estos instrumentos vino desde su tatarabuelo.
Los conocimientos se fueron compartiendo de generación en generación hasta que llegaron Vanelli, quien asegura que, de no haber nacido en una familia de músicos, jamás se hubiera imaginado hacer algo como lo que desempeña ahora.
"Construir, reparar y afinar, es un proceso sumamente pesado, ¡realmente es una locura!", dice entre risas y agrega: "hay músicos que se interesan por hacer algo así, pero cuando ven lo complicado que es, desisten".
Sin embargo, a pesar de lo difícil que resulta aprender cada uno de estos procesos, las satisfacciones que Roberto ha tenido a lo largo de su vida han sido sumamente placenteras. Muestra de ello son las grandes personalidades a las que ha conocido y a las que además le ha afinado sus instrumentos, entre ellos Chick Corea, pianista, tecladista y compositor estadounidense de jazz, ganador de 20 premios Grammy.
"Mi trabajo me ha permitido estar presente en importantes festivales internacionales. He tenido anécdotas muy satisfactorias entre ellas haber conocido a Jordi Savall, el mejor especialista de música antigua, director de orquesta y musicólogo español; a él le afine un clavecin las tres veces que visitó México. Otros de los músicos que también me dejaron gratas experiencias fue Chick Corea, gran pianista de Jazz y Bebo Valdés, afamado jazzista cubano".
NUEVAS TECNOLOGÍAS
Reconoce que la evolución tecnológica ha permitido echar mano de algunas aplicaciones para afinar cualquier instrumento, no obstante, no siempre se logra el resultado que uno desea.
"Hay quienes por ahorrarse un poco de dinero recurren a la tecnología y afinan con aplicaciones; en ese caso, lo que hago es darles algunos tips para que no rompan cuerdas, pero el problema es que cuando no se tiene la experiencia se pueden llegar a tardar hasta 12 horas y dejarlo peor".
Su espíritu filantrópico le ha movido el alma en varias ocasiones para reparar algunos pianos por voluntad propia y de esta manera sumarse a bellos actos de humanidad.
Ejemplo de lo anterior fue cuando decidió viajar a Nido del Águila, un pueblo tarahumara del estado de Chihuahua para darle una nueva vida al piano de Romayne Wheeler, concertista estadounidense que ha radicado en el lugar desde 1992.
Lo especial de esa anécdota es que Wheeler se ha dedicado a ofrecer conciertos para recaudar fondos y apoyar a los tarahumaras a quienes considera su gran familia. Cuando Roberto se enteró que el piano de Romayne estaba en malas condiciones, decidió viajar para reparar el instrumento y sumarse a esta acción de amor por el pueblo, por la música y sin duda por los pianos.
En su estudio y rodeado de 11 bellos pianos, Roberto comparte sus anécdotas que dan para muchas horas más de charla, pero a manera de resumen asegura que, para él, ver un piano en mal estado es "como ver una persona enferma a la que le anda dando tumbos la vida, sientes el abandono y te da tristeza. Sí, te vuelves loco de ver tantas piezas, pero al verlo reparado sientes una gran felicidad y es que, a cada piano, siempre le dejo un pedacito de mi corazón".
