/ sábado 8 de enero de 2022

Unidad Habitacional Vicente Budib: El sueño de un libanés en Puebla | Los tiempos idos

Hace cincuenta años se fundó este complejo, que representó una importante obra social

El sueño de un libanés que llegó a Puebla en 1911 se concretó con la edificación de la Unidad Habitacional Vicente Budib que dio vivienda a los trabajadores de su fábrica textil.

Pedro Budib Name, materializó el sueño de su padre en 1972 cuando inauguró el complejo con 115 casas, un proyecto que además incluyó escuela, iglesia, mercado, jardines y cancha deportiva. Así, la unidad habitacional se convirtió en una obra social sin precedentes en la Angelópolis.

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El corte de listón corrió a cargo del entonces Gobernador del Estado, Gonzalo Bautista O´Farril, acompañado por Pedro Budib y el arquitecto Everardo Morales Pardo | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

FAMILIAS AFORTUNADAS

“Mi esposo ya falleció, él me platicó que don Pedro nos regaló la casa para cumplir la promesa que le hizo a su papá cuando falleció, don Vicente le dijo: ´mis trabajadores me ayudaron a levantar la empresa, quiero que le des una casa a 115, a los que empezaron conmigo´”, asegura María Luisa de los Santos Ordoñez quien junto con su esposo Arturo Bravo y sus cuatro hijos, fueron de las familias afortunadas en recibir una casa en la unidad habitacional.

“Arturo trabajo en los telares de Textiles Anáhuac. Nosotros nomás venimos con nuestra ropita, mi hija tenía ocho meses y ahora ya tiene 42 años. La iglesia también la hizo el señor Budib y les dio casita a los padres. ¿Quién iba a procurar así a sus trabajadores? ¡nadie! Por eso le hicimos su monumento a don Pedro. El señor, que en paz descanse, fue una linda persona, que diosito lo tenga en su santa gloria”, sentencia.

Así lucieron las casas en su interior cuando fueron entregadas a los trabajadores | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

LA TEXTILERA QUE TRASPASÓ FRONTERAS

“Textiles Anáhuac tenía fama de producir tela de mucha calidad. Un compañero que era técnico de alta calificación y se llamaba Juan Cordero, nos platicó que don Pedro Budib trajo al laboratorio de la fábrica unas prendas que compró en Estados Unidos porque quería saber cómo estaba hecha la tela. En el análisis resultó que esa tela era producida por la misma Anáhuac. El producto que se fabricaba tenía gran aceptación y no solo en México”, asegura Ángel Zitlalpopoca Coyotzi, quien entró a trabajar la fábrica como aprendiz en los telares con 15 años, a finales de octubre de 1948.

Refiere que la empresa textil estaba en la 38 poniente, entre la 7 y 5 norte, y cuando él llegó todavía era una fábrica antigua con mucho personal.

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Desde su inicio la unidad habitacional contó con áreas verdes, escuela, canchas deportivas, juegos para niños e iglesia | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

“La mayoría de los obreros éramos jóvenes y en ese entonces era común tener apodos de animales, ¡hasta parecía Arca de Noé! estaba el toro, la vaca, el cochino, la burra, el burro y el perro. Pero a mí por mi actitud un tanto tímida o quizá en exceso educada me decían el reverendo”, expone.

“Don Pedro Budid, tenía la costumbre de trabajar entre los obreros en el área de acabado, encajaba como si fuera uno de ellos. A mí me causaba mucho temor, no es que fuera malo, era mi complejo que me impedía ver a las personas de igual a igual. Tenía una voz mucho muy agradable y varonil”, agrega.

MODERNIZACIÓN DE LA FÁBRICA

Recuerda que a inicios de la década de los cincuenta (siglo XX) un día llegaron a trabajar y el salón donde estaban los telares estaba vacío, lo que causó expectación entre los compañeros. Lo que había pasado es que habían comprado telares automáticos.

“Anáhuac compró los telares usados a la fábrica Mayorazgo, los limpiaron, los pintaron y los hicieron trabajar un año completo, eran americanos, marca Dryper. Justo al año la empresa trajo telares checoslovacos marca Kobo, con un sistema eléctrico que, cuando se rompía el hilo hacía un contacto y se paraba el telar para evitar que hubiera mayor desperfecto en el tejido, la empresa trabajó 5 años con esos telares”, detalla.

Dice que pasado ese tiempo volvieron a traer telares automáticos Dryper pero eran nuevos y fue cuando la fábrica textil comenzó a tomar mayor importancia tanto en su modernización como en la producción y muchos de los vicios que había, como el ausentismo, se fueron eliminando.

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Momento en el que el Gobernador del Estado, Gonzalo Bautista O´Farril, realiza la develación de la placa de la unidad habitacional en compañía de Pedro Budib | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Hubo una especie de renovación, no solamente en cuanto a la maquinaria sino en cuanto al personal. La modernización trajo nuevos empleos como de lubricador o canillero. A principio de los setenta trajeron telares marca Sulzer, que eran suizos, y ya fue una revolución porque redujo mucho el personal”, asegura.

El telar ya producía dos rollos en vez de uno y no necesitaba ni batería, ni canilla, se ponían un cono que iba enlazado a una pieza (proyectil) que, cada vez que viajaba de ida y vuelta, dejaba hilo que iba formando la tela, explica, y agrega que, a todo el personal que sobraba lo habilitaron para trabajar en el departamento de hilado y preparación, que después también tuvo cambios notables.

“Cuando me tomaron en cuanta como trabajador me empezaron a dar seguro social y mi salario que era de 4 pesos diarios pasó a 24 pesos a la semana, luego subió a 50 y al poco tiempo a los 104 pesos”, recuerda con agrado.

“Esto fue gracias a la modernización que constituyó un verdadero cambio en muchos órdenes. De manera individual nos enseñó a ser responsables, cumplidos y a amar nuestro trabajo. Cuando nos dieron la casa, yo la cuidaba tanto como a la maquinaria de la fábrica”, señala.

EL SUEÑO SE MATERIALIZA

Don Vicente Budid tuvo el deseo de hacer que sus obreros tuvieran casa propia, pero fueron sus hijos los que materializaron ese sueño”, señala.

Recuerda que durante las asambleas sindicales que se celebraban el primer sábado de mes, fue que se les empezó a dar información. Lo primero que les dijeron fue que el patrón le regalaría un lote a 115 trabajadores, la noticia despertó entusiasmo pero al mismo tiempo incredibilidad.

Las escrituras de las casas fueron entregadas por el Gobernador, los hermanos Budib Name y el general Héctor Camargo | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

“En un plazo de 4 a 5 años el proyecto fue tomando forma. En una asamblea nos avisaron que la empresa ya había adquirido un lugar que iba a empezar a urbanizar y que no nos darían un lote, que construirían casas y para tener derecho a una el requisito era que se tuvieran 10 años de antigüedad como trabajador de planta”, subraya.

“Algunos veníamos a dar la vuelta para ver cómo iban avanzando con las casas, había muchos obreros de la construcción trabajando en ellas. En otra asamblea nos dijeron que las casas iban a ser amuebladas y dijimos ¡qué bonito! Hasta que en la asamblea de Semana Santa de 1972 nos dijeron: ´vayan y tomen posesión de su casa, aquí están las llaves para cada uno´”, dice entusiasmado.

CASAS AMUEBLADAS EN PROPIEDAD

Ángel comenta que, viéndolas con los ojos de hoy, las casas eran muy sencillas pero amuebladas, tenían un juego de sala de 3 piezas y una mesita de centro, comedor con 6 sillas y un trasterito; en la cocina refrigerador, estufa y una barra con bancos que servía como desayunador; una recámara matrimonial, otra con dos camas individuales y la última con literas para los chiquillos; un baño completo y patio.

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https://cue.oem.cue.cloud/cue-web/#main?name=foto+7.JPG+nueva&uri=https%3A%2F%2Fcue.oem.cue.cloud%2Fwebservice%2Fescenic%2Fcontent%2F7703956&mimetype=x-ece%2Fpicture / El busto de Pedro Budib Name que se encuentra en la unidad habitacional, fue un regalo de los trabajadores que se vieron favorecidos con las casas | Foto: Erika Reyes | El Sol de Puebla


Enfatiza que una condición para recibir la casa era que durante diez años no se le hiciera ninguna modificación y asegura que, después de que les entregaron las casas y de acuerdo a las necesidades de la unidad, don Pedro Budib mandó a hacer lo que se iba requiriendo en la unidad, como una barda entre las casas para que tuvieran privacidad entre vecinos, cuartos de servicio y cisterna.

“Para nosotros fue una satisfacción muy grande recibir la casa, yo soy de un pueblo y había heredado una casa en San Felipe Hueyotlipan de casi mil metros cuadrados pero era casa de pueblo y no es lo mismo que tener una casa ya urbanizada con jardines al frente y al interior, zonas verdes”, dice orgulloso.

“Cuando se iba a ser la inauguración trajeron arboles jóvenes y ya se veía más bonito”, concluye.

UN CÓMODO CONJUNTO FAMILIAR

“Al noreste de la ciudad, sobre una superficie de 42,500 metros cuadrados, surgió a pasos agigantados la Unidad Habitacional Vicente Budib”, se lee en la crónica del miércoles 30 de Mayo de 1972 publicada por esta casa editorial.

“El costo de la unidad supera los 21 millones de pesos y está compuesta de 115 casas completamente amuebladas y decoradas que fueron obsequiadas a otros tantos obreros de la Compañía Industrial Textil Anáhuac (…) El conjunto cuenta con 7 mil metros cuadrados de áreas verdes; 900 metros de escuela y mercado; 6,900 metros cuadrados de pavimentación; 1,300 metros cuadrados de estacionamiento y 3,300 metros de banquetas y andadores”.

En el especial también se lee que cuando se entregaron, cada casa tenía 10 metros de frente y quince de fondo. Todas las viviendas eran de una sola planta con sala-comedor, cocina con barra para desayunar, un baño, tres recámaras con closet, patio de servicio y jardín.

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Placa en memoria de la señora Ignacia Name de Budib que se encuentra dentro de la iglesia de La Soledad | Foto: Erika Reyes | El Sol de Puebla

Pero eso no fue todo, la unidad habitacional fue planeada para ofrecer, no solo vivienda a los trabajadores de la familia Budib Name, sino todas las comunidades de un conjunto familiar. Así que además de las 115 casas, se construyó un templo, un mercado, una escuela, canchas deportivas, juegos infantiles y jardines. También contó con servicio de vigilancia para evitar robos

A 100 metros de la unidad habitacional se encuentra la iglesia de La Soledad que fue consagrada el 17 de diciembre de 1972 por el entonces arzobispo de Puebla, Octaviano Márquez y Toriz. Ahí se encuentra una placa en memoria de la señora Ignacia Name, esposa de don Vicente Budib.

La escuela lleva el nombre del hijo fallecido de don Vicente y doña Ignacia, Máximo Budib Name. Al mercado se le llamó Julián Abed Vargas, en honor de un querido amigo de la familia.

El proyecto de construcción de la urbanización estuvo a cargo de los arquitectos Everardo Morales Pardo y Gabriel Gómez Castillo, y por los ingenieros Celestino Cabo Rodríguez y Francisco Javier García Abaroa (…) La residencia de la obra por el arquitecto José Luis Romero Straffon y la supervisión por parte de CITASA, por los ingenieros Edmundo Dib T. y Antonio Osorio”.

Los señores Pedro y Guillermo Budib regalaron la unidad habitacional a los obreros de su fábrica para cumplir el deseo de su padre, don Vicente Budib, quien siempre aseguró que buena parte de su progreso se lo debió al trabajo de los obreros poblanos.

ASÍ SE VIVIÓ LA INAUGURACIÓN

La crónica de El Sol de Puebla, señala que: “Así a las 13:30 horas del día 28 de mayo, se cumplió el sueño de un industrial libanés que llegó a Puebla en 1911, don Vicente Budib, de dar casa a los obreros que le ayudaron a progresar y adquirir una considerable riqueza (…) Y aunque el sueño no lo vio cristalizado en vida, sus hijos Pedro y Guillermo lo realizaron”.

También se lee que fue el entonces Gobernador del Estado, Gonzalo Bautista O´Farril, quien inauguró la Unidad Habitacional Vicente Budid al lado de Pedro y Guillermo Budib Name, en presencia de los invitados de honor y cerca de 2 mil personas.

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Empresas que felicitaron la obra social de los señores Budib en el especial publicado el martes 30 de mayo de 1972 por esta casa editorial | Foto: Erika Reyes | El Sol de Puebla

Las 115 escrituras también fueron un obsequio de la familia Budib Name para los trabajadores de su fábrica textil que obtuvieron una casa habitación en propiedad; fueron entregadas por el gobernador y el general Héctor Camargo Figueroa de la XXV Zona Militar.

“Los trabajadores de la Compañía Industrial Textil Anáhuac dijeron que se debió conmemorar como una muestra de la alianza de patrones-empleados, cuando existe total buena fe por ambas partes (…) Para corresponder, entregaron una placa en la que se agradecen la entrega de las casas y les hacen llamar ´patrones ejemplo´”.

El maestro de ceremonias fue Mauricio Garcés y hubo una barbacoa amenizada por mariachi y conjuntos que mantuvieron a los presentes en feliz convivencia.

El sueño de un libanés que llegó a Puebla en 1911 se concretó con la edificación de la Unidad Habitacional Vicente Budib que dio vivienda a los trabajadores de su fábrica textil.

Pedro Budib Name, materializó el sueño de su padre en 1972 cuando inauguró el complejo con 115 casas, un proyecto que además incluyó escuela, iglesia, mercado, jardines y cancha deportiva. Así, la unidad habitacional se convirtió en una obra social sin precedentes en la Angelópolis.

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El corte de listón corrió a cargo del entonces Gobernador del Estado, Gonzalo Bautista O´Farril, acompañado por Pedro Budib y el arquitecto Everardo Morales Pardo | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

FAMILIAS AFORTUNADAS

“Mi esposo ya falleció, él me platicó que don Pedro nos regaló la casa para cumplir la promesa que le hizo a su papá cuando falleció, don Vicente le dijo: ´mis trabajadores me ayudaron a levantar la empresa, quiero que le des una casa a 115, a los que empezaron conmigo´”, asegura María Luisa de los Santos Ordoñez quien junto con su esposo Arturo Bravo y sus cuatro hijos, fueron de las familias afortunadas en recibir una casa en la unidad habitacional.

“Arturo trabajo en los telares de Textiles Anáhuac. Nosotros nomás venimos con nuestra ropita, mi hija tenía ocho meses y ahora ya tiene 42 años. La iglesia también la hizo el señor Budib y les dio casita a los padres. ¿Quién iba a procurar así a sus trabajadores? ¡nadie! Por eso le hicimos su monumento a don Pedro. El señor, que en paz descanse, fue una linda persona, que diosito lo tenga en su santa gloria”, sentencia.

Así lucieron las casas en su interior cuando fueron entregadas a los trabajadores | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

LA TEXTILERA QUE TRASPASÓ FRONTERAS

“Textiles Anáhuac tenía fama de producir tela de mucha calidad. Un compañero que era técnico de alta calificación y se llamaba Juan Cordero, nos platicó que don Pedro Budib trajo al laboratorio de la fábrica unas prendas que compró en Estados Unidos porque quería saber cómo estaba hecha la tela. En el análisis resultó que esa tela era producida por la misma Anáhuac. El producto que se fabricaba tenía gran aceptación y no solo en México”, asegura Ángel Zitlalpopoca Coyotzi, quien entró a trabajar la fábrica como aprendiz en los telares con 15 años, a finales de octubre de 1948.

Refiere que la empresa textil estaba en la 38 poniente, entre la 7 y 5 norte, y cuando él llegó todavía era una fábrica antigua con mucho personal.

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Desde su inicio la unidad habitacional contó con áreas verdes, escuela, canchas deportivas, juegos para niños e iglesia | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

“La mayoría de los obreros éramos jóvenes y en ese entonces era común tener apodos de animales, ¡hasta parecía Arca de Noé! estaba el toro, la vaca, el cochino, la burra, el burro y el perro. Pero a mí por mi actitud un tanto tímida o quizá en exceso educada me decían el reverendo”, expone.

“Don Pedro Budid, tenía la costumbre de trabajar entre los obreros en el área de acabado, encajaba como si fuera uno de ellos. A mí me causaba mucho temor, no es que fuera malo, era mi complejo que me impedía ver a las personas de igual a igual. Tenía una voz mucho muy agradable y varonil”, agrega.

MODERNIZACIÓN DE LA FÁBRICA

Recuerda que a inicios de la década de los cincuenta (siglo XX) un día llegaron a trabajar y el salón donde estaban los telares estaba vacío, lo que causó expectación entre los compañeros. Lo que había pasado es que habían comprado telares automáticos.

“Anáhuac compró los telares usados a la fábrica Mayorazgo, los limpiaron, los pintaron y los hicieron trabajar un año completo, eran americanos, marca Dryper. Justo al año la empresa trajo telares checoslovacos marca Kobo, con un sistema eléctrico que, cuando se rompía el hilo hacía un contacto y se paraba el telar para evitar que hubiera mayor desperfecto en el tejido, la empresa trabajó 5 años con esos telares”, detalla.

Dice que pasado ese tiempo volvieron a traer telares automáticos Dryper pero eran nuevos y fue cuando la fábrica textil comenzó a tomar mayor importancia tanto en su modernización como en la producción y muchos de los vicios que había, como el ausentismo, se fueron eliminando.

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Momento en el que el Gobernador del Estado, Gonzalo Bautista O´Farril, realiza la develación de la placa de la unidad habitacional en compañía de Pedro Budib | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

Hubo una especie de renovación, no solamente en cuanto a la maquinaria sino en cuanto al personal. La modernización trajo nuevos empleos como de lubricador o canillero. A principio de los setenta trajeron telares marca Sulzer, que eran suizos, y ya fue una revolución porque redujo mucho el personal”, asegura.

El telar ya producía dos rollos en vez de uno y no necesitaba ni batería, ni canilla, se ponían un cono que iba enlazado a una pieza (proyectil) que, cada vez que viajaba de ida y vuelta, dejaba hilo que iba formando la tela, explica, y agrega que, a todo el personal que sobraba lo habilitaron para trabajar en el departamento de hilado y preparación, que después también tuvo cambios notables.

“Cuando me tomaron en cuanta como trabajador me empezaron a dar seguro social y mi salario que era de 4 pesos diarios pasó a 24 pesos a la semana, luego subió a 50 y al poco tiempo a los 104 pesos”, recuerda con agrado.

“Esto fue gracias a la modernización que constituyó un verdadero cambio en muchos órdenes. De manera individual nos enseñó a ser responsables, cumplidos y a amar nuestro trabajo. Cuando nos dieron la casa, yo la cuidaba tanto como a la maquinaria de la fábrica”, señala.

EL SUEÑO SE MATERIALIZA

Don Vicente Budid tuvo el deseo de hacer que sus obreros tuvieran casa propia, pero fueron sus hijos los que materializaron ese sueño”, señala.

Recuerda que durante las asambleas sindicales que se celebraban el primer sábado de mes, fue que se les empezó a dar información. Lo primero que les dijeron fue que el patrón le regalaría un lote a 115 trabajadores, la noticia despertó entusiasmo pero al mismo tiempo incredibilidad.

Las escrituras de las casas fueron entregadas por el Gobernador, los hermanos Budib Name y el general Héctor Camargo | Foto: Hemeroteca El Sol de Puebla

“En un plazo de 4 a 5 años el proyecto fue tomando forma. En una asamblea nos avisaron que la empresa ya había adquirido un lugar que iba a empezar a urbanizar y que no nos darían un lote, que construirían casas y para tener derecho a una el requisito era que se tuvieran 10 años de antigüedad como trabajador de planta”, subraya.

“Algunos veníamos a dar la vuelta para ver cómo iban avanzando con las casas, había muchos obreros de la construcción trabajando en ellas. En otra asamblea nos dijeron que las casas iban a ser amuebladas y dijimos ¡qué bonito! Hasta que en la asamblea de Semana Santa de 1972 nos dijeron: ´vayan y tomen posesión de su casa, aquí están las llaves para cada uno´”, dice entusiasmado.

CASAS AMUEBLADAS EN PROPIEDAD

Ángel comenta que, viéndolas con los ojos de hoy, las casas eran muy sencillas pero amuebladas, tenían un juego de sala de 3 piezas y una mesita de centro, comedor con 6 sillas y un trasterito; en la cocina refrigerador, estufa y una barra con bancos que servía como desayunador; una recámara matrimonial, otra con dos camas individuales y la última con literas para los chiquillos; un baño completo y patio.

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Enfatiza que una condición para recibir la casa era que durante diez años no se le hiciera ninguna modificación y asegura que, después de que les entregaron las casas y de acuerdo a las necesidades de la unidad, don Pedro Budib mandó a hacer lo que se iba requiriendo en la unidad, como una barda entre las casas para que tuvieran privacidad entre vecinos, cuartos de servicio y cisterna.

“Para nosotros fue una satisfacción muy grande recibir la casa, yo soy de un pueblo y había heredado una casa en San Felipe Hueyotlipan de casi mil metros cuadrados pero era casa de pueblo y no es lo mismo que tener una casa ya urbanizada con jardines al frente y al interior, zonas verdes”, dice orgulloso.

“Cuando se iba a ser la inauguración trajeron arboles jóvenes y ya se veía más bonito”, concluye.

UN CÓMODO CONJUNTO FAMILIAR

“Al noreste de la ciudad, sobre una superficie de 42,500 metros cuadrados, surgió a pasos agigantados la Unidad Habitacional Vicente Budib”, se lee en la crónica del miércoles 30 de Mayo de 1972 publicada por esta casa editorial.

“El costo de la unidad supera los 21 millones de pesos y está compuesta de 115 casas completamente amuebladas y decoradas que fueron obsequiadas a otros tantos obreros de la Compañía Industrial Textil Anáhuac (…) El conjunto cuenta con 7 mil metros cuadrados de áreas verdes; 900 metros de escuela y mercado; 6,900 metros cuadrados de pavimentación; 1,300 metros cuadrados de estacionamiento y 3,300 metros de banquetas y andadores”.

En el especial también se lee que cuando se entregaron, cada casa tenía 10 metros de frente y quince de fondo. Todas las viviendas eran de una sola planta con sala-comedor, cocina con barra para desayunar, un baño, tres recámaras con closet, patio de servicio y jardín.

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Placa en memoria de la señora Ignacia Name de Budib que se encuentra dentro de la iglesia de La Soledad | Foto: Erika Reyes | El Sol de Puebla

Pero eso no fue todo, la unidad habitacional fue planeada para ofrecer, no solo vivienda a los trabajadores de la familia Budib Name, sino todas las comunidades de un conjunto familiar. Así que además de las 115 casas, se construyó un templo, un mercado, una escuela, canchas deportivas, juegos infantiles y jardines. También contó con servicio de vigilancia para evitar robos

A 100 metros de la unidad habitacional se encuentra la iglesia de La Soledad que fue consagrada el 17 de diciembre de 1972 por el entonces arzobispo de Puebla, Octaviano Márquez y Toriz. Ahí se encuentra una placa en memoria de la señora Ignacia Name, esposa de don Vicente Budib.

La escuela lleva el nombre del hijo fallecido de don Vicente y doña Ignacia, Máximo Budib Name. Al mercado se le llamó Julián Abed Vargas, en honor de un querido amigo de la familia.

El proyecto de construcción de la urbanización estuvo a cargo de los arquitectos Everardo Morales Pardo y Gabriel Gómez Castillo, y por los ingenieros Celestino Cabo Rodríguez y Francisco Javier García Abaroa (…) La residencia de la obra por el arquitecto José Luis Romero Straffon y la supervisión por parte de CITASA, por los ingenieros Edmundo Dib T. y Antonio Osorio”.

Los señores Pedro y Guillermo Budib regalaron la unidad habitacional a los obreros de su fábrica para cumplir el deseo de su padre, don Vicente Budib, quien siempre aseguró que buena parte de su progreso se lo debió al trabajo de los obreros poblanos.

ASÍ SE VIVIÓ LA INAUGURACIÓN

La crónica de El Sol de Puebla, señala que: “Así a las 13:30 horas del día 28 de mayo, se cumplió el sueño de un industrial libanés que llegó a Puebla en 1911, don Vicente Budib, de dar casa a los obreros que le ayudaron a progresar y adquirir una considerable riqueza (…) Y aunque el sueño no lo vio cristalizado en vida, sus hijos Pedro y Guillermo lo realizaron”.

También se lee que fue el entonces Gobernador del Estado, Gonzalo Bautista O´Farril, quien inauguró la Unidad Habitacional Vicente Budid al lado de Pedro y Guillermo Budib Name, en presencia de los invitados de honor y cerca de 2 mil personas.

Léelo: Esta es la historia de El Barrio del Artista, cuna del talento poblano | Los tiempos idos

Empresas que felicitaron la obra social de los señores Budib en el especial publicado el martes 30 de mayo de 1972 por esta casa editorial | Foto: Erika Reyes | El Sol de Puebla

Las 115 escrituras también fueron un obsequio de la familia Budib Name para los trabajadores de su fábrica textil que obtuvieron una casa habitación en propiedad; fueron entregadas por el gobernador y el general Héctor Camargo Figueroa de la XXV Zona Militar.

“Los trabajadores de la Compañía Industrial Textil Anáhuac dijeron que se debió conmemorar como una muestra de la alianza de patrones-empleados, cuando existe total buena fe por ambas partes (…) Para corresponder, entregaron una placa en la que se agradecen la entrega de las casas y les hacen llamar ´patrones ejemplo´”.

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