Con la sencillez que lo caracterizó a lo largo de su vida, sólo en compañía de su familia, así quiso despedirse el coach “Tamal”.
Gustavo Adolfo Torres De Unanue falleció el martes por la tarde, a la edad de 60 años, después de pelear yarda a yarda, los últimos dos meses de su vida.
A pesar de tener una infinidad de amigos, que cosechó gracias a su don de gente e incomparable buen humor, el famoso coach de Futbol Americano, deporte al que se dedicó desde su niñez, y cuyos conocimientos transmitió a niños y jóvenes desde la categoría Tochitos en la Universidad de las Américas hasta los últimos meses con los Lobos de la BUAP, decidió tener un adiós sencillo.
Gustavo nació en Tampico, Tamaulipas un 27 de abril de 1962, desde muy pequeño se trasladó a Monterrey junto con su familia, donde vivió hasta culminar sus estudios universitarios, y finalmente adoptó a Puebla como su hogar final.
Era amante del deporte, y sus grandes pasiones fueron el Tiro con Arco, la Cacería y el Futbol Americano, esa pasión que transmitió a sus hijos Gustavo y Maximiliano, quienes jugaron en las categorías infantiles con la Universidad de las Américas y más tarde con los Borregos del Tec de Monterrey campus Puebla, en los inicios del programa en la institución, que fue la casa master del mismo Coach “Tamal” (bautizado así desde pequeño por su hermano Leo), en la Sultana del Norte.
Después de ayudar a desarrollar a muchos pequeños en la UDLAP, estuvo como coordinador de diferentes áreas con los Borregos del Tec de Monterrey, donde culminó su ciclo al tiempo que sus hijos terminaban su carrera profesional.
“La verdad me mantengo allí para convivir más con mis hijos. Y lo haría hasta gratis”, recordaba Gustavo cada vez que convocaba a familiares y amigos para disfrutar de una rica carne asada, que preparaba como nadie, en la comodidad de su hogar.
Tras su paso por Borregos, Gustavo, socio de una pequeña empresa y seguidor de los Vaqueros de Dallas, fue tentado para dirigir a los Artilleros 5 de Mayo en la Liga Nacional de Futbol Americano, con quienes estuvo en 2019 y parte de 2020 cuando se suspendió toda actividad deportiva por la pandemia.
Cuando se hizo a un lado de Artilleros, fue invitado por la BUAP para colaborar con la categoría juvenil de los Lobos donde se encontraba feliz, porque disfrutaba transmitiendo sus conocimientos a los nuevos valores poblanos.
Apenas el 27 de abril había festejado su cumpleaños en la tranquilidad de su hogar, acompañado de su papá, don Leo, su esposa Norma (“Momis”) y sus hijos Gustavo, Max y Karina.
El martes por la tarde, Dios lo llamó a su presencia. Fue despedido con una misa de cuerpo presente y por la noche sus restos fueron cremados en la Funeraria Camino al Cielo. El miércoles sus cenizas fueron depositadas junto a las de su mamá, Olga, en la iglesia del Perpetuo Socorro.
Hoy, el futbol americano está de luto, porque además de perder a uno de sus grandes mentores, vio partir a un ser humano excepcional. Descanse en paz.
