A la ecuación para el éxito deportivo es indispensable agregar como ingrediente clave el apoyo familiar, pues padres o parejas son quienes mejor conocen a esos ídolos en los que se convierten sus hijos o esposos, son quienes más sacrifican a pesar de compartir la intimidad como sucede con Irma Arcega y el lanzador poblano miembro de la selección nacional de beisbol en los Juegos Olímpicos de Tokio, César Vargas.
En el primer semestre de este 2021 apenas si ambos se vieron porque él debió de atender una oferta de trabajo en la pelota de Japón, mientras ella y el hijo de ambos debieron de esperar en casa por la actual situación sanitaria, apegándose a las videollamadas o los mensajes en WhatsApp para hacer más pequeño el Océano Pacífico o acortar los 11 mil 402 kilómetros de distancia entre Tokio y Puebla.
“La verdad que por primera vez desde que nos casamos estamos separados, nunca habíamos pasado tanto tiempo lejos uno del otro, siempre estábamos juntos y ahora nos pega más porque en el 2020 por la pandemia estuvimos siempre en casa tras no tener deporte profesional”, comparte Irma del otro lado del monitor tras atender la comunicación de El Sol de Puebla vía Zoom.
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“Pero en los últimos meses nos ajustamos y encontramos la forma de hablar, tú sabes que con la diferencia de horario es difícil y más con nuestro bebé tan pequeño”, agrega.
Pero cuando parecía por fin se reunían en Monterrey tras meses de espera después del llamado de César por los Sultanes para reforzarlos durante la segunda mitad de la campaña de la Liga Mexicana de Beisbol (LMB) llegó la convocatoria para integrar a la novena tricolor en Tokio. Una vez más, Andre, Irma y César estarían limitados en el tiempo de convivencia.
“Decidimos reunirnos en Monterrey, aunque fuera una semana, pero era necesario tras varios meses sin vernos físicamente. Y esa semana que nos vimos la aprovechó mucho mi bebé porque sé que extraña a su papá y aunque en realidad fue una semana, ese tiempo fue de mucha vida para los tres”, explica.
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El nuevo sacrificio con aquello de volver a las llamadas a ciertas horas del día por la diferencia de horarios bien vale la pena para Irma, pues su esposo ha alcanzado de forma literal el olimpo deportivo, después de tocarlo por primera vez cuando lanzó en el mejor beisbol del mundo, Las Mayores en los Estados Unidos con los Padres de San Diego tras ser firmado en 2009 por los Yanquis de Nueva York.
“Cada cosa sé que la está disfrutando muchísimo y estoy convencida que hará un gran trabajo en Tokio como para ser considerado y regresar de nuevo a las Grandes Ligas, pues talento y calidad lo tiene, también tiene disciplina y constancia”, augura Irma.
Por el momento, Irma no sabe qué papel desempeñará su marido en los Olímpicos con México, si el de pitcher abridor o relevo. Ella come ansias hoy por saber cuál es el rol de César para saber si debe de preparar varias tazas de café en aras de aguantar el sueño por si viene a relevar con el juego avanzado o por si debe de apoyar desde el lanzamiento uno si le dan la oportunidad de lanzar a su marido uno de los dos juegos garantizados de México en Tokio.
La novena nacional cantará la voz de “play” en el torneo de beisbol de Tokio el próximo viernes midiéndose a República Dominicana y el sábado 31 chocará con el local Japón. Mientras tanto, Irma y Andre preparan las porras porque saben que el apoyo hoy debe ser de carácter olímpico… como César lo ha comenzado a ser desde inicios de julio, fecha en que sin saberlo ha comenzado el largo sueño de una noche de verano donde todo comenzó este año, la casa del sol naciente.
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