José Ramón Sánchez nunca imaginó que su afición y pasión por el beisbol lo llevaría a contar, después de 30 años, con una de las colecciones más impresionantes dentro del Rey de los Deportes: tener más de tres mil pelotas.
“Desde niño me apasionó el beisbol, recuerdo que mi padre nos llevaba, a mí a mis hermanos, al parque del seguro Social a disfrutar los partidos. Desde niño nos gustó este deporte. Nada se compara con este deporte”, dice José Ramón, nacido en el Distrito Federal, y quien 57 de sus 70 años de edad los lleva radicando en Puebla, a donde llegó desde muy pequeño, ya que su padre laboró durante mucho tiempo en el Ingenio de Atencingo.
“Mi colección pudo haber sido de cualquier otro elemento, tarros, vasos tequileros, etc, pero fue mejor lo de las pelotas, porque el beisbol me apasiona”, añade nuestro personaje con raíces oaxaqueñas y quien refiere que todo se lo heredará a su hijo mayor para que continúe con el legado.
COMENZÓ EN EL 2000
Así, relata a El Sol de Puebla como comenzó todo.
“Un día planeé unas vacaciones con mi familia, en el año 2000, pero yo me adelanté en mi auto hacia Estados Unidos y me quedé de ver con ellos en determinado lugar. Ellos viajarían más tarde en avión. Entonces durante mi trayecto fui recorriendo estadios de ligas menores y en cada uno encontré diversa de pelotas. Fue ahí donde dije comencé mi colección, que hoy en día rebasa las tres mil bolas”.
Y en esa colección hay de todo un poco.
“Tengo pelotas con imágenes de cada uno de los 30 estadios de Grandes Ligas; equipos, Series Mundiales, Juegos de Estrellas, jugadores, otras firmadas por grandes estrellas y la más reciente la de la pasada Serie Mundial entre Houston y Nacionales, donde fui acompañado de mi hijo y mi nieto. La verdad mi chavo se lució invitándome a un juego, cuando vi la zona, le dije mijo mejor me hubieras invitado de los baratitos y vemos por lo menos tres juegos”, relata sonriente.
Pero dentro de esa colección a la que más le guarda cariño es a una bola que le consiguió una de sus nietas, por la forma en que la consiguió.
“Fuimos a un partido de ligas menores. Estaban los pitchers calentando y mi nieta se acercó a la bardita, como sucede en el Hermanos Serdán, y comenzó a pedirle a los jugadores una pelota, de las que usan para calentar.
“Insistió todo el juego y nada, pero ya cuando se había dado por vencido y le dijimos “ya vámonos, no te van a dar nada”, apareció uno de los muchachos y le entregó la pelota.
“Por eso la guardo con mayor cariño”.
Acepta que su gasto no ha sido estratosférico, como se pudieran imaginar. Compra las pelotas a costo bajo y son contadas las que ha conseguido por internet.
“La más cara fue la colección de los Yanquis, con sus 26 Series Mundiales ganadas en ese momento porque las compré antes del 2009 cuando consiguieron el último clásico. Fue una puja por internet, fue difícil competir, por el costo del dólar, pero cuando ya iba en 1,500 mi hija me preguntó, bueno papá, ¿cuánto te quieres gastar? Y le respondí, 5 mil dólares.
“Hizo la oferta directa, y la ganamos. Ya nadie se aventó a mejorarla”. Esa es la única por la que he pagado una fuerte cantidad. Valía la pena”.
Aunque señala, con tristeza, qué esa colección, con tantos cambios que ha tenido su ejército de bolas, entre la oficina y su casa, está completa, ya que en uno de ellos se le perdió la de la Serie Mundial de 1956.
“No la encuentro por nada, fue de esa Serie Mundial donde Don Larsen lanzó el Juego Perfecto contra Los Dodgers, por eso me duele. Ya la conseguiré algún día”, dice esperanzado José Ramón, cuyo padre era originario de Tuxtepec, Oaxaca, y quien fue seguidor fiel de los Yanquis hasta que nació su nieto, precisamente en Houston, se convirtió en aficionado de los Astros.
TRAGO AMARGO
Aunque no todo ha sido color de rosa, alguna vez en uno de sus muchos viajes en auto por Estados Unidos, después de pasar por diversos parques quedó de verse con su familia en Orlando, Florida, pero en el trayecto vio la desviación a Atlanta y había juego de los Bravos.
“Me desvié de la ruta, imagínate mi auto con placas de Puebla, cuando veo a la patrulla, me paró, me revisaron, me abrieron piernas, brazos, me esculcaron, me trataron como a un delincuente. Vieron que traía muchas pelotas, les dije que era coleccionista, pero les valió. Me abrieron como 30 bolas por la mitad, para ver si no traía algo prohibido dentro de ellas. De no ser por eso mi colección sería más amplia”, recuerda resignado.
Dice tener de todo un poco dentro de su colección, pero tiene especial cariño por algunas que le han regalado varios amigos.
“Un amigo de mi hermano, me mandó sin conocerme, una bola autografiada por Adrián González; y el “Houston” Jiménez me otorgó una firmada por los Charros campeones del año pasado en la Liga Mexicana del Pacífico”.
Dentro de ese acervo conserva hasta una pelota falsa donde aparecen los logotipos de Yanquis contra Filis como protagonistas de la Serie Mundial de 2010, cuando en realidad se jugó entre Texas y Gigantes.
“Hasta en eso tuve suerte”.
Es allí cuando recuerda una anécdota que vivió durante una de sus compras.
“Estaba en una tienda en Nueva York viendo el costo de las pelotas. Hay muchas que son carísimas, pero ya te las venden autografiadas. Claro, yo busco las baratas. Entonces se me acercó un muchacho y me preguntó lo que buscaba y le dije que unas bolas de beisbol para mi colección.
“Oiga me dice, tiene usted alguna firmada por Rodrigo López, le dije que no. Entonces me respondió compre usted una que se la voy a firmar. Yo soy Rodrigo López. De verdad que humildad de muchacho”, señala recordando el detalle del lanzador originario de Tlalnepantla que lanzó durante once temporadas en la mejor pelota del mundo y quien en ese momento defendía la franela de los Orioles de Baltimore y se encontraba en la ciudad de los Rascacielos para enfrentar una serie contra los Yanquis.
Aunque dice, un poco dolido, que su colección que conserva en un cuarto especial dentro de su casa, puede ser mayor si desde que regresó el beisbol a Puebla en el año 2000, tuviera una bola autografiada de los 16 equipos de la Liga Mexicana.
“Un día solicité permiso a uno de los directivos anteriores, pero sigo esperando la respuesta”. Imagínate 16x20 son 320 pelota más, además de firmas individuales de todos los jugadores. Igual y la nueva directiva sí me lo permite”, señala resignado José Ramón, quien precisamente comenzó con su colección en el 2000, año del último regreso de la pelota caliente a Puebla.
“Voy a la mayoría de los partidos en el Hermanos Serdán. Me siento del lado de tercera, observo el partido y lo disfruto con mi nieto, al que también le encanta.
“Me da gusto que haya llegado una directiva que se preocupa por el aficionado, por tener un estadio en excelentes condiciones, baños limpios, estacionamiento y te den un buen trato, eso te invita a ir a ver el beisbol”, añade quien se califica un apasionado del Rey de los Deportes.
Y agrega esperanzado. “Sé que este año fue una mala temporada, quizá se tardaron en quitar al manager (Enrique Reyes) y cuando lo hicieron ya no era el momento, pero sé que vendrán por la revancha. Son empresarios exitosos y en el 2020 veremos otra vez a los Pericos peleando por los play-offs.
“Ah, y ojalá ahora sí me den chance de bajar al terreno para que todos los jugadores me firmen las pelotas, para así acrecentar más mi colección y que hijo se motive más para continuar con el legado.
“Sé que no me fallará”, concluye convencido.