/ viernes 28 de febrero de 2020

El zurdo Édgar Torres con los pies en la tierra

El poblano que despegó en la temporada invernal y fue refuerzo de México en Serie del Caribe habla de sus inicios y de sus sueños

Édgar Torres López se acomodó tranquilamente en la zona de las gradas. Miró a su alrededor y sacó un suspiro desde lo más profundo. “Sí, aquí viví los mejores momentos de mi niñez, también una lamentable lesión en un pie a los nueve años, pero aquí nacieorn mis ilusiones y un día comprobé que el beisbol sería mi vida”, confío en exclusiva con El Sol de Puebla.

El pitcher zurdo poblano rememoró esos grandes momentos que vivió durante su infancia con "Picolines", su primer equipo, en las instalaciones de la liga de beisbol Infantil-Juvenil Ignacio Zaragoza, donde nacieron sus ilusiones, se forzó para abrazar el profesionalismo, para hoy, a sus 23 años, convertirse en una promesa hecha realidad en la pelota mexicana.

“Son recuerdos inolvidables, el nacimiento como beisbolista en una liga que ha crecido mucho en los últimos años”, agrega al hablar de la que fue su casa desde los 6 hasta los 14 años.

De regreso en Puebla, donde radica, para tomarse un merecido descanso después de su exitosa participación con los Venados de Mazatlán en la pelota invernal, y en la Serie del Caribe, celebrada en Puerto Rico donde acudió como refuerzo de lujo de los campeones Tomateros de Culiacán, el serpentinero zurdo tiene en claro que esas actuaciones pueden marcar el despegue de una carrera que comenzó en el verano de 2015 con los Sultanes de Monterrey cuando solo tenía 19 años.

“Me concreto a trabajar, porque sé que esto es mi vida y tengo que entregar lo mejor de mí para seguir creciendo”, dice el zurdo que recuerda sus inicios desde la escuelita hasta sus múltiples participaciones en eventos nacionales.

EL PROCESO

“El beisbol es mi vida, mi pasión, que nació desde pequeño al lado de mi padre -Adán Torres-, que fue mi primer instructor, antes de ponerme en manos de David “Pipiolo” Arroyo; nos motivaba a trabajar, a no tener miedo, fuera el rival que fuera, siempre me ha dado buenos consejos, pese a lo estricto que era y ahí está el fruto de lo que ahora soy”, agradece.

Recuerda como un día en una Olimpiada Nacional en Mérida, Yucatán, como refuerzo de Veracruz cuando tenía tan solo 13 años, Sotero Torres, scout de los Sultanes de Monterrey lo vio lanzar en el juego por el tercer lugar y solicitó información sobre él.

“Me acompañó mi tía Paty, que es como mi segunda madre, ya que mis padres trabajaban los dos, y se me acercó Sotero. Lo mandé con mi tía, que le dio los datos de mi papá y a los pocos días, estuvo la llamada de la organización.

“Mi papá se vio egoísta, se oponía a que fuera a un campamento que me invitaron, quería que estudiara, pero lo convencí para que me diera la oportunidad como alguna vez lo hizo con mi hermano”, agrega Édgar quien estudió hasta la preparatoria.

“Me dieron seguimiento y empecé a entrenar con Nacho Vargas, quien trabajaba para los Sultanes. Apareció Lee Sigman y un día, en el mismo restaurante de Nacho, firmé con Monterrey. Era mi sueño cumplido”, externa el zurdo que de pequeño se desempeñaba como jardinero central, pero un día se dio cuenta que su velocidad de piernas no era la mejor para ocupar esa posición y se decidió a triunfar como serpentinero cuando ya abrazaba los 12 años de edad.

Torres había cumplido los 14 años cuando firmó para los Sultanes, allá por el 2011, después de pasar por ese campamento, y empezó su proceso en la academia.

“Cuando me puse por primera vez un uniforme profesional, no me la creía ni yo mismo. Sentí una emoción inenarrable”, acepta el pelotero que en la pasada Serie del Caribe se convirtió en el primer pitcher poblano en ganar un juego como abridor, lanzando una joya de un hit contra Colombia durante siete entradas y dos tercios.

Allí comenzó el camino, hasta que un día cuando jugaba en la Liga del Norte para Centinelas de Mexicali, sucursal de Sultanes, recibió la llamada del mismo manager Félix Fermín. “Tienes que viajar hoy mismo a Reynosa, porque te necesitamos”, le dijo. A los cinco minutos su compañero de cuarto recibió la misma noticia.

Édgar tenía tan solo 19 años. “Recuerdo que llegué a Reynosa junto con Gonzalo Ochoa en la tercera entrada del juego contra Broncos, y el manager me dijo “prepárate que vas a lanzar”. Me mandaron al bullpen y en la sexta entrada, Mercedes Esquer me dijo, aflójate para que estés listo. Al poco tiempo, me paré a calentar. Llegó mi momento, había casa llena con un out y me trajeron contra el zurdo Rodolfo Amador. Sólo necesité un pitcheo para acabar con el problema, rola a segunda y doble matanza. Así comenzó todo.

“Los compañeros me abrazaban, me felicitaban, hasta los caballos, que a veces ignoran a los novatos; yo tenía ganas de llorar, fue una emoción indescriptible. Y allí Félix Fermín me dijo, es el principio de una nueva era, tienes que salir a pelear cuando yo te necesite, y le respondí: “así lo haré, estoy listo”.

Esa temporada saltó en 26 ocasiones como relevo ocasional, trabajando 15 entradas, lo que lo convirtió en el hombre de confianza del manager sultán contra bateadores zurdos.

Desde entonces se mantuvo con Sultanes, siempre en el bullpen, hasta que a mitad de la primera temporada del 2018 fue cambiado a los Generales de Durango, donde en dos campañas y media fue uno de los grandes baluartes en el relevo.

El mismo año de su debut en el verano, lo llamó Hermosillo para el invierno, donde se dio su primera probadita trabajando en par de relevos.

Dos equipos grandes e históricos en la pelota mexicana. “No podía pedir más.

“Era difícil abrir en esa liga, es más, cuando me seleccionó Hermosillo estando en la Academia en Monterrey, ni siquiera sabía que había beisbol de invierno. Cuando apareció en el tablero, Édgar Torres a Naranjeros, todos me veían sorprendido. Cómo no, la suerte me mandó a uno de los grandes equipos de esa liga”, confiesa el poblano que siguió el mismo camino del “Superman” de Chihuahua, Héctor Espino.

“En verano sigo sin abrir juego, pero yo estoy listo para lo que sea, relevo o inicialista, lo que yo quiero es jugar beisbol”, dice Édgar quien tiene la esperanza de que con los Generales que dirigirá Félix Fermín sepan valorar lo que hizo en el invierno.

Fue precisamente en invierno de 2016 donde después de esa probadita con los Naranjeros, en su segunda temporada invernal, cuando el manager Dereck Bryant le preguntó ¿estás listo para abrir? Y respondió “claro que sí y le dieron la oportunidad de iniciar cuatro partidos, terminando con marca de 4-3”.

A la campaña siguiente me mandaron al bullpen, hasta que en el 2018 ya comenzada la campaña me mandaron a Mazatlán.

LLEGÓ LA HORA

Pero su momento llegó en el invierno del año pasado cuando en su segunda temporada con Mazatlán, el manager J.J. Pacho apostó por él para ser uno de sus abridores de lujo.

“Ya en Hermosillo había abierto juegos, pero llegaban los refuerzos y nos regresaban al bullpen. En Mazatlán me lo propusieron y les dije, que sea por toda la temporada, porque después aparecen los caballos y nos ignoran a nosotros”.

Pacho cumplió su palabra y abrió en 13 de los 15 juegos donde participó trabajando 72 entradas con dos tercios y terminó con marca de cuatro triunfos, seis derrotas y fue pieza clave en play-offs para que los Venados llegaran hasta la final contra Tomateros, ganando uno de los juegos de la batalla.

En play-offs participó en seis juegos, tuvo marca de dos triunfos, una derrota y una milimétrica efectividad de 1.48.

“Fue un gran año. Aproveché el momento, como alguna vez me dijo mi padre. Me tuve que preparar para el cambio de relevista a abridor, y la verdad mis compañeros me ayudaron mucho, porque me aconsejaron como administrarme para hacer el trabajo. El relevo es sentir la adrenalina y tirar strikes, aquí es prepararte para hacer entre 90 y 100 pitcheos y llegar lo más lejos posible en tu labor”.

Acepta que el cambio fue positivo y agradece a su coach de bullpen Vicente “Huevo” Romo los sabios consejos, además de Ricardo Osuna, que también fue su coach de pitcheo en Durango.

“El señor -Vicente Romo- me ayudó enormemente, me hizo un ajuste en mi movimiento. Yo llevaba los brazos hasta arriba y me aconsejó que los llevara solo hasta el pecho cuando entrara de frente para, de ahí, sacar el lanzamiento y evitar mayor un cansancio mayor en brazos y piernas . Eso me sirvió enormemente”.

Confiesa que la clave de su éxito fue mejorar su cambio.

“Como abridor necesitaba un pitcheo que no me fueran a buscar los bateadores, mi cambio era muy malo. “El Huevo” me enseñó la manera de soltarlo, pero el que me ayudó a perfeccionarlo fue mi compañero en la rotación, Irwing Delgado. Ese pitcheo fue clave, porque ya no solo me valía de mi recta, mi sinker y mi slider. Cuando perfeccioné mi cambio todo fue diferente, porque se convirtió en un arma letal para los bateadores rivales.

“Fue un proceso diferente, pero supe administrarme bien”.

LA SERIE DEL CARIBE

Édgar que es un candidato firme para ganar el premio de Novato del Año en la Mexicana del Pacífico, dice que ir a la Serie del Caribe fue algo inolvidable.

“Yo me preparé para dar lo mejor. Me tocó el juego de la calificación a semifinales, y Benjamín Gil –el mánager mexicano- me dijo, yo quiero que tú seas el que me des el pase y así lo hice”.

Édgar lanzó una joya en ese juego, sorprendiendo a propios y extraños, entre ellos a Ozzie Guillén, el manager venezolano, cuyo hijo jugaba para Colombia, y quien cuando lo vio calentar comentó que lo iban a macanear; al final reconoció el talento del poblano.

“A mí es lo que menos me importa, salí a dar lo mejor de mí y todo salió bien”.

Finalmente aconsejó a los niños poblanos que sueñan como él. “Nunca se rindan, persigan sus sueños; con trabajo, dedicación, disciplina y entrega pueden hacerlos realidad. Diviértanse y gocen el beisbol en la posición que jueguen, como lo hago yo.

Su sueño, llegar a Grandes Ligas

Esa actuación permitió que Édgar reviviera su sueño de algún día llegar a Grandes Ligas. “Me encantaría, es el deseo de todo pelotero, aunque si es en México, tengo que trabajar para consolidarme, porque llegar a la Gran Carpa no está en ti, también depende de los visores que te den la oportunidad”.

Gracias a su actuación contra Colombia, donde mostró sus recursos y buen control, el zurdo acaparó la atención. “Al poco tiempo de que nos eliminó Venezuela, se me acercó Benjamín y me dijo, oye, los Yanquis preguntaron por ti. Sería maravilloso, pero hasta hoy nadie me ha dicho nada, ni esa gran organización ni la gente de Durango, dueño de mis derechos”.

Es el Édgar, que el 9 de abril cumplirá 24 años, que tiene más sueños e ilusiones. “Mi deseo es consolidarme con los Generales, yo voy por un lugar como abridor, imagínate como me siento si me va a dirigir el manager que me debutó, Félix Fermín, y él me conoce mejor que nadie. Él decidirá donde le seré útil, pero creo que ya demostré que como inicialista me puedo consolidar”.

Pericos ni siquiera volteó a verme

“Pericos ni siquiera volteó a verme, nadie me invitó a nada, ni a un entrenamiento, pero así es la vida y caí en una de las grandes organizaciones del beisbol”, dice Édgar, quien prefiere olvidar los comentarios que llegaron a sus oídos cuando uno de los integrantes del cuerpo técnico de los verdes lo vio en la liga y en voz alta se lución con todos “ese zurdo no sirve para nada”.

“No quiero entrar en controversias, si fue cierto, pero mi padre me aconsejó que no me viniera abajo, que había muchos más equipos en la liga, y mira caí en uno de los mejores”.

Édgar señala que Pericos que su deseo es algún día jugar con el equipo de su ciudad. “Claro que me gustaría jugar con Pericos”, agrega y acepta que algo se debe estar haciendo mal al no aprovechar la presencia de una liga como la Zaragoza, donde hay muchos beisbolistas poblanos.

“Debe haber un visoreo desde hace muchos años, para aprovechar el talento que hay Puebla. Es verdad, que se van directo al Norte para buscar jugadores, algo tiene que haber aquí, pero deben buscarlo”.

Édgar Torres López se acomodó tranquilamente en la zona de las gradas. Miró a su alrededor y sacó un suspiro desde lo más profundo. “Sí, aquí viví los mejores momentos de mi niñez, también una lamentable lesión en un pie a los nueve años, pero aquí nacieorn mis ilusiones y un día comprobé que el beisbol sería mi vida”, confío en exclusiva con El Sol de Puebla.

El pitcher zurdo poblano rememoró esos grandes momentos que vivió durante su infancia con "Picolines", su primer equipo, en las instalaciones de la liga de beisbol Infantil-Juvenil Ignacio Zaragoza, donde nacieron sus ilusiones, se forzó para abrazar el profesionalismo, para hoy, a sus 23 años, convertirse en una promesa hecha realidad en la pelota mexicana.

“Son recuerdos inolvidables, el nacimiento como beisbolista en una liga que ha crecido mucho en los últimos años”, agrega al hablar de la que fue su casa desde los 6 hasta los 14 años.

De regreso en Puebla, donde radica, para tomarse un merecido descanso después de su exitosa participación con los Venados de Mazatlán en la pelota invernal, y en la Serie del Caribe, celebrada en Puerto Rico donde acudió como refuerzo de lujo de los campeones Tomateros de Culiacán, el serpentinero zurdo tiene en claro que esas actuaciones pueden marcar el despegue de una carrera que comenzó en el verano de 2015 con los Sultanes de Monterrey cuando solo tenía 19 años.

“Me concreto a trabajar, porque sé que esto es mi vida y tengo que entregar lo mejor de mí para seguir creciendo”, dice el zurdo que recuerda sus inicios desde la escuelita hasta sus múltiples participaciones en eventos nacionales.

EL PROCESO

“El beisbol es mi vida, mi pasión, que nació desde pequeño al lado de mi padre -Adán Torres-, que fue mi primer instructor, antes de ponerme en manos de David “Pipiolo” Arroyo; nos motivaba a trabajar, a no tener miedo, fuera el rival que fuera, siempre me ha dado buenos consejos, pese a lo estricto que era y ahí está el fruto de lo que ahora soy”, agradece.

Recuerda como un día en una Olimpiada Nacional en Mérida, Yucatán, como refuerzo de Veracruz cuando tenía tan solo 13 años, Sotero Torres, scout de los Sultanes de Monterrey lo vio lanzar en el juego por el tercer lugar y solicitó información sobre él.

“Me acompañó mi tía Paty, que es como mi segunda madre, ya que mis padres trabajaban los dos, y se me acercó Sotero. Lo mandé con mi tía, que le dio los datos de mi papá y a los pocos días, estuvo la llamada de la organización.

“Mi papá se vio egoísta, se oponía a que fuera a un campamento que me invitaron, quería que estudiara, pero lo convencí para que me diera la oportunidad como alguna vez lo hizo con mi hermano”, agrega Édgar quien estudió hasta la preparatoria.

“Me dieron seguimiento y empecé a entrenar con Nacho Vargas, quien trabajaba para los Sultanes. Apareció Lee Sigman y un día, en el mismo restaurante de Nacho, firmé con Monterrey. Era mi sueño cumplido”, externa el zurdo que de pequeño se desempeñaba como jardinero central, pero un día se dio cuenta que su velocidad de piernas no era la mejor para ocupar esa posición y se decidió a triunfar como serpentinero cuando ya abrazaba los 12 años de edad.

Torres había cumplido los 14 años cuando firmó para los Sultanes, allá por el 2011, después de pasar por ese campamento, y empezó su proceso en la academia.

“Cuando me puse por primera vez un uniforme profesional, no me la creía ni yo mismo. Sentí una emoción inenarrable”, acepta el pelotero que en la pasada Serie del Caribe se convirtió en el primer pitcher poblano en ganar un juego como abridor, lanzando una joya de un hit contra Colombia durante siete entradas y dos tercios.

Allí comenzó el camino, hasta que un día cuando jugaba en la Liga del Norte para Centinelas de Mexicali, sucursal de Sultanes, recibió la llamada del mismo manager Félix Fermín. “Tienes que viajar hoy mismo a Reynosa, porque te necesitamos”, le dijo. A los cinco minutos su compañero de cuarto recibió la misma noticia.

Édgar tenía tan solo 19 años. “Recuerdo que llegué a Reynosa junto con Gonzalo Ochoa en la tercera entrada del juego contra Broncos, y el manager me dijo “prepárate que vas a lanzar”. Me mandaron al bullpen y en la sexta entrada, Mercedes Esquer me dijo, aflójate para que estés listo. Al poco tiempo, me paré a calentar. Llegó mi momento, había casa llena con un out y me trajeron contra el zurdo Rodolfo Amador. Sólo necesité un pitcheo para acabar con el problema, rola a segunda y doble matanza. Así comenzó todo.

“Los compañeros me abrazaban, me felicitaban, hasta los caballos, que a veces ignoran a los novatos; yo tenía ganas de llorar, fue una emoción indescriptible. Y allí Félix Fermín me dijo, es el principio de una nueva era, tienes que salir a pelear cuando yo te necesite, y le respondí: “así lo haré, estoy listo”.

Esa temporada saltó en 26 ocasiones como relevo ocasional, trabajando 15 entradas, lo que lo convirtió en el hombre de confianza del manager sultán contra bateadores zurdos.

Desde entonces se mantuvo con Sultanes, siempre en el bullpen, hasta que a mitad de la primera temporada del 2018 fue cambiado a los Generales de Durango, donde en dos campañas y media fue uno de los grandes baluartes en el relevo.

El mismo año de su debut en el verano, lo llamó Hermosillo para el invierno, donde se dio su primera probadita trabajando en par de relevos.

Dos equipos grandes e históricos en la pelota mexicana. “No podía pedir más.

“Era difícil abrir en esa liga, es más, cuando me seleccionó Hermosillo estando en la Academia en Monterrey, ni siquiera sabía que había beisbol de invierno. Cuando apareció en el tablero, Édgar Torres a Naranjeros, todos me veían sorprendido. Cómo no, la suerte me mandó a uno de los grandes equipos de esa liga”, confiesa el poblano que siguió el mismo camino del “Superman” de Chihuahua, Héctor Espino.

“En verano sigo sin abrir juego, pero yo estoy listo para lo que sea, relevo o inicialista, lo que yo quiero es jugar beisbol”, dice Édgar quien tiene la esperanza de que con los Generales que dirigirá Félix Fermín sepan valorar lo que hizo en el invierno.

Fue precisamente en invierno de 2016 donde después de esa probadita con los Naranjeros, en su segunda temporada invernal, cuando el manager Dereck Bryant le preguntó ¿estás listo para abrir? Y respondió “claro que sí y le dieron la oportunidad de iniciar cuatro partidos, terminando con marca de 4-3”.

A la campaña siguiente me mandaron al bullpen, hasta que en el 2018 ya comenzada la campaña me mandaron a Mazatlán.

LLEGÓ LA HORA

Pero su momento llegó en el invierno del año pasado cuando en su segunda temporada con Mazatlán, el manager J.J. Pacho apostó por él para ser uno de sus abridores de lujo.

“Ya en Hermosillo había abierto juegos, pero llegaban los refuerzos y nos regresaban al bullpen. En Mazatlán me lo propusieron y les dije, que sea por toda la temporada, porque después aparecen los caballos y nos ignoran a nosotros”.

Pacho cumplió su palabra y abrió en 13 de los 15 juegos donde participó trabajando 72 entradas con dos tercios y terminó con marca de cuatro triunfos, seis derrotas y fue pieza clave en play-offs para que los Venados llegaran hasta la final contra Tomateros, ganando uno de los juegos de la batalla.

En play-offs participó en seis juegos, tuvo marca de dos triunfos, una derrota y una milimétrica efectividad de 1.48.

“Fue un gran año. Aproveché el momento, como alguna vez me dijo mi padre. Me tuve que preparar para el cambio de relevista a abridor, y la verdad mis compañeros me ayudaron mucho, porque me aconsejaron como administrarme para hacer el trabajo. El relevo es sentir la adrenalina y tirar strikes, aquí es prepararte para hacer entre 90 y 100 pitcheos y llegar lo más lejos posible en tu labor”.

Acepta que el cambio fue positivo y agradece a su coach de bullpen Vicente “Huevo” Romo los sabios consejos, además de Ricardo Osuna, que también fue su coach de pitcheo en Durango.

“El señor -Vicente Romo- me ayudó enormemente, me hizo un ajuste en mi movimiento. Yo llevaba los brazos hasta arriba y me aconsejó que los llevara solo hasta el pecho cuando entrara de frente para, de ahí, sacar el lanzamiento y evitar mayor un cansancio mayor en brazos y piernas . Eso me sirvió enormemente”.

Confiesa que la clave de su éxito fue mejorar su cambio.

“Como abridor necesitaba un pitcheo que no me fueran a buscar los bateadores, mi cambio era muy malo. “El Huevo” me enseñó la manera de soltarlo, pero el que me ayudó a perfeccionarlo fue mi compañero en la rotación, Irwing Delgado. Ese pitcheo fue clave, porque ya no solo me valía de mi recta, mi sinker y mi slider. Cuando perfeccioné mi cambio todo fue diferente, porque se convirtió en un arma letal para los bateadores rivales.

“Fue un proceso diferente, pero supe administrarme bien”.

LA SERIE DEL CARIBE

Édgar que es un candidato firme para ganar el premio de Novato del Año en la Mexicana del Pacífico, dice que ir a la Serie del Caribe fue algo inolvidable.

“Yo me preparé para dar lo mejor. Me tocó el juego de la calificación a semifinales, y Benjamín Gil –el mánager mexicano- me dijo, yo quiero que tú seas el que me des el pase y así lo hice”.

Édgar lanzó una joya en ese juego, sorprendiendo a propios y extraños, entre ellos a Ozzie Guillén, el manager venezolano, cuyo hijo jugaba para Colombia, y quien cuando lo vio calentar comentó que lo iban a macanear; al final reconoció el talento del poblano.

“A mí es lo que menos me importa, salí a dar lo mejor de mí y todo salió bien”.

Finalmente aconsejó a los niños poblanos que sueñan como él. “Nunca se rindan, persigan sus sueños; con trabajo, dedicación, disciplina y entrega pueden hacerlos realidad. Diviértanse y gocen el beisbol en la posición que jueguen, como lo hago yo.

Su sueño, llegar a Grandes Ligas

Esa actuación permitió que Édgar reviviera su sueño de algún día llegar a Grandes Ligas. “Me encantaría, es el deseo de todo pelotero, aunque si es en México, tengo que trabajar para consolidarme, porque llegar a la Gran Carpa no está en ti, también depende de los visores que te den la oportunidad”.

Gracias a su actuación contra Colombia, donde mostró sus recursos y buen control, el zurdo acaparó la atención. “Al poco tiempo de que nos eliminó Venezuela, se me acercó Benjamín y me dijo, oye, los Yanquis preguntaron por ti. Sería maravilloso, pero hasta hoy nadie me ha dicho nada, ni esa gran organización ni la gente de Durango, dueño de mis derechos”.

Es el Édgar, que el 9 de abril cumplirá 24 años, que tiene más sueños e ilusiones. “Mi deseo es consolidarme con los Generales, yo voy por un lugar como abridor, imagínate como me siento si me va a dirigir el manager que me debutó, Félix Fermín, y él me conoce mejor que nadie. Él decidirá donde le seré útil, pero creo que ya demostré que como inicialista me puedo consolidar”.

Pericos ni siquiera volteó a verme

“Pericos ni siquiera volteó a verme, nadie me invitó a nada, ni a un entrenamiento, pero así es la vida y caí en una de las grandes organizaciones del beisbol”, dice Édgar, quien prefiere olvidar los comentarios que llegaron a sus oídos cuando uno de los integrantes del cuerpo técnico de los verdes lo vio en la liga y en voz alta se lución con todos “ese zurdo no sirve para nada”.

“No quiero entrar en controversias, si fue cierto, pero mi padre me aconsejó que no me viniera abajo, que había muchos más equipos en la liga, y mira caí en uno de los mejores”.

Édgar señala que Pericos que su deseo es algún día jugar con el equipo de su ciudad. “Claro que me gustaría jugar con Pericos”, agrega y acepta que algo se debe estar haciendo mal al no aprovechar la presencia de una liga como la Zaragoza, donde hay muchos beisbolistas poblanos.

“Debe haber un visoreo desde hace muchos años, para aprovechar el talento que hay Puebla. Es verdad, que se van directo al Norte para buscar jugadores, algo tiene que haber aquí, pero deben buscarlo”.

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