Fermín Rivera Zago ha vivido su vida entre sus dos pasiones: el beisbol y la medicina. El primero lo comenzó a practicar desde muy pequeño en la Liga Zaragoza y la segunda, la abrazó por admiración a una de sus tías maternas, que lo convenció con ese don de ayudar a los demás.
“Yo quería hacer lo mismo y por eso estudié medicina, por mi tía María Luisa Zago”, dice Fermín quien viene de una familia originaria de Mayorazgo, beisbolera de toda la vida, y quien hoy se encuentra, como muchos galenos más, en el frente de batalla como uno de los médicos de cabecera que enfrentan la pandemia del coronavirus en el hospital general de San Andrés Cholula.
“Esta pandemia me cambió la vida, confiesa Fermín. Cambió el sentido de mi carrera como médico, y la experiencia que he vivido en los últimos días son de impotencia y frustración. Nuestro objetivo es preservar la salud y la vida, pero con esta pandemia, simplemente no tenemos armas, hacemos hasta lo imposible para sacar adelante a los pacientes, pero en algunos casos, el virus nos gana”, agrega resignado.
Es por eso que a Fermín le duele y se preocupa cuando la gente del deporte, compañeros y rivales suyos en el terreno de juego, quieren reanudar sus actividades, sin imaginar todo lo que arriesgan.
“Respeto sus creencias, pero es triste ver a personas que aún no visualizan la gravedad y magnitud de esta nueva infección, quizá porque no lo han vivido de cerca o por el miedo a la aceptación, pero nosotros que vemos gente muriendo –y es mucha-, sí nos preocupa. Te juro que jamás en mi vida he visto tantas bolsas negras como en el último mes. Ni siquiera en la facultad vi tantos cuerpos.
“Yo que amo al beisbol, donde tengo muchos amigos, te juro que no toleraría ver a nadie de ellos o ellas –en el caso del sofball femenil-, en urgencias por este virus, o salir a darle una noticia desagradable. No lo soportaría”.
NADA COMPARABLE
Fermín quien batea a la zurda y se desempeña como receptor fue parte de aquel equipo juvenil de Ángeles Comsa, dirigido por Arturo Rivera y patrocinado por Miguel Villalba, que dio protagonismo en las diferentes ligas poblanas.
“Esto no tiene ninguna comparación con el beisbol. Este es un juego contra la muerte –lo que siempre vivimos los médicos-, pero en este caso no tenemos las armas específicas para enfrentarla. Lo compararía como jugar al beisbol sin bate, no es nada divertido”, confiesa el médico general que lleva viviendo ya casi dos meses en un hotel de esta angelópolis, sin ver a su familia, sin poder estar con su madre en su día, ni atenderla en la caída que sufrió días después, provocándole una lesión en la cadera.
"Me duele no estar con mi familia, pero esto nos tocó y como profesionales luchamos por salvar vidas", añade.
El médico de 43 años hace una comparación entre portar los arreos que utiliza en su posición de cátcher y la indumentaria que debe utilizar para atender esta enfermedad.
“Nada se compara. Prefiero mil veces usar mi careta de receptor. Esa no ahoga ni deja el sentimiento de impotencia al final del juego”, agrega Fermín, quien se coloca una indumentaria especial, para cubrir boca, nariz y ojos, a fin de evitar el contagio.
Fermín, acepta que los directivos de la institución le brindan todo lo necesario e indispensable para laborar en condiciones seguras, “pero el riesgo sigue latente”, asegura.
El doctor Rivera Zago recomendó conciencia social. “Estoy de acuerdo que si no sales no te infectas y no infectas a terceros, hay portadores asintomáticos que sin saberlo esparcen la infección y quizá nunca se enfermen porque sus defensas son buenas, pero deben tener consideración para no arriesgar a los demás. Esto es serio y la prueba está en lo que vivimos día a día en el hospital”.