La personalidad es la diferencia individual que constituye a cada persona y la distingue de otra. Así lo define la Real Academia Española (la RAE, pues). Es innegable, sin embargo, que esos rasgos de identidad aplican también para algunas ciudades. Las Vegas es el estrambótico disoluto; Londres, el viejo elegante; París, el seductor, el de gusto exquisito. Doha asiste a esta cofradía con toda la pinta del nuevo rico.
Apenas a mediados del siglo XX, la economía de la nación árabe se centraba en la pesca y poco más. Luego el país empezó a extraer hidrocarburos y ¡pum! En unas décadas se transformó en un hombre nuevo (en un país nuevo, pues). Rico, para más claridad.
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Y éste nuevo rico será el que reciba a 32 naciones para la Copa del Mundo 2022. Hay que presumir. En Qatar no hay espacio para la austeridad. No en los sitios más turísticos. Todo es dorado (o lo parece), todo con luz, todo gigantesco.
En la zona de Katara, emerge del subsuelo (como el petróleo y el gas) una enorme caja de regalo, el Children’s Mall. Grandota como una pelotota (diría Chava Flores). Un revestimiento de aluminio y luces de fibra óptica dan al centro comercial la apariencia de regalo navideño.
Explicar los chistes les resta gracia, pero aquí hay que decirlo: Una desmesurada representación de la festividad más comercial del cristianismo en pleno territorio árabe.
Para redondear la imagen, camionetas. Unas más lujosas que otras, pero todas relucientes, nuevas.
Circulan tantas que parece escenografía. En esta zona, de cada 10 vehículos que pasan, nueve son camionetas y sólo un auto, que no sorprende que sea Audi, Mercedes o BMW. Algún despistado transita en su Toyota Corolla. Del año, eso sí.
Anochece temprano en Doha. Apenas las 18:00 horas y ya sin luz. Ahí se abre paso otra estridencia qatarí.
Ahí, entre el brillo de un día artificial, camina un gato. No he visto un solo perro callejero en Doha, pero sí algunos gatos. Cínicos como suelen, caminan lo mismo en Katara que en zonas más discretas. A todas, se llega en Metro, por cierto.
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Frente a la estación Hamad Hospital se encuentra el departamento donde hacemos base para esta cobertura. Está lejos de compararse con las zonas más lujosas, pero aquí la sobriedad también delata la riqueza del país. Movimiento 24 horas. Todo limpio, todo en orden, todo en su lugar. Incluso el gato, las camionetas (muchas, aunque más discretas) y un Toyota Corolla. De entre 1974 y 1978 (o eso dice Google, pues).
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