“Honor a quien honor merece”, y el domingo en la final de la NASCAR en Puebla el serial pagó tributo a José Abed por su próximo retiro de la vicepresidencia de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA).
El ingeniero, pieza importante para la vuelta de la Fórmula 1 a México, recibió los honores de la única forma posible para un trabajador incansable en pro del automovilismo no sólo mexicano, mundial cuando antes de la final de la NASCAR en el Autódromo Miguel E. Abed la gente a cargo de la categoría le entregó un reconocimiento, uno más.
Pero luego le regaló una estampa digna de un amante del deporte motor como lo es Abed cuando uno a uno los autos de las categorías Peak y Challenge pasaban con él parado sobre la recta principal del trazado que lleva el nombre de su padre con el fin de saludarlo acelerando el auto y abrazarlo con el calor de los fierros.
Abed deja como gran legado en la FIA el crecimiento del automovilismo en Latinoamérica, donde en 2009 los países latinos representaban el 16 por ciento de la Federación, y hoy son el 25. Además, los pilotos americanos han ganado espacios en las grandes citas y en todas las categorías.
Abed conoce como nadie las entrañas del deporte motor, no sólo por ser directivo; también por sus días como campeón de motociclismo mexicano, por sus días como pilotos de resistencia o por lo aprendido de su padre como precursor del automovilismo en México.
Además de fungir como vicepresidente de la FIA, en 1998 se dio tiempo para ser parte de la delegación mexicana en la Copa del Mundo de Francia 1998.
EL DATO
En 1987, Abed comenzó su andar dentro de la FIA o asumiendo su primer encargo de envergadura dentro de la Federación