/ viernes 6 de noviembre de 2020

La Iglesia Maradoniana: ¿Diego es un dios como Cristo? | Competir para ganar

El “Pelusa” ha sido noticia en los últimos días, casi como siempre lo ha sido toda su vida, en esta ocasión porque cumplió 6 décadas de vida y por la operación que le fue practicada, hechos que nuevamente han puesto en los titulares a este coloso del futbol.

No voy a referirme a los méritos por los que se le considera el mejor futbolista de todos los tiempos, eso ya lo han explicado otros periodistas con mayor atino, pero sí me adhiero a esa postura y creo firmemente que Maradona ha sido más que Pelé y, desde luego, que me Messi.

El día de hoy vamos a tratar un tema social-religioso, el referente a la religión que se inspira en ese argentino que logró la Copa del Mundo de 1986.

En primer lugar quiero ser muy respetuoso de las creencias de cada quien, pero no puedo dejar de hablar de un modo objetivo.

No sé si realmente habrá existido Jesucristo, pero indudablemente todo el mito o legado que hay detrás de él han inspirado un gran fervor, aparte de guerras y matanzas, es decir, ha trascendido de enorme manera en occidente.

En el caso de Diego Armando, nos encontramos con un personaje que dejó todo en la cancha, que aparecía en los momentos más difíciles y de una forma extraordinaria, o sobrehumana quizá, llevaba a su equipo a la victoria y a su país a un estado de excitación comparable con el fervor religioso.

Es cierto que tuvo excesos notables y episodios muy desafortunados, pero eso no demerita su obra futbolística ni el fervor que pesa sobre él, así como no sucede con diversas deidades o santos, que en vida fueron unos criminales de guerra, como el caso de una parte de los sacerdotes dominicos, unos auténticos genocidas, cuya conducta no es justificable de ningún modo, ni hoy ni en esos tiempos, para no verme anacrónico.

Ahora bien, recordemos que en Argentina el futbol es semejante a la religión, por lo que tiene toda lógica pensar que se pueda adorar al legendario diez de la albiceleste, en el entendido de algo ya muy estudiado por muy diversos filósofos y en lo que también coincido: dios no creó a los hombres; más bien los hombres han creado a los dioses, para reafirmar eso solo diré un argumento: en cada nación y época hay diferentes deidades, si en verdad existieran sobrenaturalmente no habría tal variedad y radicales diferencias.

Es por eso que la afición o pueblo argentino tienen todo el derecho a crear a su dios Maradona, el cual no es muy diferente de Buda, Mahoma o el propio Jesús.

La religión es un algo estrictamente personal y debe ser ejercida conforme a la felicidad que produzca, como decía el filósofo Albert Camus, así que la Iglesia Maradoniana tiene toda la legitimidad de llamarse como tal y quien quiera prestarle una profesión de fe está en todo su derecho, por más absurdo que parezca; de igual modo se podría considerar equivocados a los devotos de la Guadalupana, quienes adoran una pintura hecha por el hombre, situación que es innegable, sin embargo, aquí hay que valorar la santidad o religiosidad y, en ese caso, Diego Armando y la Morena del Tepeyac están en similares condiciones.

Seamos felices y creamos en lo que queramos, respetando derechos de terceros y asumiendo que la fe es sumamente divergente.




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El “Pelusa” ha sido noticia en los últimos días, casi como siempre lo ha sido toda su vida, en esta ocasión porque cumplió 6 décadas de vida y por la operación que le fue practicada, hechos que nuevamente han puesto en los titulares a este coloso del futbol.

No voy a referirme a los méritos por los que se le considera el mejor futbolista de todos los tiempos, eso ya lo han explicado otros periodistas con mayor atino, pero sí me adhiero a esa postura y creo firmemente que Maradona ha sido más que Pelé y, desde luego, que me Messi.

El día de hoy vamos a tratar un tema social-religioso, el referente a la religión que se inspira en ese argentino que logró la Copa del Mundo de 1986.

En primer lugar quiero ser muy respetuoso de las creencias de cada quien, pero no puedo dejar de hablar de un modo objetivo.

No sé si realmente habrá existido Jesucristo, pero indudablemente todo el mito o legado que hay detrás de él han inspirado un gran fervor, aparte de guerras y matanzas, es decir, ha trascendido de enorme manera en occidente.

En el caso de Diego Armando, nos encontramos con un personaje que dejó todo en la cancha, que aparecía en los momentos más difíciles y de una forma extraordinaria, o sobrehumana quizá, llevaba a su equipo a la victoria y a su país a un estado de excitación comparable con el fervor religioso.

Es cierto que tuvo excesos notables y episodios muy desafortunados, pero eso no demerita su obra futbolística ni el fervor que pesa sobre él, así como no sucede con diversas deidades o santos, que en vida fueron unos criminales de guerra, como el caso de una parte de los sacerdotes dominicos, unos auténticos genocidas, cuya conducta no es justificable de ningún modo, ni hoy ni en esos tiempos, para no verme anacrónico.

Ahora bien, recordemos que en Argentina el futbol es semejante a la religión, por lo que tiene toda lógica pensar que se pueda adorar al legendario diez de la albiceleste, en el entendido de algo ya muy estudiado por muy diversos filósofos y en lo que también coincido: dios no creó a los hombres; más bien los hombres han creado a los dioses, para reafirmar eso solo diré un argumento: en cada nación y época hay diferentes deidades, si en verdad existieran sobrenaturalmente no habría tal variedad y radicales diferencias.

Es por eso que la afición o pueblo argentino tienen todo el derecho a crear a su dios Maradona, el cual no es muy diferente de Buda, Mahoma o el propio Jesús.

La religión es un algo estrictamente personal y debe ser ejercida conforme a la felicidad que produzca, como decía el filósofo Albert Camus, así que la Iglesia Maradoniana tiene toda la legitimidad de llamarse como tal y quien quiera prestarle una profesión de fe está en todo su derecho, por más absurdo que parezca; de igual modo se podría considerar equivocados a los devotos de la Guadalupana, quienes adoran una pintura hecha por el hombre, situación que es innegable, sin embargo, aquí hay que valorar la santidad o religiosidad y, en ese caso, Diego Armando y la Morena del Tepeyac están en similares condiciones.

Seamos felices y creamos en lo que queramos, respetando derechos de terceros y asumiendo que la fe es sumamente divergente.




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