Cuando el pleito de parejas en el combate estelar del lunes clásico del Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL) entre Volador-Soberano y Bárbaro Cavernario-Templario se ponía bueno, Templario le arrancó la máscara a Soberano para darle el triunfo a éste y a su esquina por la vía de la descalificación.
El rudo sin querer queriendo así mandó a dormir a todos temprano en la Arena Puebla, sedienta de espectáculo o destrucción.
Aunque también se le debe de agradecer a Templario, porque no muchos traían para el taxi y de esa forma alcanzaron el democrático… sí, el camión.
El “ay” de las damas en el pancracio poblano vaticinó la artimaña, pues destapaban a su ídolo y a la mala. Menos mal, el réferi Edgar “Güero” Noriega ahora sí estuvo atento para descalificar a los rufianes, mientras le levantaba los brazos a la esquina técnica cuando todos querían más.
El inmortal manda
“A quien hierro mata, a hierro muere”. Si Virus para forzar el pleito a tres caídas rendía a Titán desde el esquinero; El Inmortal le aplicaba la misma dosis al Pequeño Gran Maestro para apuntarle el triunfo a la esquina técnica integrada por Panterita del circuito Ring, El Audaz y él una caída después con una lanza desde la tercera cuerda y posterior toque de espalda.
El triunfo científico lo acabó de embellecer el par de rifados mortales de Panterita del Ring y El Audaz sobre la maloliente humanidad de Cancerbero y Luciferno fuera del encordado. Sí, maloliente por aquello de que les chilla la ardilla y gacho a los rudos con esos sobrenombres de diablos sulfurosos, “guácala… fuchi”, dirían desde Palacio Nacional.
Nombre mis rudos, no hay que ser, por lo menos échense una ducha antes de subir al Ring o díganle al mismísimo Belcebú que ya les ponga agua en las profundidades del averno.