/ jueves 10 de octubre de 2019

Mauricio "La Ardilla" Molina y sus años de gloria en el tenis

Antes entrenaba para hacer campeones, ahora para alejar a los niños de los aparatos electrónicos

Mauricio Molina no olvida aquellos años de gloria a finales de los 80 y principios de los 90 cuando durante once años consecutivos dominó el tenis poblano.

Bautizado como “La Ardilla” por la velocidad que desplegaba dentro la cancha de tenis, ya retirado desde hace muchos años como jugador activo, hoy sigue metido en el deporte de sus amores, como instructor en diferentes clubes deportivos “o dando clases particulares”.

Es el mismo Mauricio que señala “antes entrenaba para hacer campeones, ahora lo hago para que los niños hagan algún deporte y se alejen de los aparatos electrónicos, sí de las Ipads, los celulares y toda la tecnología que los absorbe en estos tiempos”

Cuando toca el tema el extenista poblano con los 55 años recién cumplidos, reflexiona. “Fíjate que los padres somos quienes tenemos la culpa de que los hijos no quieran hacer deporte. En mis tiempos mi papá me llevaba al Alpha uno y ahí te empezaba a nacer el amor por el deporte”, recuerda.

Fue así como un día en ese Alpha Uno, ubicado junto a la UPAEP -y cuyas instalaciones pertenecen ahora a la universidad- cambió el balón por una raqueta de tenis.

“En realidad entrenaba futbol. Estaba muy chavo, tendría unos 10 años, y por la cercanía con las canchas de tenis, un día tomé una raqueta y me puse a entrenar. Me gustó y ya no la solté”.

Así, apoyado por los instructores Alfredo García, Fernando Barbosa y Aurelio Sánchez (QEPD) –al que llamó su publicista-, empezó a dar sus primeros pasos por el tenis, hasta convertirse en una de las grandes figuras del deporte blanco en Puebla.

“Era delgado y mis carencias iniciales las cubría con la velocidad con la que llegaba a la pelota. Aprendí bien a atacar la red y a bolear, lo que es una de las mejores armas que puede tener un tenista”, recuerda Mauricio.

Fue como nació el sobrenombre de “La Ardilla” y en la actualidad la mayoría de los amigos y contrincantes de esa época lo llamaban así. Las nuevas generaciones le dicen “profe”.

DOMINÓ EL TENIS

Molina fue creciendo en el tenis, y entre 1982 y 1993 dominó el circuito estatal en clase “A”, la categoría principal de esos tiempos, y toda la Región. Primero el Sur y después el centro.

No olvida sus grandes duelos finales contra Rogelio Domenzáin. “Fue mi contrincante de esos tiempos. Me ganó una que otra vez, pero le gané más veces yo. Debe haber terminado odiándome”, agrega sonriendo. “Después hicimos pareja y no había quien nos ganara. Hoy, de mis mejores amigos”.

Recuerda con nostalgia el auge que vivía el tenis poblano en esos tiempos. “Había muchos tenistas, los clubes se interesaban por tener buenos jugadores, ahora les importa tener socios, y estaba don Carlos Fautsch, en ese entonces director la Fundación Jenkins, quien era un gran amante del tenis y me apoyó siempre.

“Gracias a él puede ir a diferentes regionales y eventos nacionales”, agrega.

Dentro de ese dominio estatal y regional, Mauricio logró ganar una de las tres etapas de la denominada “Copa Raleight” a nivel nacional en la categoría Clase “A”.

“La cigarrera le daba un gran apoyo al tenis y dividía los nacionales en tres etapas. Yo logré ganar uno de ellos. Era un torneo donde participaban los ranqueados del 11 en adelante, ya que los 10 primeros andan en otras dimensiones.

“En los dos primeros no pude llegar a semifinales, pero en el tercer nacional perdía en el primer set y en los dos siguientes saqué la casta para ganar el título. Todo tenía en contra nadie me aplaudía, solo Rogelio que me acompañó”, recuerda ese inolvidable 1987 cuando llegó a estar ranqueado como número 19 a nivel nacional.

Recuerda que se retiró a los 24 años y uno de sus últimos duelos fue contra Óscar Ortiz en la Copa Jenkins. “Él tenía 15 años y estaba con la Academia Guido Lorandi, recuerdo que le gané, y alguien me dijo el año que viene te va a ganar. Le respondía solo que sea campeón nacional y me pase 22 veces. Pues me ganó, llegó como monarca y me pasó 24 veces”, rememora sonriente.

Poco después el mismo Oscar se convirtió en profesional y fue parte del equipo mexicano de Copa Davis.

EL TENIS POBLANO

Señala que dentro de su trabajo en diferentes clubes en su momento fue instructor de Alan Núñez, una de las figuras actuales del tenis poblano y que también pasó por sus manos Sebastián Nava, quien ahora está en España.

“A Alan lo tomé de muy niño, un día le dije ojalá seas Copa Davis algún día para que presuma que entrené a un jugador de Copa Davis, y lo logró.

“Son dos chavos con mucho talento”.

Pero también acepta que el tenis poblano vive una etapa difícil. “Por lo mismo que los clubes ya no se preocupan por motivar a los jóvenes teniendo buenos instructores y hay directores a los que no le interesa el tenis.

“Ahora con Enrique Núñez al frente de la Asociación Poblana de Tenis hay buenos planes y se espera que el deporte blanco vuelva a resurgir.

“Pero te digo ya nos es igual, y la verdad uno como instructor, aunque no saques campeones, te preocupas más porque los niños hagan algún deporte y se alejen de todos esos aparatos que los mantienen sedados en sus habitaciones”, remató Molina a quien el tenis le dejó muchas alegrías y una manera de vivir.

Dato

Además de instructor de tenis, Mauricio Molina, motivado por su gran amigo Rogelio Domenzáin se preparó para dar clase de Padel y en la actualidad es uno de los especialistas en la disciplina que se juega en cancha cubierta de cristal.

Mauricio Molina no olvida aquellos años de gloria a finales de los 80 y principios de los 90 cuando durante once años consecutivos dominó el tenis poblano.

Bautizado como “La Ardilla” por la velocidad que desplegaba dentro la cancha de tenis, ya retirado desde hace muchos años como jugador activo, hoy sigue metido en el deporte de sus amores, como instructor en diferentes clubes deportivos “o dando clases particulares”.

Es el mismo Mauricio que señala “antes entrenaba para hacer campeones, ahora lo hago para que los niños hagan algún deporte y se alejen de los aparatos electrónicos, sí de las Ipads, los celulares y toda la tecnología que los absorbe en estos tiempos”

Cuando toca el tema el extenista poblano con los 55 años recién cumplidos, reflexiona. “Fíjate que los padres somos quienes tenemos la culpa de que los hijos no quieran hacer deporte. En mis tiempos mi papá me llevaba al Alpha uno y ahí te empezaba a nacer el amor por el deporte”, recuerda.

Fue así como un día en ese Alpha Uno, ubicado junto a la UPAEP -y cuyas instalaciones pertenecen ahora a la universidad- cambió el balón por una raqueta de tenis.

“En realidad entrenaba futbol. Estaba muy chavo, tendría unos 10 años, y por la cercanía con las canchas de tenis, un día tomé una raqueta y me puse a entrenar. Me gustó y ya no la solté”.

Así, apoyado por los instructores Alfredo García, Fernando Barbosa y Aurelio Sánchez (QEPD) –al que llamó su publicista-, empezó a dar sus primeros pasos por el tenis, hasta convertirse en una de las grandes figuras del deporte blanco en Puebla.

“Era delgado y mis carencias iniciales las cubría con la velocidad con la que llegaba a la pelota. Aprendí bien a atacar la red y a bolear, lo que es una de las mejores armas que puede tener un tenista”, recuerda Mauricio.

Fue como nació el sobrenombre de “La Ardilla” y en la actualidad la mayoría de los amigos y contrincantes de esa época lo llamaban así. Las nuevas generaciones le dicen “profe”.

DOMINÓ EL TENIS

Molina fue creciendo en el tenis, y entre 1982 y 1993 dominó el circuito estatal en clase “A”, la categoría principal de esos tiempos, y toda la Región. Primero el Sur y después el centro.

No olvida sus grandes duelos finales contra Rogelio Domenzáin. “Fue mi contrincante de esos tiempos. Me ganó una que otra vez, pero le gané más veces yo. Debe haber terminado odiándome”, agrega sonriendo. “Después hicimos pareja y no había quien nos ganara. Hoy, de mis mejores amigos”.

Recuerda con nostalgia el auge que vivía el tenis poblano en esos tiempos. “Había muchos tenistas, los clubes se interesaban por tener buenos jugadores, ahora les importa tener socios, y estaba don Carlos Fautsch, en ese entonces director la Fundación Jenkins, quien era un gran amante del tenis y me apoyó siempre.

“Gracias a él puede ir a diferentes regionales y eventos nacionales”, agrega.

Dentro de ese dominio estatal y regional, Mauricio logró ganar una de las tres etapas de la denominada “Copa Raleight” a nivel nacional en la categoría Clase “A”.

“La cigarrera le daba un gran apoyo al tenis y dividía los nacionales en tres etapas. Yo logré ganar uno de ellos. Era un torneo donde participaban los ranqueados del 11 en adelante, ya que los 10 primeros andan en otras dimensiones.

“En los dos primeros no pude llegar a semifinales, pero en el tercer nacional perdía en el primer set y en los dos siguientes saqué la casta para ganar el título. Todo tenía en contra nadie me aplaudía, solo Rogelio que me acompañó”, recuerda ese inolvidable 1987 cuando llegó a estar ranqueado como número 19 a nivel nacional.

Recuerda que se retiró a los 24 años y uno de sus últimos duelos fue contra Óscar Ortiz en la Copa Jenkins. “Él tenía 15 años y estaba con la Academia Guido Lorandi, recuerdo que le gané, y alguien me dijo el año que viene te va a ganar. Le respondía solo que sea campeón nacional y me pase 22 veces. Pues me ganó, llegó como monarca y me pasó 24 veces”, rememora sonriente.

Poco después el mismo Oscar se convirtió en profesional y fue parte del equipo mexicano de Copa Davis.

EL TENIS POBLANO

Señala que dentro de su trabajo en diferentes clubes en su momento fue instructor de Alan Núñez, una de las figuras actuales del tenis poblano y que también pasó por sus manos Sebastián Nava, quien ahora está en España.

“A Alan lo tomé de muy niño, un día le dije ojalá seas Copa Davis algún día para que presuma que entrené a un jugador de Copa Davis, y lo logró.

“Son dos chavos con mucho talento”.

Pero también acepta que el tenis poblano vive una etapa difícil. “Por lo mismo que los clubes ya no se preocupan por motivar a los jóvenes teniendo buenos instructores y hay directores a los que no le interesa el tenis.

“Ahora con Enrique Núñez al frente de la Asociación Poblana de Tenis hay buenos planes y se espera que el deporte blanco vuelva a resurgir.

“Pero te digo ya nos es igual, y la verdad uno como instructor, aunque no saques campeones, te preocupas más porque los niños hagan algún deporte y se alejen de todos esos aparatos que los mantienen sedados en sus habitaciones”, remató Molina a quien el tenis le dejó muchas alegrías y una manera de vivir.

Dato

Además de instructor de tenis, Mauricio Molina, motivado por su gran amigo Rogelio Domenzáin se preparó para dar clase de Padel y en la actualidad es uno de los especialistas en la disciplina que se juega en cancha cubierta de cristal.

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