A un partido de beisbol, además de ir con el entusiasmo de apoyar a tu equipo y verlo ganar, hay que ir con la idea de disfrutar las cosas maravillosas que guarda el Rey de los Deportes.
Ir al estadio Hermanos Serdán, disfrutar el ambiente, y el mismo estadio al que los directivos están convirtiendo en uno de los mejores del circuito, es único.
Ver a los Pericos en acción, a las nuevas generaciones que cubren al beisbol y que ahora con las redes sociales se sienten los “ay, nanita”, también es sorprendente.
Recuerdo los tiempos aquellos en que en el palco de prensa solo estaban el anotador oficial –Robles Sarquiz o Roberto Flores-, el reportero de El Sol de Puebla, y en ocasiones Jorge Vadas, y en la parte superior los cronistas y la voz del estadio en poder de Isaac Wolfson.
Son otros tiempos sin duda.
Ahora en el palco de prensa no hay sitio para nadie más. Solo la gente de la crónica local; para los que llevan los controles de pizarras y gameday, y los cronistas viajeros.
Quienes cubren el beisbol se acomodan dónde pueden, y cuando es un juego donde se prevé que habrá lleno, la directiva reserva un área especial para que cumplan con su labor.
Qué tiempos aquellos.
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Recuerdo también cuando Juanito Herrera, Cristóbal Ortiz o Fermín Flores (QEPD los tres), nuestros fotógrafos estelares en el beisbol, en aquellos tiempos, se colocaban dentro del terreno de juego para tomar las imágenes.
Juanito se instalaba a un lado del círculo de espera del lado de primera base, y ahí esperaba la gran jugada. En ocasiones, las barridas en home las tomaba prácticamente montado en el plato.
Ahora a nadie se le permite bajar al terreno en pleno partido, se ubican encima de los dugouts de tercera o primera y desde allí toman sus imágenes. Lugar especial, porque cuentan con grandes equipos de trabajo.
Son otros tiempos.
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Por eso el miércoles disfruté la jugada rara que sucedió en la parte alta de la quinta entrada en el duelo Durango-Pericos, donde nos dieron espectáculo extra y nada contó.
Con casa llena, dos outs y cuenta completa, Moisés Gutiérrez, bateador de Generales abanicó el tercer strike. La bola se le escurrió al receptor Oscar Lemus, y el ampáyer en lugar de marcar el tercer strike extendió los brazos señalando que la bola estaba en juego.
Lemus en lugar de ver al principal, totalmente desconcentrado, lanzó la bola al back stop del lado verde, mientras los corredores hacían su recorrido rumbo al plato. El primero anotó, y en el segundo, Lemus fue por la bola y mandó el tiro al home donde asistió Segovia para ponerlo fuera.
Se creó la confusión, los ampayers platicaron y decretaron el foul, como lo pensaron tanto el cátcher como el bateador.
El gran error fue de Lamberto Zavala, el ampáyer de home, porque decretó pelota en juego, sin decretar antes el ponche.
Es beisbol, diría un amigo.