/ sábado 17 de octubre de 2020

Padre beisbolista-heredero futbolista, el caso de los Trápaga

Mientras Julio Miguel jugó 15 campañas en Liga Mexicana, su hijo, del mismo nombre, se abre paso en el futbol profesional con los Titanes del Alpha, después de su paso por las filiales del Puebla

Julio Miguel Trápaga Moré sabía desde los cinco años de edad cuando llegó por primera vez a la Liga Beto Ávila en su natal Veracruz, que su vida estaría ligada al beisbol. No se equivocó. Desde que se graduó en Pastejé en 1989, dedicó 20 de sus 46 años a la pelota profesional, incluyendo su paso por sucursales y sus 15 campañas en Liga Mexicana.

Lo que nunca pensó es que, al paso del tiempo, su hijo mayor, también de nombre Julio Miguel, se decantaría por el futbol.

“Lo importante es que haga deporte. Nunca le impuse el beisbol, se decidió por el futbol y me da gusto por él”, dice el exjugador de los Tecolotes de los Dos Laredos, Tigres de México y Pericos de Puebla, en Liga Mexicana.

“De pequeño jugó beisbol, incluso estuvo en la Liga Zaragoza, y lo hacía bien, pero entró a primaria en el Oriente y todo cambió”, agrega Julio Miguel, quien jugó 15 campañas en el circuito de verano y ganó tres campeonatos con los Tigres capitalinos -97, 2000 y 2001- equipo al que llegó a finales de 1994 procedente de Nuevo Laredo en aquel movimiento masivo que llevó a 22 peloteros fronterizos al cuadro felino, exactamente después de pasar un año en Clase “A” con los Bravos de Atlanta.

El Yuyo festejando un gol con Titanes. Foto: Archivo El Sol de Puebla

“En el Oriente todos mis amigos jugaban futbol y yo también tuve que entrarle”, responde Julio Miguel Trápaga Jr., de 20 años, quien ocupa la posición de centro delantero con los Titanes del Alpha en la Tercera División profesional.

Yuyo, como le dicen desde pequeño, cumplió con el Oriente hasta primero de secundaria, cuando se fue a estudiar a Laredo, Texas, y siguió jugando futbol con el equipo Dallas Laredo.

LAS LESIONES LO SACARON DEL PUEBLA

Regresó a Puebla, donde se quedaron a radicar sus padres, y fue a probar fortuna a las básicas del Puebla, donde cumplió en las categorías inferiores desde la Sub-15 hasta la Sub-20.

“Desafortunadamente cuando iba a la Sub-20 me rompí la rodilla, me operaron y me recuperé, pero justo cuando regresaba me troné los ligamentos del tobillo izquierdo, y otra vez volví al quirófano”.

A partir de ahí, su sueño de integrar el cuadro de la Franja se desvaneció. “Me dieron las gracias, porque con tanta tendencia a lesionarme ya no podía seguir en el equipo”, responde Julio Miguel Jr., quien nació en septiembre del 2000 en Nuevo Laredo, Tamaulipas, tierra de su madre, y llegó a Puebla junto con sus padres en la mudanza de los Tigres a la Angelópolis, con escaso año y medio de edad.

No se amilanó y tocó puertas en los Titanes, donde le dieron la oportunidad. “Para mi es una revancha, para demostrarle que se equivocaron”, agrega el Yuyo, quien ha encontrado en su técnico Jesús Olalde, un gran apoyo por los consejos que le brinda.

Julio Miguel Trápaga pivoteando en la intermedia en su paso por Pericos. Foto: Archivo El Sol de Puebla

Para Julio es el último año que tiene para demostrar sus alcances y llamar la atención de equipos de la Liga MX, sino volver a las aulas para estudiar la carrera de Negocios Internacionales.

“Mi sueño es llegar al máximo circuito, jugar en Europa y ser seleccionado nacional”, añade.

“El sabe que es su último año, de ahí debe planear su futuro, estudiar una carrera, prepararse antes que todo”, agrega Julio Miguel papá, quien acepta que nunca le impuso a su hijo un deporte en especial.

“Es más, mi otro hijo (Diego) también va al Oriente y juega futbol”, dice con orgullo. “No me molesta en lo mínimo que no hayan seguido mis pasos, lo principal es que hagan deporte”, reconoce el expelotero veracruzano, quien después de su retiro en 2008 vistiendo la franela de los Pericos, a los que fue enviado por los Tigres en el último mes de temporada del 2002, decidió quedarse a vivir en Puebla.

“Me encantó la ciudad, tengo grandes amigos, estoy cerca de la tierra -Veracruz- y Dios me dio la oportunidad de abrir un negocio de mariscos, muy sabrosos, por cierto”, presume Trápaga Moré.

Para el Yuyo se abre otra ventana: la Liga de Expansión. “Sería fabuloso jugar allí, porque hay muchos jugadores de experiencia y me ayudaría a crecer como futbolista. Pero antes necesito mostrarme con Titanes y seguir picando piedra para llamar la atención de los visores”, remata ilusionado.

  • El último caso similar sucedió con los Ariosa. El cubano Mario Ariosa jugó entre 1947 y 1972 en La LMB y al final de los 70 su hijo del mismo nombre jugó futbol en la Primera “A” con Tuberos de Veracruz

Julio Miguel Trápaga Moré sabía desde los cinco años de edad cuando llegó por primera vez a la Liga Beto Ávila en su natal Veracruz, que su vida estaría ligada al beisbol. No se equivocó. Desde que se graduó en Pastejé en 1989, dedicó 20 de sus 46 años a la pelota profesional, incluyendo su paso por sucursales y sus 15 campañas en Liga Mexicana.

Lo que nunca pensó es que, al paso del tiempo, su hijo mayor, también de nombre Julio Miguel, se decantaría por el futbol.

“Lo importante es que haga deporte. Nunca le impuse el beisbol, se decidió por el futbol y me da gusto por él”, dice el exjugador de los Tecolotes de los Dos Laredos, Tigres de México y Pericos de Puebla, en Liga Mexicana.

“De pequeño jugó beisbol, incluso estuvo en la Liga Zaragoza, y lo hacía bien, pero entró a primaria en el Oriente y todo cambió”, agrega Julio Miguel, quien jugó 15 campañas en el circuito de verano y ganó tres campeonatos con los Tigres capitalinos -97, 2000 y 2001- equipo al que llegó a finales de 1994 procedente de Nuevo Laredo en aquel movimiento masivo que llevó a 22 peloteros fronterizos al cuadro felino, exactamente después de pasar un año en Clase “A” con los Bravos de Atlanta.

El Yuyo festejando un gol con Titanes. Foto: Archivo El Sol de Puebla

“En el Oriente todos mis amigos jugaban futbol y yo también tuve que entrarle”, responde Julio Miguel Trápaga Jr., de 20 años, quien ocupa la posición de centro delantero con los Titanes del Alpha en la Tercera División profesional.

Yuyo, como le dicen desde pequeño, cumplió con el Oriente hasta primero de secundaria, cuando se fue a estudiar a Laredo, Texas, y siguió jugando futbol con el equipo Dallas Laredo.

LAS LESIONES LO SACARON DEL PUEBLA

Regresó a Puebla, donde se quedaron a radicar sus padres, y fue a probar fortuna a las básicas del Puebla, donde cumplió en las categorías inferiores desde la Sub-15 hasta la Sub-20.

“Desafortunadamente cuando iba a la Sub-20 me rompí la rodilla, me operaron y me recuperé, pero justo cuando regresaba me troné los ligamentos del tobillo izquierdo, y otra vez volví al quirófano”.

A partir de ahí, su sueño de integrar el cuadro de la Franja se desvaneció. “Me dieron las gracias, porque con tanta tendencia a lesionarme ya no podía seguir en el equipo”, responde Julio Miguel Jr., quien nació en septiembre del 2000 en Nuevo Laredo, Tamaulipas, tierra de su madre, y llegó a Puebla junto con sus padres en la mudanza de los Tigres a la Angelópolis, con escaso año y medio de edad.

No se amilanó y tocó puertas en los Titanes, donde le dieron la oportunidad. “Para mi es una revancha, para demostrarle que se equivocaron”, agrega el Yuyo, quien ha encontrado en su técnico Jesús Olalde, un gran apoyo por los consejos que le brinda.

Julio Miguel Trápaga pivoteando en la intermedia en su paso por Pericos. Foto: Archivo El Sol de Puebla

Para Julio es el último año que tiene para demostrar sus alcances y llamar la atención de equipos de la Liga MX, sino volver a las aulas para estudiar la carrera de Negocios Internacionales.

“Mi sueño es llegar al máximo circuito, jugar en Europa y ser seleccionado nacional”, añade.

“El sabe que es su último año, de ahí debe planear su futuro, estudiar una carrera, prepararse antes que todo”, agrega Julio Miguel papá, quien acepta que nunca le impuso a su hijo un deporte en especial.

“Es más, mi otro hijo (Diego) también va al Oriente y juega futbol”, dice con orgullo. “No me molesta en lo mínimo que no hayan seguido mis pasos, lo principal es que hagan deporte”, reconoce el expelotero veracruzano, quien después de su retiro en 2008 vistiendo la franela de los Pericos, a los que fue enviado por los Tigres en el último mes de temporada del 2002, decidió quedarse a vivir en Puebla.

“Me encantó la ciudad, tengo grandes amigos, estoy cerca de la tierra -Veracruz- y Dios me dio la oportunidad de abrir un negocio de mariscos, muy sabrosos, por cierto”, presume Trápaga Moré.

Para el Yuyo se abre otra ventana: la Liga de Expansión. “Sería fabuloso jugar allí, porque hay muchos jugadores de experiencia y me ayudaría a crecer como futbolista. Pero antes necesito mostrarme con Titanes y seguir picando piedra para llamar la atención de los visores”, remata ilusionado.

  • El último caso similar sucedió con los Ariosa. El cubano Mario Ariosa jugó entre 1947 y 1972 en La LMB y al final de los 70 su hijo del mismo nombre jugó futbol en la Primera “A” con Tuberos de Veracruz

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