/ domingo 16 de junio de 2019

[Video] "Solo" y "solito", la historia de padre e hijo en la fiesta brava

Con quince años de edad el joven busca triunfar al igual que su papá

Imagínate lo que significa para mí que mi hijo siga mis pasos, que algún día toree en esta plaza tan especial –“El Relicario”-, que se vista de luces como ya lo hizo en la pasada Feria de Puebla donde ya tuvo esa oportunidad, hay una comunión entre este redondel, mi hijo y yo; esto es hermoso”, dijo el matador de toros Gustavo García “Solo”, nacido hace 35 años en Ciudad Juárez, Chihuahua, pero avecindado en Puebla desde hace más de dos décadas.

El Sol de Puebla platicó con Gustavo en la misma plaza de toros, donde estuvo al lado de su hijo, con esa conexión especial que los une: el mismo nombre, el lazo sanguíneo y la pasión por la fiesta brava.

Nada comparable en esta fecha, en este Día del Padre donde Gustavo festeja al lado de su hijo, mirándose cara a cara con admiración, respeto y de torero a torero.

“Solito”, sobrenombre de Gustavo Luis David García Zepeda, en honor a su padre, tiene 15 años de edad, es serio, callado, al GUSTAVO GARCÍA “SOLO” contrario de su padre, que platica para El Sol de Puebla la magia que envuelve y el significa do de colocarse un traje de luces.

Paso a paso Gustavo Luis se coloca la indumentaria, como se le enseñó desde hace dos años cuando decidió dedicarse a este mundo, por muchos apasionante, lleno de arte y significados que otra gran parte de la gente, según los taurinos, no alcancen a entender y mucho menos explicarse.

“Enseñarle a respetar tus cosas comenzando por su vestimenta, eso va pasando de generación en generación, en este caso más con mi hijo, de maestro a alumno porque no solo le enseñó a él, también tengo a mis alumnos, porque se les debe transmitir que, desde la colocación del traje de luces, todo tiene un sentido espiritual”, dijo el matador de toros, mientras su hijo, en silencio, se colocaba el traje del que soñó tener puesto y consagrarse algún día, como cuando veía a su padre en el ruedo o en ese momento que quedará en su recuerdo cuando pudo ver en la plaza de Ciudad Juárez por primera vez una corrida y con los matadores partiendo plaza, fue ahí donde terminó por enamorarse de la Fiesta Brava.

Reconoció que, si bien cuando su hijo le externó el deseo de seguir sus pasos, tuvo sentimientos encontrados, ya que es un mundo donde se buscan oportunidades para ser parte de los Toros, que a veces te las dan y otras tantas no, que muchas ocasiones se logran triunfos, otras derrotas, unas más solo salir del ruedo con el silencio del respetable o en el peor de los casos, revolcado o hasta herido por los pitones del Toro, sin embargo, “Solito” lo asume con responsabilidad y compromiso. LA DECISIÓN “Estábamos en la casa y de repente salió el tema en la plática que tenía con mi papá y ahí le dije directamente que quería ser una figura del toreo. En gran parte por ver a mi padre y en otra también viendo los videos de Julián López “El Juli” a quien admiro y con las ganas de querer ser matador, la valentía, el impacto que generaba al público”, dijo el juvenil aspirante.

“Solo” se dijo confortado al saber que su hijo estaba dispuesto a entregarse a una disciplina que engloba el arte que, a partir de un 17 de diciembre, fecha imborrable para ambos ya que fue la primera clase que le impartió a su hijo.

“Qué él pueda sentir en carne viva lo que significa el éxito y el fracaso, todo en una tarde en el ruedo cuando se enfrenta al toro y espero que, en ello, se vea reflejado en su vida para que pueda afrontar con decisión y valentía lo que se ponga enfrente.

“Obvio la idea de verlo figurar en esto te llena, pero a mí como padre me llena más el tema de la formación de vida, se va forjando como un hombre, es un adolescente de 15 años apenas, pero lo que ya hace en el ruedo eso solo lo hacen los hombres y como cualquier padre, creo que le estoy heredando cosas que en verdad serán buenas para él en su vida”, dijo el torero.

Pese a su juventud y atravesar el “ecuador” de la adolescencia e intentar realizar otras actividades propias de su edad, para García Navarrete, el mundo del toro es una pasión que lo absorbe por completo y le llena de gusto.

Uno de los puntos importantes del ritual del taurino es la religiosidad, donde “Solo” y “Solito”, hincados ante el pequeño altar a la Virgen de Guadalupe colocado en la Plaza “El Relicario”, coincidieron que el plantarse ante un astado, estás en la delgada línea de la vida y la muerte y el sentirse protegido por la “Morenita del Tepeyac”, los conforta, consientes que pueden ser los últimos momentos de su vida, aunque saben que en cada corrida, piden su protección para que puedan salir con bien, que les toque un buen toro para la lidia y que tanto ellos como los compañeros que parten plaza salgan con la misma suerte”.

Finalmente, ya en la arena, plantados padre e hijo, saliendo del pasillo principal rumbo al centro del ruedo, coincidieron que la vibra de la gente es contagiosa, al sentir su amor y cariño, en ocasiones de crítica y duda, pero es justo en ese momento donde comienza la verdad.

“Siempre traes en la cabeza que cuando entras a un ruedo puede ser la última vez que lo pises porque un toro te puede dar una cornada, un percance.

“Esto que te platico estoy seguro que es la primera vez que mi hijo me lo escucha, pero quiero que él lo viva, lo sienta, forje su propio sentir, el toro da muchas cosas y donde se derrama sangre y sudor, todo vale la pena, no tenemos una vida normal de cualquier otro profesionista, pero esto es especial y quienes decidimos ser parte de este mundo, somos tocados por Dios”, aseveró un emocionado Gustavo García.

Imagínate lo que significa para mí que mi hijo siga mis pasos, que algún día toree en esta plaza tan especial –“El Relicario”-, que se vista de luces como ya lo hizo en la pasada Feria de Puebla donde ya tuvo esa oportunidad, hay una comunión entre este redondel, mi hijo y yo; esto es hermoso”, dijo el matador de toros Gustavo García “Solo”, nacido hace 35 años en Ciudad Juárez, Chihuahua, pero avecindado en Puebla desde hace más de dos décadas.

El Sol de Puebla platicó con Gustavo en la misma plaza de toros, donde estuvo al lado de su hijo, con esa conexión especial que los une: el mismo nombre, el lazo sanguíneo y la pasión por la fiesta brava.

Nada comparable en esta fecha, en este Día del Padre donde Gustavo festeja al lado de su hijo, mirándose cara a cara con admiración, respeto y de torero a torero.

“Solito”, sobrenombre de Gustavo Luis David García Zepeda, en honor a su padre, tiene 15 años de edad, es serio, callado, al GUSTAVO GARCÍA “SOLO” contrario de su padre, que platica para El Sol de Puebla la magia que envuelve y el significa do de colocarse un traje de luces.

Paso a paso Gustavo Luis se coloca la indumentaria, como se le enseñó desde hace dos años cuando decidió dedicarse a este mundo, por muchos apasionante, lleno de arte y significados que otra gran parte de la gente, según los taurinos, no alcancen a entender y mucho menos explicarse.

“Enseñarle a respetar tus cosas comenzando por su vestimenta, eso va pasando de generación en generación, en este caso más con mi hijo, de maestro a alumno porque no solo le enseñó a él, también tengo a mis alumnos, porque se les debe transmitir que, desde la colocación del traje de luces, todo tiene un sentido espiritual”, dijo el matador de toros, mientras su hijo, en silencio, se colocaba el traje del que soñó tener puesto y consagrarse algún día, como cuando veía a su padre en el ruedo o en ese momento que quedará en su recuerdo cuando pudo ver en la plaza de Ciudad Juárez por primera vez una corrida y con los matadores partiendo plaza, fue ahí donde terminó por enamorarse de la Fiesta Brava.

Reconoció que, si bien cuando su hijo le externó el deseo de seguir sus pasos, tuvo sentimientos encontrados, ya que es un mundo donde se buscan oportunidades para ser parte de los Toros, que a veces te las dan y otras tantas no, que muchas ocasiones se logran triunfos, otras derrotas, unas más solo salir del ruedo con el silencio del respetable o en el peor de los casos, revolcado o hasta herido por los pitones del Toro, sin embargo, “Solito” lo asume con responsabilidad y compromiso. LA DECISIÓN “Estábamos en la casa y de repente salió el tema en la plática que tenía con mi papá y ahí le dije directamente que quería ser una figura del toreo. En gran parte por ver a mi padre y en otra también viendo los videos de Julián López “El Juli” a quien admiro y con las ganas de querer ser matador, la valentía, el impacto que generaba al público”, dijo el juvenil aspirante.

“Solo” se dijo confortado al saber que su hijo estaba dispuesto a entregarse a una disciplina que engloba el arte que, a partir de un 17 de diciembre, fecha imborrable para ambos ya que fue la primera clase que le impartió a su hijo.

“Qué él pueda sentir en carne viva lo que significa el éxito y el fracaso, todo en una tarde en el ruedo cuando se enfrenta al toro y espero que, en ello, se vea reflejado en su vida para que pueda afrontar con decisión y valentía lo que se ponga enfrente.

“Obvio la idea de verlo figurar en esto te llena, pero a mí como padre me llena más el tema de la formación de vida, se va forjando como un hombre, es un adolescente de 15 años apenas, pero lo que ya hace en el ruedo eso solo lo hacen los hombres y como cualquier padre, creo que le estoy heredando cosas que en verdad serán buenas para él en su vida”, dijo el torero.

Pese a su juventud y atravesar el “ecuador” de la adolescencia e intentar realizar otras actividades propias de su edad, para García Navarrete, el mundo del toro es una pasión que lo absorbe por completo y le llena de gusto.

Uno de los puntos importantes del ritual del taurino es la religiosidad, donde “Solo” y “Solito”, hincados ante el pequeño altar a la Virgen de Guadalupe colocado en la Plaza “El Relicario”, coincidieron que el plantarse ante un astado, estás en la delgada línea de la vida y la muerte y el sentirse protegido por la “Morenita del Tepeyac”, los conforta, consientes que pueden ser los últimos momentos de su vida, aunque saben que en cada corrida, piden su protección para que puedan salir con bien, que les toque un buen toro para la lidia y que tanto ellos como los compañeros que parten plaza salgan con la misma suerte”.

Finalmente, ya en la arena, plantados padre e hijo, saliendo del pasillo principal rumbo al centro del ruedo, coincidieron que la vibra de la gente es contagiosa, al sentir su amor y cariño, en ocasiones de crítica y duda, pero es justo en ese momento donde comienza la verdad.

“Siempre traes en la cabeza que cuando entras a un ruedo puede ser la última vez que lo pises porque un toro te puede dar una cornada, un percance.

“Esto que te platico estoy seguro que es la primera vez que mi hijo me lo escucha, pero quiero que él lo viva, lo sienta, forje su propio sentir, el toro da muchas cosas y donde se derrama sangre y sudor, todo vale la pena, no tenemos una vida normal de cualquier otro profesionista, pero esto es especial y quienes decidimos ser parte de este mundo, somos tocados por Dios”, aseveró un emocionado Gustavo García.

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