/ domingo 19 de marzo de 2017

Sufre la jauría una dolorosa derrota a manos del Mérida

En el futbol el que gana no es siempre el que mejor juega, es elque hace los goles. El sábado Mérida con sus limitaciones y“astucias” se las arregló para enredar y vencer a Lobos 4 por3 en el cubil dejándolos en jaque en su carrera hacia la liguilladel Ascenso.

Es cierto que Venados hizo gala de lo que a muchos no gusta yque en el futbol se conoce como “oficio”: fingió faltas parahacer tiempo, las cometió para frenar el avance del rival ocortarle el ritmo y buscó la división de la pelota para despuésimponerse por su físico.

Pero en cada duelo de éstos dentro de su “limitada”propuesta se llevó por delante a La Manada, que después de unbuen primer tiempo en el que tocó la pelota con criterio terminópor ser predecible amontonando gente adelante para ver si cascabanuna de tantas que lanzaron al corazón del área, a sabiendas deque el rival les superaba desde el minuto 68 en eso que tambiénsirve para ganar los partidos: el hambre.

Y es que dio la impresión de que en el segundo lapso el equipose relajó, tal vez tras darse cuenta que sin meter el acelerador afondo se podía vencer a los ciervos.

La jugada del empate en el 1-1 de La Manda mostró algo de estocuando Alfonso Sánchez, el jugador del encuentro para losuniversitarios, se combinó con Amaury Escoto. El mediocampistafiltró el balón entre dos defensores para encontrar a Escoto quesin marca cruzó de pierna derecha.

Luego a los 30 minutos de partido Luis Olascoaga disparaba antedos marcadores y el portero otro centro por izquierda de Sánchez,que por segunda vez llegaba como en su casa.

Pero también daba la sensación de que Venados no iba a ser un“flan”.

Tal vez su amor propio, las ganas de no quedar último o elfantasma de perder la categoría que los últimos meses los merodealos hizo jugar al tú por tú, porque también hubo momentos en quelo hizo como cuando Luis Sánchez conectaba con Sebastián Ribaspara que éste después de romper el fuera de juego de formamagistral pusiera de nuevo las tablas en Ciudad Universitaria antela sorpresa de los presentes, que probablemente se creyeron elcuento de que porque Mérida era último la victoria era tambiénsegura.

Los partidos hay que jugarlos.

Aunque Lobos volvió a la carga y lo hizo gracias a lo quedominó en su racha del último mes sin perder: las ganas. Y es queAlfonso Sánchez fue detrás de un balón elevado al área queparecía no traía mucho pero que para él era oro molido…obviamente el “16” se lo ganó a todos para impactarlo y mandarasí a su equipo al descanso en control 3-2.

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https://cdn.oem.com.mx/elsoldepuebla/2017/03/LOBOS-byn-40p.jpg

Tras la reunión de las tropas del entretiempo Mérida saliómás enchufado, potencializando sus virtudes, mismas que otroshicieron menos, y terminaron por empatar gracias a un testarazoseco de Ribas tras un servicio en diagonal a pelota parada. Otravez nada para nadie.

Obviamente que con seis goles en 47 minutos el partido tarde otemprano se rompería, o tal vez ya lo había hecho. Por lo que lastablas tácticas, ésas en las manos de los técnicos que en másde una ocasión ganan los partidos, quedaban de lado pararesolverlo al ataque por ataque, a ser más certero que elrival.

Desafortunadamente para Lobos… Venados y Leandro Navarro lofueron. El “11” sacó provecho de una pantalla de uncompañero, que daba la impresión de ser obstrucción con un“banquito” al no dejar pasar a su cita con la marca al defensorlobezno, para prender desde fuera del área el balón y acomodarlolejos de la estirada de Francisco Canales que sólo embelleciómás la estampa con su vuelo estéril.

El gol fue un balde de agua fría en el cubil, donde Lobos ahoradebía de remar contra la corriente por enésima vez en lacampaña. El equipo lo intentó pero parecía que las piernas no ledaban y comenzó a perder la calma.

Entonces el técnico Rafael Puente movió sus fichas, refrescóa su plantel mandando a la cancha a todo su potencial ofensivo:Tejeda, Ricardinho y Marrufo. Pero ninguno de estos hombres le diodesborde o juego entrelíneas.

El equipo de pronto paraba con tres en el fondo, dosmediocampistas y cinco delanteros. Por lo que apostó a los centrosal corazón del área en lugar de la elaboración y terminó porser repelido una y otra vez por Mérida, que tras los choquesnaturales de pelear la pelota por arriba hacía tiempo cuando susjugadores caían al suelo.

Es cierto, Venados ensució el partido; pero sea como sea lesacó tres puntos a Lobos que éstos extrañarán al final deltorneo… donde ojalá las cuentas salgan en el cubil.

En el futbol el que gana no es siempre el que mejor juega, es elque hace los goles. El sábado Mérida con sus limitaciones y“astucias” se las arregló para enredar y vencer a Lobos 4 por3 en el cubil dejándolos en jaque en su carrera hacia la liguilladel Ascenso.

Es cierto que Venados hizo gala de lo que a muchos no gusta yque en el futbol se conoce como “oficio”: fingió faltas parahacer tiempo, las cometió para frenar el avance del rival ocortarle el ritmo y buscó la división de la pelota para despuésimponerse por su físico.

Pero en cada duelo de éstos dentro de su “limitada”propuesta se llevó por delante a La Manada, que después de unbuen primer tiempo en el que tocó la pelota con criterio terminópor ser predecible amontonando gente adelante para ver si cascabanuna de tantas que lanzaron al corazón del área, a sabiendas deque el rival les superaba desde el minuto 68 en eso que tambiénsirve para ganar los partidos: el hambre.

Y es que dio la impresión de que en el segundo lapso el equipose relajó, tal vez tras darse cuenta que sin meter el acelerador afondo se podía vencer a los ciervos.

La jugada del empate en el 1-1 de La Manda mostró algo de estocuando Alfonso Sánchez, el jugador del encuentro para losuniversitarios, se combinó con Amaury Escoto. El mediocampistafiltró el balón entre dos defensores para encontrar a Escoto quesin marca cruzó de pierna derecha.

Luego a los 30 minutos de partido Luis Olascoaga disparaba antedos marcadores y el portero otro centro por izquierda de Sánchez,que por segunda vez llegaba como en su casa.

Pero también daba la sensación de que Venados no iba a ser un“flan”.

Tal vez su amor propio, las ganas de no quedar último o elfantasma de perder la categoría que los últimos meses los merodealos hizo jugar al tú por tú, porque también hubo momentos en quelo hizo como cuando Luis Sánchez conectaba con Sebastián Ribaspara que éste después de romper el fuera de juego de formamagistral pusiera de nuevo las tablas en Ciudad Universitaria antela sorpresa de los presentes, que probablemente se creyeron elcuento de que porque Mérida era último la victoria era tambiénsegura.

Los partidos hay que jugarlos.

Aunque Lobos volvió a la carga y lo hizo gracias a lo quedominó en su racha del último mes sin perder: las ganas. Y es queAlfonso Sánchez fue detrás de un balón elevado al área queparecía no traía mucho pero que para él era oro molido…obviamente el “16” se lo ganó a todos para impactarlo y mandarasí a su equipo al descanso en control 3-2.

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Obviamente que con seis goles en 47 minutos el partido tarde otemprano se rompería, o tal vez ya lo había hecho. Por lo que lastablas tácticas, ésas en las manos de los técnicos que en másde una ocasión ganan los partidos, quedaban de lado pararesolverlo al ataque por ataque, a ser más certero que elrival.

Desafortunadamente para Lobos… Venados y Leandro Navarro lofueron. El “11” sacó provecho de una pantalla de uncompañero, que daba la impresión de ser obstrucción con un“banquito” al no dejar pasar a su cita con la marca al defensorlobezno, para prender desde fuera del área el balón y acomodarlolejos de la estirada de Francisco Canales que sólo embelleciómás la estampa con su vuelo estéril.

El gol fue un balde de agua fría en el cubil, donde Lobos ahoradebía de remar contra la corriente por enésima vez en lacampaña. El equipo lo intentó pero parecía que las piernas no ledaban y comenzó a perder la calma.

Entonces el técnico Rafael Puente movió sus fichas, refrescóa su plantel mandando a la cancha a todo su potencial ofensivo:Tejeda, Ricardinho y Marrufo. Pero ninguno de estos hombres le diodesborde o juego entrelíneas.

El equipo de pronto paraba con tres en el fondo, dosmediocampistas y cinco delanteros. Por lo que apostó a los centrosal corazón del área en lugar de la elaboración y terminó porser repelido una y otra vez por Mérida, que tras los choquesnaturales de pelear la pelota por arriba hacía tiempo cuando susjugadores caían al suelo.

Es cierto, Venados ensució el partido; pero sea como sea lesacó tres puntos a Lobos que éstos extrañarán al final deltorneo… donde ojalá las cuentas salgan en el cubil.

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