En 1956, el mejor pretendiente para convertirse en pareja de Yola Ramírez se llamaba Alfonso Ochoa. Sí, la Federación Mexicana de Tenis (FMT) pensaba en el espigado campeón juvenil como la mejor opción para ponerlo a jugar los dobles mixtos con la gran estrella del deporte blanco nacional.
De los supuestos de que ambos formaban “una bonita pareja” se pasó a los hechos, pues en la cancha la química saltaba a la vista. Él, Poncho, más tarde comenzó a ver en ella no sólo a su pareja de pista… también de vida.
Sin embargo, él no terminaba por creer que Yola lo mirara de la misma forma por aquello de la diferencia de años (3). Además, según Poncho, la gran campeona parecía había posado sus ojos en el hermano del monarca juvenil tan sólo porque ambos se llevaban... congeniaban bien.
“Todo empezó por medio del tenis en 1956, ella desde joven destacó en el tenis en campeonato abierto, la Federación le pidió que jugará el nacional mixto con una promesa de este deporte, que era yo porque fui campeón juvenil, lo jugamos y ganamos. A partir de ese momento se hizo un click”, recordaba Poncho hace tres años en una entrevista concedida a este diario.
Pero pensamiento más equivocado imposible, pues esa complicidad dentro de la cancha hizo su magia, la cual los ha hecho protagonistas de una historia digna de película, o al menos digna de repasar en pleno día de los enamorados.
“Ella me lleva casi tres años, pero desde que jugamos juntos nació una relación muy padre; aunque ella por la edad era más amiga de mi hermano mayor. Pero pese a que congeniaban más con la amistad, al final fui yo el ‘ganón’ porque con el trato nos enamoramos”, agregó por entonces el semifinalista en Roland Garros en 1961.
Este 2022, Yola y Poncho están a punto de festejar 60 años desde que se dieron el sí; 60 años de la vida itinerante, pero unida por el tenis.
La fecha marcada en el calendario es la del lunes 29 de agosto, justo cuando el Abierto de los Estados Unidos se pone en marcha en Flushing Meadows, Nueva York, donde por cierto Yola jugó una final de dobles en 1961. Si festejarán de forma especial o no, sólo ellos lo saben; pero qué se le pide a la vida cuando el éxito no deportivo y sí personal se ha alcanzado en forma de hijos, nietos y muchos descendientes “postizos” a quienes han llamado alumnos y éstos a su vez los han hecho sus maestros.
YOLA RAMÍREZ LEYENDA DEL TENIS
“La paciencia, eso ha sido fundamental para mantenernos así, felices, aunque nuestro carácter es distinto, pues he sido férrea, consistente y luchadora y mi esposo ha sido tranquilo, más pensante y ha sido una bonita combinación”
5 años de noviazgo disfrutaron Yola y Poncho antes de darse el sí y casarse.
