La mañana del 30 de junio de 1908, cerca del río Podkamennaya Tungushka, en la hoy región de Kranoyarsk en Siberia, Rusia, se desató una explosión inesperada, que tumbó 80 millones de árboles, en un área despoblada de 2 150 km2. Tan lejos como en la isla de Gran Bretaña, los sensores sismológicos captaron las vibraciones del lejano evento.
Era y es una zona boscosa, densa y poco poblada, solo hubo unos cuantos y lejanos testigos, se cree que tres personas murieron en el evento. Las personas narraron haber visto algo en el cielo que avanzaba rumbo al norte, que se vio una luz cegadora y segundos después se escuchó un estruendo, las personas como los árboles cayeron, algunos sintieron un intenso calor.
El terreno y la abrumadora lejanía (3 587 km) impidió que el gobierno zarista emprendiera una investigación apropiada. Doce años después, en el gobierno soviético, se organizó una expedición científica a la zona, dirigida por el mineralogista Leonid Kulik. Las descripciones y las fotografías de los árboles tumbados que conocemos, son de aquella tardía expedición.
Durante décadas se especularon varias hipótesis sobre la apocalíptica explosión. La más verosímil y la que según los modelos de computadora, explica lo sucedido, es aquella de la entrada en la atmósfera terrestre de un meteoroide de ente 50 a 190 metros de diámetro, el cual explotó en el aire a 5 o 10 kilómetros de altura y sería la onda expansiva la que ocasionó la devastación en el terreno, además, explica la ausencia de un cráter de impacto. Otra hipótesis habla de la entrada de un asteroide en la atmósfera terrestre pero siguió de largo y regresó al espacio, ocasionando una onda de choque como una explosión. Se cree que la explosión fue equivalente de 3 a 30 megatones de TNT, lo que es lo mismo de 3 mil kilotones a 30 mil kilotones de TNT; solo por comparar, la bomba atómica de Hiroshima era de 15 kilotones.
CHELYABINSK
Un evento similar, aunque de proporciones menores y por mucho, es la explosión aérea de un meteorito de 17 metros de diámetro, a 20 kilómetros de altura sobre la ciudad rusa de Chelyabinsk, a las 9:20 a. m. hora local, del 15 de febrero de 2013.
La explosión rompió ventanas y estructuras ligeras que ocasionaron 2 000 heridos, solo uno de gravedad. Nadie perdió la vida, pero el suceso generó un temor en la población como pocos lo han vivido: oficinistas, escolares, universitarios, empleados, vieron explotar las ventanas en medio de un fuerte estruendo y una luz cegadora. Unos pensaron que había iniciado la guerra, que los bombardeaban, otros supusieron la caída de un meteorito.
La explosión liberó una energía de entre 20 a 30 bombas atómicas como la de Hiroshima en 1945. El porqué la explosión de Chelyabinsk no fue de 20 a 30 veces la devastación de Hiroshima, se debe a la altura de la explosión. La bomba atómica Little Boy explotó a 600 metros de altura sobre Hiroshima, el meteorito de Chelyabinsk lo hizo a 20 mil metros sobre la ciudad. Esa enorme diferencia salvó a miles de residentes de Rusia.
BRIAN MAY
El 6 de diciembre de 2016, la Asamblea de las Naciones Unidos, aprobó una iniciativa presentada por el astrofísico y guitarrista de la banda de rock Queen, Brian May, para conmemorar el 30 de junio el Día Internacional de los Asteroides: "para celebrar cada año a nivel internacional el aniversario del impacto de Tunguska, en Siberia (Federación de Rusia), ocurrido el 30 de junio de 1908, y para aumentar la conciencia pública sobre el peligro de impacto de los asteroides".
ASTEROIDES Y COMETAS
Nuestro Sistema Solar está repleto de asteroides y cometas. Muchos de los asteroides se mueve en el Cinturón de Asteroides, una región ubicada entre las órbitas de Marte y Júpiter. Otros asteroides se mueven fuera de este Cinturón, en órbita elípticas, algunos se acercan a la Tierra y otros hasta cruzan la órbita de la Tierra, lo que los convierte en peligrosos.
Los cometas se encuentran en el Cinturón de Kuiper, región ubicada más allá de Neptuno, en donde se encuentra el planeta enano Plutón. Los cometas son rocas de hielo que al salir disparados rumbo al Sol, el calor y las partículas solares ocasionas que la roca de hielo expulse vapores y gases, creando la cola de los cometas. Algunos cometas se acercan a la Tierra y otros cruzan la órbita de la Tierra, algunos se estrellan contra el Sol y otros son expulsados por la gravedad del Sol fuera del Sistema Solar y nunca más regresarán. En 1994, el cometa Shoemaker Levy 9 se estrelló contra Júpiter.
Varias Agencias Espaciales mantienen listas de asteroides y cometas peligrosos y varios observatorios del mundo realizan seguimientos continuos de ellos para conocer cambios en sus trayectorias, lo que los puede volver más o menos peligrosos.
¿ESTAMOS PREPARADOS?
En abril de 2021, la NASA realizó un ejercicio de cuatro días, de la colisión de un asteroide en Europa. Las computadoras simularon la detección y la defensa. El resultado no es alentador. No existe la capacidad tecnológica de salvar a nuestro planeta con un rango de 6 meses de antelación. Tal vez para un asteroide con una probabilidad de impacto para dentro de 5 a 10 años, tendríamos más oportunidad de planear la defensa.
La buena noticia es que nadie interesado en el impacto de asteroides está durmiendo. Se están realizando planes y proyectos para qué, de darse el caso, algo podamos hacer. En nuestro país, el Observatorio Tonantzintla, en el Instituto de Astrofísica, Óptica y Electrónica, INAOE, en el Estado de Puebla, mantiene al Grupo de Planetas Menores, el cual colabora en la International Asteroid Warning Network (iawn.net), iniciativa de Naciones Unidas para dar seguimiento a los asteroides peligrosos y planear la defensa de la Tierra.
Los niños y niñas de México que quieran colaborar en la defensa de nuestro planeta, pueden estudiar astronomía y trabajar en la iniciativa IAWN, aquí en México.
Por ahora, de los asteroides conocidos, ninguno representa un peligro de colisión contra nuestro planeta, en al menos 100 años. german@astropuebla.org