Artículo. No. 1153
En la primera parte leímos sobre ‘Oumuamua, asteroide interestelar del cual muchos creen que es en realidad una nave extraterrestre alienígena. En esta segunda parte conoceremos cómo los científicos, al ir mejorando el equipo de detección de ondas de radio, han vivido momentos en los que pensaron recibir saludos cósmicos desde lejanas civilizaciones extraterrestres.
HOMBRECITOS VERDES
En el año de 1967 en Inglaterra el astrónomo Antony Hewish colocó 90 kilómetros de alambre de cobre enredado en postes sobre una superficie de 18 km², con lo que pensaba detectar señales perturbadas de estrellas, similar al titileo de las mismas. En este sentido, cabe destacar que cuando las observamos vemos a las estrellas variar su color rápidamente, que es cuando decimos que la estrella titila (no “parpadea”, porque no tienen párpados). Sin embargo, este fenómeno no es propio de la estrella, sino de la atmósfera terrestre: el cambio brusco de color se debe a los vientos altos en nuestra atmósfera. Se habrá dado cuenta de que cuanto más viento hay más titilan las estrellas. Hewish pensaba que el ambiente espacial podría también perturbar otras señales de las estrellas y eso esperaba detectar con su experimento.
Varios estudiantes de Hewish se dedicaron a cuidar y observar los kilómetros de cable así como interpretar las gráficas de los datos obtenidos. Entre ellos se encontraba la joven Jocelyn Bell, estudiante de astronomía venida de Escocia. Ella era muy meticulosa en sus observaciones, así que pronto detectó una señal estelar ultrarrápida desconocida. Era tan rápida que era imposible leerla en las gráficas. Hewish y Bell modificaron el detector para poder graficar la señal: cada 1.34 segundos se recibía una señal que duraba una vigésima de segundo (divida un segundo entre veinte y ahí está). La señal era muy estable en su duración y recepción, ¡ningún fenómeno natural conocido podía igualar semejante estabilidad! Siendo así, surgió la idea de estar recibiendo comunicación de seres extraterrestres, por lo que la señal fue bautizada como LGM (de Little Green Men, es decir, hombrecillos verdes). Fue tal el impacto que en las conferencias para discutir la señal las salas eran adornadas con figuras de extraterrestres verdes.
La curiosidad llevó a Hewish y Bell a buscar si señales similares venían desde otras zonas del universo y así fue. Pronto se dieron cuenta de que estaban detectando un tipo de estrellas de neutrones predichas en 1939 por Walter Baade y Fritz Zwicky.
Cabe destacar que las estrellas de neutrones son estrellas que perdieron sus electrones y se contrajeron, disminuyeron su tamaño pero no toda su masa, por lo que el peso de toda la estrella estaría concentrado en una esfera de pocos kilómetros de diámetro, por ejemplo, si nuestro Sol deviniera en una estrella de neutrones tendría un diámetro de 15 kilómetros y una cucharadita del Sol pesaría mil millones de toneladas.
Las estrellas detectadas por Hewish y Bell son estrellas de neutrones con un poderosísimo campo magnético que emiten radiación en periodos muy cortos ultrarrápidos y de forma estable. Fueron llamadas estrellas pulsares. La pulsar de Hewish y Bell es del tamaño de un sol y medio con un increíble periodo de rotación de ¡1.34 segundos! Nuestro Sol rota sobre su propio eje en 24.4 días.
En la actualidad se han encontrado más pulsares y algunas más rápidas que la de Hewish y Bell, pues algunas rotan hasta ¡tres mil veces por segundo!
Las pulsares son faros estelares que pueden usarse para la navegación cósmica. De hecho, Carl Sagan y Frank Drake colocaron un mapa de la posición del Sol respecto a 15 pulsares en las naves Pioneer 10 y 11 y en las Voyager 1 y 2 como tarjeta de presentación para civilizaciones extraterrestres inteligentes que intercepten estas sondas espaciales. Una civilización inteligente y avanzada debería tener mapeada nuestra galaxia, conocería estas pulsares y podría encontrar nuestro Sistema Solar.
Antony Hewish recibió en 1974 el premio Nobel por tal descubrimiento, junto a Martin Ryle por sus estudios en Astrofísica, pero no le fue otorgado el premio a Jocelyn Bell por ser entonces una estudiante de doctorado. La comunidad científica considera que la Academia Nobel cometió una enorme injusticia hacia Bell.
LA SEÑAL WOW!
Aunque la señal de Hewish y Bell devino en un descubrimiento importante, a veces simplemente no se sabe que ha sucedido. No al menos por ahora.
El 15 de agosto de 1977 el radiotelescopio Big Ear de la Universidad de Ohio EE. UU. recibió durante 72 segundos una señal muy poderosa similar a como se piensa que debe ser una señal proveniente de una civilización extraterrestre.
La señal vino de la dirección de la constelación de Sagitario y sorprendió tanto al astrónomo Jerry R. Ehman que escribió en la hoja de datos de la señal la palabra wow! Desde entonces se conoce como la señal wow! y se mantiene como una posible comunicación extraterrestre. Nunca más se volvió a detectar nada desde la misma zona a pesar de múltiples intentos. Permanece hasta ahora como un misterio.
LA ESTRELLA DE TABBY
Clasificada como KIC8462852 en la constelación del Cisne, presentó en 2015 disminuciones de brillo inusuales. Cabe destacar que observando disminuciones de brillo periódico en estrellas es como se han descubierto exoplanetas alrededor de las estrellas: es el método de Tránsito. La estrella de Tabby disminuyó su brillo hasta 22 %, muchísimo. Se descartó un disco de polvo a su alrededor y un enjambre de cometas. Una teoría dice que una civilización extraterrestre construye una esfera de Dysson alrededor de la estrella para obtener toda su energía. Astrónomos españoles especulan que las disminuciones se deben a un planeta como Saturno, pero con unos anillos enormes y con asteroides troyanos, como Júpiter, es decir, asteroides por delante y atrás del planeta y sobre su misma órbita. Calcularon que el planeta y sus asteroides transitarían frente a la estrella entre 2021 y 2023. Si disminuye como predicen, se confirmará la teoría; si no, buscarán nuevas teorías. La de la civilización extraterrestre, la teoría menos probable, no se ha descartado. german@astropuebla.org
CURIOSO
--En 1899 Nikola Tesla captó mediante un experimento en Colorado Springs una señal de radio de muy baja frecuencia. Dedujo que provenía de fuera de la Tierra, pero no de dónde. Muchos pensaron en comunicación extraterrestre. Cien años después los científicos Kenneth y James Corum descubrieron que la luna Ío de Júpiter emite una radiación ultrabaja. Estas señales se atoran en el campo magnético de la Tierra y no las captamos, pero en tormentas solares dirigidas a la Tierra nuestro campo magnético a veces se debilita y permite el paso de estas señales. El fortuito experimento de Tesla sucedió durante una tormenta solar.
--Las computadoras de los científicos no son suficientes para procesar toda la información recabada del universo. Mediante el programa SETI@Home usted puede colaborar en la búsqueda de señales extraterrestres desde su casa. Muchas computadoras permanecen encendidas y conectadas a Internet sin ser usadas. Cuando usted deje la computadora el programa descargará información, hará cálculos y enviará los datos de vuelta a la Universidad de Berkeley. Si se descubre algo, su nombré aparecerá junto al de los científicos. (https://setiathome.berkeley.edu/)
SABÍAS QUE…
--En 1994 se anunció el descubrimiento de tres exoplanetas alrededor de la pulsar PSR B1257+12 en la constelación de Virgo, a 2 300 años luz de nosotros. Los planetas llevan por nombre Daugr, Poltergeist y Phobetor.
--Walter Bade y Fritz Zwicky propusieron en 1934 la existencia de las supernovas, así como ser la fuente de los rayos cósmicos.
