/ miércoles 26 de septiembre de 2018

¡Observa el gran brillo de Venus y Júpiter! Aprende a encontrarlos

Al anochecer levanta la vista y descubre esta maravilla en el cielo

Artículo No.1143

En los últimos días de septiembre al ponerse el Sol observaremos el impresionante brillo de Venus. En particular el martes 25 de septiembre Venus brillará como pocas veces. No necesitará de binoculares o telescopio. Además, Júpiter brillará lo suficiente para darnos un hermoso espectáculo en los próximos días.

Veamos cómo se mide el brillo de los astros y luego cómo encontrarlos al caer la noche.

Comparación entre Venus y la Tierra. NASA

EL BRILLO Y LA MAGNITUD

Medimos el brillo de los astros con la magnitud aparente: un nombre para diferenciarla de la magnitud absoluta.

En el siglo II a. C. el más grande astrónomo de la antigüedad, Hiparco de Nicea, clasificó el brillo de los astros en una escala graduada. Los astros más brillantes fueron de magnitud 1, los que parecían brillar la mitad fueron de magnitud 2, los que brillaban la mitad de la magnitud 2 son los de magnitud 3 y así continuó con la magnitud 4, la 5 y la 6; ya no observó estrellas menos brillantes y, por lo tanto, desconoció su existencia.

Fue Galileo Galilei, el 7 de enero de 1610, la primera noche que utilizó su telescopio, quien observó “nuevas” estrellas invisibles al ojo humano. Así aparecieron la magnitud 7, 8, 9 y más, muchas más.

Pero existen astros más brillantes que los de magnitud 1. Para no trastocar la escala de Hiparco se agregaron números negativos, siendo así, a veces Júpiter brilla en magnitud -1 y Venus alcanza a veces hasta magnitud -4. La Luna brilla en magnitud -13 y el Sol, en -26.

“El nacimiento de Venus”, Botticelli. Galería Uffizi, Florencia, Italia.

La magnitud aparente toma en cuenta el brillo visto desde la Tierra, es decir, estrellas más grandes y más brillantes pueden verse tenues por estar más alejadas que otras menos brillantes pero más cercanas a nosotros. Por su parte, la magnitud absoluta toma en cuenta el brillo de los astros si todos estuvieran a la misma distancia de nosotros. En astronomía de aficionado cuando hablamos de la magnitud siempre nos referiremos a la magnitud aparente.

LAS SIGUIENTES NOCHES

El próximo 25 de septiembre Venus brillará a -4.6 de magnitud, es decir, muy brillante, y así continuará toda la semana; el día 29 Júpiter brillará a -1.8.

Para encontrar a Venus observe al oeste, un poco al suroeste, por donde “se oculta” el Sol cada anochecer. El lucero más brillante y más cercano al horizonte es Venus, no hay pierde, no puede confundirlo con otro astro. Su gran resplandor se debe a que el planeta está cubierto en su totalidad de nubes que reflejan el 70 % de la luz del Sol.

Huey Citlalin (Venus), El señor de la mañana. Códice Cospi, incluido en el Códice Borgia. Biblioteca de la Universidad de Bolonia, Italia.

Si tiene binoculares o telescopio se maravillará como Galileo al descubrir las fases de Venus. Se dará cuenta de que la parte iluminada de Venus es la parte que da al Sol de día; mientras que el otro lado de Venus es su parte de noche.

Cada día el planeta avanzará en dirección del Sol y será hasta el 22-23 de octubre cuando Venus pase a este astro y comience a observarse al amanecer, antes de la salida del Sol, convirtiéndose en “la estrella de la mañana”, como tradicionalmente la han llamado. Aunque no es una estrella, sino un planeta.

SATURNO Y MARTE

Una vez ubicado Venus observe un poco arriba, el siguiente lucero brillante es Júpiter; continúe subiendo y pasará cerca de la estrella gigante roja Antares de la constelación del escorpión. Más arriba aparecerá Saturno, lucero de tono amarillento, obsérvelo con telescopio, sus anillos están dando un hermoso espectáculo en 2018. En la misma trayectoria avanzando al este se encuentra Marte, el planeta rojo.

Venus antecede al Sol al amanecer o le sigue al anochecer. La razón de por qué vemos a Venus unos días al amanecer y otros días al iniciar la noche. GMG

VENUS, EL PLANETA DEL AMOR Y LA BELLEZA*

Los observadores y adoradores del cielo siempre fueron presa de una honda emoción al observar al lucero más brillante de todos durante el atardecer y el amanecer. Es tan brillante que en ocasiones se observa a simple vista en pleno día como una pequeña y tenue “estrella” en el cielo azul. En las noches despejadas Venus resalta con una brillantez tan intensa que los cuerpos proyectan sombra. Cuando se observa al amanecer los dardos luminosos del Sol se van apoderando del cielo y el brillante planeta huye de la vista hasta “desaparecer”.

Era de esperarse que por su gran brillo Venus fuera motivo de gran atención desde las más remotas épocas de la antigüedad hasta nuestros días.

En la antigua cultura griega lo llamaron Phosphoros, “lucero que lleva o emana luz”, al observarse al amanecer; cuando se veía al caer la noche lo llamaron Herperos o Esperos. Por su hermoso brillo recibió el nombre de Afrodita, diosa del amor, la belleza y la fecundidad. Este nombre viene de “aphros”, espuma, es decir, la “nacida de la espuma”. El culto de Afrodita es originario de Oriente; fue llamada Ishtar en Babilonia. Los romanos que imitaron la religión griega la llamaron Venus, con los mismos atributos de Afrodita; designaron al lucero con los vocablos de “Lucifer”, lucero de la mañana, y “Vesper”, lucero de la tarde. En todas las culturas se encuentran manifestaciones de admiración causadas por su esplendoroso brillo, como “la diosa deslumbradora”, “reina de los titanes” o “esplendor del cielo”.

La sonda soviética “Venera” en Venus. Pixabay.com

SU DOBLE PERSONALIDAD*

En algunas culturas consideraban a dos luceros, el de la mañana y el de la tarde, ignorando que se trataba del mismo astro que se observaba alternado por la mañana unos días y al anochecer otros días. Existen tablillas con cálculos en escritura cuneiforme que indican que los astrónomos asirios conocían desde el año 685 a. C. que se trataba del mismo lucero.

En el antiguo México, nos dice Anthony F. Aveny en su libro Skywatchers of Ancient Mexico (Observadores del cielo en el México Antiguo): “… nunca se exagera la importancia que entre todos los planetas tuvo Venus para los Mayas” (sic). Venus era conocido como Noh Ek (gran estrella), Chak Ek (estrella roja), Sastal Ek (estrella brillante) o Xux Ek (estrella avispa). El fraile español Toribio de Benavente, “Motolinía”, comenta: “se le rendía tanto culto a Venus como al Sol y de hecho más que a los demás astros”. Para los mayas Venus anunciaba la salida del Sol por la mañana o surgía de las cenizas de la luminaria solar extinta al caer la noche (Sejourne l en su libro “Pensamiento y religión en el México Antiguo”).

Posición real de los planetas el 25 de septiembre. GMG

Sin duda, el máximo logro de la astronomía maya sobre Venus reside en el Códice Dresde.

Para los mexicas el nombre en náhuatl de Venus era Huey Citlalin “la estrella grande”. También se le nombraba Totonametl, “la flecha ardiente”. El nombre más usual era el del dios antropomorfo, es decir, la encarnación de Venus, Tlahuizcalpantecuhtli, “El señor de la casa del alba” o “El señor brillante que se ve en el horizonte”.

En el Códice Borgia existen representaciones de Venus como Tlahuizcalpantecuhtli. En el calendario hay cálculos sobre el año sinódico de Venus; los cálculos hechos por los astrónomos-sacerdotes nahuatlacas, como dice Motolinía, son exactas observaciones y cómputos de precisión, además, sabían cuando Venus cruzaba por el disco solar (los tránsitos). Los toltecas, por su parte, sabían con mucha exactitud que el lucero matutino y vespertino eran el mismo.

Fotografía de la superficie de Venus, por la sonda Venera. 1975-URSS

VENUS, EL PLANETA

Gracias a las sondas espaciales (sobre todo soviéticas) que arribaron al planeta Venus sabemos que los rayos del Sol maquillan a Venus y encontramos en su interior una imagen muy diferente, para nada calmo. Venus es tormentoso: relámpagos constantes se observan por doquier, lluvias torrenciales de ácido sulfúrico inundan el planeta, lagos y mares del mismo ácido se extienden en la superficie. Además, la presión atmosférica es tan alta que las naves espaciales son aplastadas antes de tocar suelo; algunas lograron aterrizar y sobrevivieron pocos minutos y nada más.

Venus es casi del mismo tamaño que la Tierra, su día dura 243 días terrestres y tarda en darle una vuelta al Sol (su año) 224 días terrestres, es decir ¡su día dura más que su año! Por si fuera poco, Venus rota en sentido opuesto al resto de los planetas (excepto Urano).

Venus nos deslumbrará estos días, ojalá tengamos tardes despejadas. Maravíllese como los antiguos al admirar el hermoso brillo de Venus, sorpréndase como Galileo al descubrir sus fases y comparta con su familia la observación de los planetas conocidos desde la antigüedad.

*Párrafos de “Venus, el planeta del amor y la belleza” de Germán Martínez Hidalgo.

german@astropuebla.org

Artículo No.1143

En los últimos días de septiembre al ponerse el Sol observaremos el impresionante brillo de Venus. En particular el martes 25 de septiembre Venus brillará como pocas veces. No necesitará de binoculares o telescopio. Además, Júpiter brillará lo suficiente para darnos un hermoso espectáculo en los próximos días.

Veamos cómo se mide el brillo de los astros y luego cómo encontrarlos al caer la noche.

Comparación entre Venus y la Tierra. NASA

EL BRILLO Y LA MAGNITUD

Medimos el brillo de los astros con la magnitud aparente: un nombre para diferenciarla de la magnitud absoluta.

En el siglo II a. C. el más grande astrónomo de la antigüedad, Hiparco de Nicea, clasificó el brillo de los astros en una escala graduada. Los astros más brillantes fueron de magnitud 1, los que parecían brillar la mitad fueron de magnitud 2, los que brillaban la mitad de la magnitud 2 son los de magnitud 3 y así continuó con la magnitud 4, la 5 y la 6; ya no observó estrellas menos brillantes y, por lo tanto, desconoció su existencia.

Fue Galileo Galilei, el 7 de enero de 1610, la primera noche que utilizó su telescopio, quien observó “nuevas” estrellas invisibles al ojo humano. Así aparecieron la magnitud 7, 8, 9 y más, muchas más.

Pero existen astros más brillantes que los de magnitud 1. Para no trastocar la escala de Hiparco se agregaron números negativos, siendo así, a veces Júpiter brilla en magnitud -1 y Venus alcanza a veces hasta magnitud -4. La Luna brilla en magnitud -13 y el Sol, en -26.

“El nacimiento de Venus”, Botticelli. Galería Uffizi, Florencia, Italia.

La magnitud aparente toma en cuenta el brillo visto desde la Tierra, es decir, estrellas más grandes y más brillantes pueden verse tenues por estar más alejadas que otras menos brillantes pero más cercanas a nosotros. Por su parte, la magnitud absoluta toma en cuenta el brillo de los astros si todos estuvieran a la misma distancia de nosotros. En astronomía de aficionado cuando hablamos de la magnitud siempre nos referiremos a la magnitud aparente.

LAS SIGUIENTES NOCHES

El próximo 25 de septiembre Venus brillará a -4.6 de magnitud, es decir, muy brillante, y así continuará toda la semana; el día 29 Júpiter brillará a -1.8.

Para encontrar a Venus observe al oeste, un poco al suroeste, por donde “se oculta” el Sol cada anochecer. El lucero más brillante y más cercano al horizonte es Venus, no hay pierde, no puede confundirlo con otro astro. Su gran resplandor se debe a que el planeta está cubierto en su totalidad de nubes que reflejan el 70 % de la luz del Sol.

Huey Citlalin (Venus), El señor de la mañana. Códice Cospi, incluido en el Códice Borgia. Biblioteca de la Universidad de Bolonia, Italia.

Si tiene binoculares o telescopio se maravillará como Galileo al descubrir las fases de Venus. Se dará cuenta de que la parte iluminada de Venus es la parte que da al Sol de día; mientras que el otro lado de Venus es su parte de noche.

Cada día el planeta avanzará en dirección del Sol y será hasta el 22-23 de octubre cuando Venus pase a este astro y comience a observarse al amanecer, antes de la salida del Sol, convirtiéndose en “la estrella de la mañana”, como tradicionalmente la han llamado. Aunque no es una estrella, sino un planeta.

SATURNO Y MARTE

Una vez ubicado Venus observe un poco arriba, el siguiente lucero brillante es Júpiter; continúe subiendo y pasará cerca de la estrella gigante roja Antares de la constelación del escorpión. Más arriba aparecerá Saturno, lucero de tono amarillento, obsérvelo con telescopio, sus anillos están dando un hermoso espectáculo en 2018. En la misma trayectoria avanzando al este se encuentra Marte, el planeta rojo.

Venus antecede al Sol al amanecer o le sigue al anochecer. La razón de por qué vemos a Venus unos días al amanecer y otros días al iniciar la noche. GMG

VENUS, EL PLANETA DEL AMOR Y LA BELLEZA*

Los observadores y adoradores del cielo siempre fueron presa de una honda emoción al observar al lucero más brillante de todos durante el atardecer y el amanecer. Es tan brillante que en ocasiones se observa a simple vista en pleno día como una pequeña y tenue “estrella” en el cielo azul. En las noches despejadas Venus resalta con una brillantez tan intensa que los cuerpos proyectan sombra. Cuando se observa al amanecer los dardos luminosos del Sol se van apoderando del cielo y el brillante planeta huye de la vista hasta “desaparecer”.

Era de esperarse que por su gran brillo Venus fuera motivo de gran atención desde las más remotas épocas de la antigüedad hasta nuestros días.

En la antigua cultura griega lo llamaron Phosphoros, “lucero que lleva o emana luz”, al observarse al amanecer; cuando se veía al caer la noche lo llamaron Herperos o Esperos. Por su hermoso brillo recibió el nombre de Afrodita, diosa del amor, la belleza y la fecundidad. Este nombre viene de “aphros”, espuma, es decir, la “nacida de la espuma”. El culto de Afrodita es originario de Oriente; fue llamada Ishtar en Babilonia. Los romanos que imitaron la religión griega la llamaron Venus, con los mismos atributos de Afrodita; designaron al lucero con los vocablos de “Lucifer”, lucero de la mañana, y “Vesper”, lucero de la tarde. En todas las culturas se encuentran manifestaciones de admiración causadas por su esplendoroso brillo, como “la diosa deslumbradora”, “reina de los titanes” o “esplendor del cielo”.

La sonda soviética “Venera” en Venus. Pixabay.com

SU DOBLE PERSONALIDAD*

En algunas culturas consideraban a dos luceros, el de la mañana y el de la tarde, ignorando que se trataba del mismo astro que se observaba alternado por la mañana unos días y al anochecer otros días. Existen tablillas con cálculos en escritura cuneiforme que indican que los astrónomos asirios conocían desde el año 685 a. C. que se trataba del mismo lucero.

En el antiguo México, nos dice Anthony F. Aveny en su libro Skywatchers of Ancient Mexico (Observadores del cielo en el México Antiguo): “… nunca se exagera la importancia que entre todos los planetas tuvo Venus para los Mayas” (sic). Venus era conocido como Noh Ek (gran estrella), Chak Ek (estrella roja), Sastal Ek (estrella brillante) o Xux Ek (estrella avispa). El fraile español Toribio de Benavente, “Motolinía”, comenta: “se le rendía tanto culto a Venus como al Sol y de hecho más que a los demás astros”. Para los mayas Venus anunciaba la salida del Sol por la mañana o surgía de las cenizas de la luminaria solar extinta al caer la noche (Sejourne l en su libro “Pensamiento y religión en el México Antiguo”).

Posición real de los planetas el 25 de septiembre. GMG

Sin duda, el máximo logro de la astronomía maya sobre Venus reside en el Códice Dresde.

Para los mexicas el nombre en náhuatl de Venus era Huey Citlalin “la estrella grande”. También se le nombraba Totonametl, “la flecha ardiente”. El nombre más usual era el del dios antropomorfo, es decir, la encarnación de Venus, Tlahuizcalpantecuhtli, “El señor de la casa del alba” o “El señor brillante que se ve en el horizonte”.

En el Códice Borgia existen representaciones de Venus como Tlahuizcalpantecuhtli. En el calendario hay cálculos sobre el año sinódico de Venus; los cálculos hechos por los astrónomos-sacerdotes nahuatlacas, como dice Motolinía, son exactas observaciones y cómputos de precisión, además, sabían cuando Venus cruzaba por el disco solar (los tránsitos). Los toltecas, por su parte, sabían con mucha exactitud que el lucero matutino y vespertino eran el mismo.

Fotografía de la superficie de Venus, por la sonda Venera. 1975-URSS

VENUS, EL PLANETA

Gracias a las sondas espaciales (sobre todo soviéticas) que arribaron al planeta Venus sabemos que los rayos del Sol maquillan a Venus y encontramos en su interior una imagen muy diferente, para nada calmo. Venus es tormentoso: relámpagos constantes se observan por doquier, lluvias torrenciales de ácido sulfúrico inundan el planeta, lagos y mares del mismo ácido se extienden en la superficie. Además, la presión atmosférica es tan alta que las naves espaciales son aplastadas antes de tocar suelo; algunas lograron aterrizar y sobrevivieron pocos minutos y nada más.

Venus es casi del mismo tamaño que la Tierra, su día dura 243 días terrestres y tarda en darle una vuelta al Sol (su año) 224 días terrestres, es decir ¡su día dura más que su año! Por si fuera poco, Venus rota en sentido opuesto al resto de los planetas (excepto Urano).

Venus nos deslumbrará estos días, ojalá tengamos tardes despejadas. Maravíllese como los antiguos al admirar el hermoso brillo de Venus, sorpréndase como Galileo al descubrir sus fases y comparta con su familia la observación de los planetas conocidos desde la antigüedad.

*Párrafos de “Venus, el planeta del amor y la belleza” de Germán Martínez Hidalgo.

german@astropuebla.org

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