Si bien la internet, las redes sociales, la computadora y el celular hoy en día son herramientas indispensables para el trabajo y para permanecer en contacto con los amigos y la familia, el estar "conectado" en exceso puede acarrear diversos problemas de salud, entre ellos el denominado tecnoestrés.
Este término fue acuñado por primera vez en 1984 por el psiquiatra estadounidense Craig Brod en su libro “Technostress: The Human Cost of the Computer Revolution” y lo define como “una enfermedad de adaptación causada por la falta de habilidad para tratar con las nuevas tecnologías del ordenador de manera saludable ”.
Por su parte, el Instituto Nacional de Higiene en el Trabajo de España lo define como el estrés derivado de la introducción y uso de nuevas tecnologías en el trabajo, que conlleva efectos psicosociales negativos por el uso de las TICs y menciona tres términos relacionados con este padecimiento:
1 Tecno fatiga, cansancio mental o agotamiento cognitivo por el uso continuo de nuevas tecnologías.
2. Tecno ansiedad, focalizada en las alteraciones de la dimensión afectiva, como miedo hacia las TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación).
3. Tecno adicción, referente al deseo incontrolable de estar conectado a las tecnologías en todo momento.
EL TECNOESTRÉS EN MÉXICO
“México es uno de los países con mayor estrés laboral a nivel mundial, pues aproximadamente el 75 por ciento de la fuerza de trabajo lo adolece y la pandemia agrava la situación con la aparición del tecnoestrés”, asegura Erika Villavicencio- Ayub, de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Y de acuerdo con Adela Alba Leonel, Académica de la Facultad de Medicina de la misma universidad, el abuso en el uso de la internet y los dispositivos electrónicos puede provocar cambios en el tiempo de descanso, la actividad física, los hábitos de alimentación y el ocio.
Además, el tecnoestrés puede afectar de manera nociva la vida familiar y la dinámica social, lo que provoca a su vez otros problemas como baja autoeficiencia, síndrome de fatiga informativa, tecnofobia, distrés o actitudes negativas hacia las mismas, como ansiedad o angustia en el uso de computadoras o celulares, sea por trabajo o por actividades personales y cotidianas, asegura la doctora.