Durante la semana del 6 al 12 de marzo, en Puebla se detectaron un total de 79 casos de tuberculosis de diferentes tipos. Aunque la incidencia es menor a la de entidades como Baja California, Chiapas y Sinaloa, que ocupan los primeros lugares a nivel nacional, expertos advierten sobre los riesgos de esta enfermedad en ciertos grupos vulnerables.
En entrevista con El Sol de Puebla, Nancy Berenice Sánchez, jefa de la división de Epidemiología Hospitalaria del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Puebla, explicó en el marco del Día Mundial de la Tuberculosis, que en promedio de cada 15 personas, siete pueden ser portadoras de esa bacteria, sin embargo, sólo dos de ellas podrán desarrollar la enfermedad.
La especialista afirmó que el riesgo de enfermar es especialmente alto para pacientes con enfermedades crónicas como diabetes, cáncer, EPOC, pero también quienes viven con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), o desnutrición, por mencionar algunas.
Este patógeno se hospeda en fluidos humanos, por lo que su transmisión puede ocurrir en acciones tan cotidianas como toser o estornudar. Aunque existen diferentes tipos de tuberculosis, la respiratoria es la más frecuente y peligrosa, pues puede degenerar gravemente los pulmones.
Por ello, resaltó la importancia de mantener las medidas higiénicas de etiqueta como son: taparse la boca al toser o estornudar, y evitar escupir en la calle. Esto último es importante, pues la especialista compartió que muchas personas realizan esta acción sobre todo en la vía pública, representando un grave riesgo sanitario ya que la bacteria puede permanecer viva por hasta ocho horas.
Detalló que si bien la tuberculosis puede albergarse en el cuerpo sin causar alteración alguna, en caso de contraer alguna de las condiciones consideradas riesgosas, siendo la degradación del sistema inmunológico la principal de ellas, el organismo puede quedar vulnerable y enfermar en ese instante.
Los peligros de este padecimiento recaen principalmente cuando se llega a la fase aguda, pues en ese momento de enfermedad activa el paciente afectado empieza a tener episodios recurrentes de tos, fiebre en determinados momentos, y sudoración prominente, especialmente por la noche, aseguró.
En caso de presentar alguno de esos síntomas, Nancy Sánchez recomendó a los derechohabientes del IMSS acudir a su clínica de medicina familiar (CMF) correspondiente, para realizar un chequeo general.
Una vez revisado por el médico familiar, en caso de ser necesario, se canalizará con un especialista que, dependiendo de los órganos afectados, será el que se asigne. Regularmente para tuberculosis respiratoria, se otorga un tratamiento que consiste en dos fases: intensiva y de sostén.
La primera tiene una duración de dos meses y consiste en suministrar los antibióticos necesarios para suprimir la bacteria del organismo. Una vez culminado al pie de la letra ese paso, la segunda fase entra en acción y, en un periodo de seis meses, se aplica un tratamiento que permite la liberación de las bacterias ya muertas del organismo.
Al respecto, sostuvo que dichos tratamientos deben ser seguidos de forma incondicional, puesto que la bacteria de la tuberculosis tiene la capacidad de ser farmacorresistente, por lo que de no seguirlo de forma adecuada, el medicamento puede ser ineficiente.
En caso de llegar a este punto, los especialistas sanitarios tendrán que someter al paciente a un nuevo estudio para determinar si el organismo infectado presenta tal característica. Por ello hace un llamado a no automedicarse, pues un padecimiento como este debe ser tratado de forma personalizada.
Por último, respecto a los casos en los que la tuberculosis se alberga en otros órganos distintos a los pulmones, los tratamientos pueden ir desde los ocho hasta los 12 meses, pues hay sitios en los que suelen ser más intrusivos.