Uno de los grandes retos que enfrentan en la actualidad las instituciones educativas es la salud mental de niños, niñas y adolescentes, a quienes deben garantizar un entorno seguro y confiable para promover su bienestar emocional, psicológico y social.
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“Según las estadísticas, ha habido un aumento considerable de estudiantes que presentan síntomas de depresión, ansiedad o ideación suicida (deseos de morir). Esto es un tema que preocupa considerablemente a nivel educativo”, expuso Magali Becerra Romero, maestra en orientación y desarrollo familiar, especialista en adicciones y conductas de riesgo, quien se desempeña como docente en la Universidad IEXPRO y en el área de acompañamiento emocional de la BUAP y la UPAEP.
El entorno escolar es donde transcurre gran parte de la vida de los niños, niñas y adolescentes. Por ello, para promover su salud mental, la institución debe brindar al estudiante la capacidad de relacionarse con los otros y de adquirir un sentido de identidad, pertenencia, apoyo y participación social.
En el entorno escolar no se puede dejar a un lado la socialización y la importancia que para ellos tiene el adaptarse y ser parte de una comunidad. El entorno escolar si puede llevar a estrés académico, porque se vas a la escuela a aprender y a cumplir con diferentes actividades, y si a eso le sumas que el alumno ya trae una situación personal de ansiedad desde su casa el problema se va a agravar porque su entorno escolar no está libre de factores de riesgo detalla.
La maestra refiere que en todas las instituciones educativas debería existir departamento psicológico, no psicopedagógico, para brindar atención integral al estudiante, porque algunas enfermedades mentales como las tres mencionadas anteriormente, requieren acompañamiento médico o psiquiátrico.
“En torno a este tema existe un tabú porque hay que llevar a los niños con un psiquiatra, y en muchas ocasiones tienen que ser medicados, algo que no siempre los papás consideran pertinente (…) Dentro de las escuelas debería haber un equipo multidisciplinario dedicado a la atención a la salud mental de los alumnos, lo que requiere de un médico, un psiquiatra, psicólogo, un pedagogo, para acompañarlos en la solución de sus problemas”, subrayó.
Dificultad en los jóvenes para establecer relaciones personales presenciales
Becerra Romero refiere que otro de los problemas actuales que presentan los alumnos es la dificultad para establecer relaciones personales de manera presencial porque no tienen desarrolladas las habilidades que les permiten establecer relaciones y vincularse con personas de su edad. También les cuesta trabajo solucionar problemas lo que los lleva a la frustración y esto a su vez, a niveles importantes de estrés.
Otro tema es el mal conocimiento de la autoregulación emocional que se vive dentro de las instituciones, así como la intención suicida y el suicido, que han aumentado de manera considerable entre los estudiantes.
“Los estudiantes son muy vulnerables a problemas que son comunes pero que ellos no tienen la capacidad de enfrentar porque no desarrollan sus habilidades cognitivas, emocionales y sociales, necesarias para sentar las bases de la salud mental (…) Como papás le echamos la culpa a los maestros por no darse cuenta cuando nuestro hijo comienza a presentar síntomas de enfermedad, pero el trabajo de los maestros es enseñar, dar una instrucción de contenido con un objetivo académico, y el cuidado de la salud mental corresponde primero a los padres, y después tendría que ser a un equipo especializado, porque el maestro no es todólogo”, sentencia.
Becerra Romero refiere que cada escuela debería tener un psicólogo o un área de acompañamiento emocional para que apliquen los programas que existen al respecto.
“Desconozco si en todas las escuelas públicas exista un profesional de la salud dedicado a atender los problemas emocionales de los alumnos, pero yo creo que no, porque para una población de 500 alumnos la institución probablemente tenga uno o dos psicólogos, y en la gran mayoría de los casos fungen como psicólogos educativos y no clínicos, que es lo que requiere la población académica hablando del tema de la atención a la salud mental”, asegura.
Existen talleres y programas que se deberían aplicar en centros educativos, como el de la prevención del bullying o los talleres de desarrollo de habilidades psicoemocionales. Al igual que el Programa Nacional de Convivencia Escolar de la Secretaría de Educación Pública (SEP) que contiene guías de actividades de desarrollo socioemocional o de autocuidado.
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“No es posible seguir minimizando una enfermedad mental, seguir cayendo en el tabú, se le debe dar la importancia que esta requiere. El ´échale ganismo´ no existe y no va a solucionar nada, tenemos que voltear a ver todo lo que está sucediendo con ellos y buscar estrategias que funcionen de manera específica”, sentenció.