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La llegada de empresas extranjeras a México, un fenómeno conocido como nearshoring, continuará suponiendo un reto de largo plazo ante los problemas de infraestructura local y las nuevas políticas comerciales de Estados Unidos, advirtió Moody’s Analytics.
De acuerdo con el área de análisis de la agencia de riesgo crediticio, las empresas extranjeras se enfrentan a la falta de conectividad terrestre o tecnológica en el país, lo que supone un desafío para sus operaciones en los próximos años.
Además, la probabilidad de que haya nuevas políticas comerciales proteccionistas en Estados Unidos también podría representar un obstáculo para la llegada de nuevas compañías, independientemente del resultado electoral del próximo 4 de noviembre.
“El primer capítulo de la historia del nearshoring en México ha sido un éxito modesto, pero tangible. El próximo capítulo probablemente resulte más desafiante, ya que las brechas en la infraestructura energética y de transporte y la seguridad pública plantean desafíos para las empresas que buscan reubicarse o expandirse”, dijo Moody’s Analytics.
De acuerdo con la institución, si bien abordar estos cuellos de botella es fundamental, las mejoras en este frente no mejorarán el camino para un crecimiento más rápido de las exportaciones y la inversión por sí solas.
“Más bien, los fabricantes mexicanos necesitarán consolidar su presencia en las etapas más sofisticadas de las cadenas de valor globales”, alertó la firma a través de su reporte titulado “Nearshoring en México: el siguiente capítulo”.
En su informe, Moody’s Analytics abundó que el aumento de las políticas comerciales proteccionistas en Estados Unidos es otro factor que podría obstaculizar el nearshoring en México, pues la preocupación de que el país sirva como puerta trasera para las exportaciones chinas ya es notoria en los círculos políticos demócratas y republicanos.
La institución recordó que en julio, el gobierno del presidente Joe Biden modificó los aranceles globales al acero y aluminio impuestos por el expresidente Donald Trump, y que anteriormente habían otorgado excepciones a México y Canadá.
Con estas modificaciones se extendieron los derechos sobre el acero a los productos importados de México que se fundieron o vertieron fuera de América del Norte o al aluminio fundido en China, lo cual “subraya las preocupaciones de que el exceso de capacidad china en la industria pesada se filtre a Estados Unidos”.
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Según Moody’s Analytics, dichas preocupaciones podrían trasladarse rápidamente a las industrias automotriz y electrónica de México, dada su importancia en el comercio regional y la complejidad de las cadenas de valor globales.
“El segundo desafío es cómo hacer frente a un Estados Unidos más proteccionista, independientemente del resultado de las elecciones presidenciales de noviembre. Las fricciones por el aumento del contenido chino incorporado a las exportaciones de México a Estados Unidos también podrían desencadenar rondas de aranceles de represalia”, alertó el área de análisis.
