/ domingo 11 de junio de 2017

A sus 70 años Hilda vive plena y goza de su soltería

Hilda Maldonado Rodríguez dedicó la mayor parte de su vida atrabajar, su responsabilidad llegó al grado de no tener tiempopara formar una familia propia, lo cual a diferencia de muchasmujeres no fue un problema, pues es un ejemplo que para ser unamujer realizada no necesitó tener hijos y vivió gratasexperiencias.

Está claro que en pleno siglo XXI, algunos sectores de lasociedad aun piensan que una mujer realizada es la que logra formaruna familia y a tener hijos, a las demás, se les empieza acalificar como “solteronas” o “quedadas”.

Este no es el caso de Hilda, quien a los 70 años de edad, seconsidera como una mujer plena, pues lo mismo tuvo la oportunidadde viajar que de gastar su dinero en intereses y gustos personales,que conseguir el amor entre su familia, como sus padres, quienesmurieron recientemente.

“No tengo ningún problema con ser soltera ya tampoco herecibido comentarios negativos, aunque sé que en la sociedad ladiscriminación por ser soltera y sin hijos existe, pero sinimportar eso, yo me siento plena, feliz y completamente realizada,porque ser mujer no solo significa convertirse en madre”,sostuvo.

A simple vista se puede apreciar que se trata de una mujerinteligente y en paz consigo misma, en la Casa del Abue desarrolladiferentes actividades a manera de entretenimiento, pues sucompromiso laboral ya concluyó y no tiene otra intención más queseguir disfrutando de la vida.

Sus pláticas dentro de este espacio son diferentes a los demásadultos mayores, muchos de ellos hablan de sus aventuras a lo largode la vida, pero también la forma en la que la llegada delmatrimonio, los hijos y después los nietos, cambiaron surumbo.

Por el contrario, Hilda, habla de su trabajo. Está conscientede que este absorbió gran parte de su vida, pero también se pudodar diferentes lujos que la mayoría de las mujeres no pudo tenerporque, ya sea por decisión o porque el destino así se losmarcó, tuvieron que asumir el rol de esposas y luego demadres.

“Yo me siento realizada, salgo con amigas, voy a tomar café,vamos al cine. No me siento sola, y no me siento extraña, paranada, porque por algo me quedé soltera. No fue decisiónpropiamente, pero el trabajo absorbe tanto que a veces no tienestiempo para las parejas, entonces, te acostumbras”, resaltó.

Pero, para ella, la vida no consistió solo en la búsqueda porencontrar una familia, por el contrario trabajar y tener dinero seconvirtió en una parte central de su vida y también tuvo laoportunidad de realizar algunos viajes.

El más importante, pudo recordar, fue un crucero de dos semanasa Puerto Rico, con un grupo de amigos, el cual le brindóimportantes experiencias y recuerda con singular cariño, por todassus vivencias.

A los 18 años de edad, tras haber concluido la preparatoria,comenzó a trabajar en Teléfonos de México y luego a la Banca deProyecto Rural, donde pasó 20 años de su vida, la mitad de estosfue en Gerencia General y el resto en una subgerencia.

“De ahí ya me jubilé y estuve como ocho años en casa conmis padres. Posteriormente, murió mi papá, luego mi mamá y araíz de eso busqué otra forma de distraerme”, recordó.

Así fue como inició una nueva aventura para desarrollar nuevashabilidades, por lo que tomó un curso de panadería y luego entróa cursos para deshilar, así fue como aprendió en la Casa del Abueesta nueva técnica.

Recuerda, claramente, que aprendió con unas monjas de Sor JuanaInés de la Cruz, pero ellas se fueron y quedó una vacante queella misma ocupó, por lo que se convirtió en tallerista y así,invirtió otros nueve años de su vida.

https://cdn.oem.com.mx/elsoldepuebla/2017/06/Abuelita-soltera-02-471x314.jpg

Hilda Maldonado Rodríguez dedicó la mayor parte de su vida atrabajar, su responsabilidad llegó al grado de no tener tiempopara formar una familia propia, lo cual a diferencia de muchasmujeres no fue un problema, pues es un ejemplo que para ser unamujer realizada no necesitó tener hijos y vivió gratasexperiencias.

Está claro que en pleno siglo XXI, algunos sectores de lasociedad aun piensan que una mujer realizada es la que logra formaruna familia y a tener hijos, a las demás, se les empieza acalificar como “solteronas” o “quedadas”.

Este no es el caso de Hilda, quien a los 70 años de edad, seconsidera como una mujer plena, pues lo mismo tuvo la oportunidadde viajar que de gastar su dinero en intereses y gustos personales,que conseguir el amor entre su familia, como sus padres, quienesmurieron recientemente.

“No tengo ningún problema con ser soltera ya tampoco herecibido comentarios negativos, aunque sé que en la sociedad ladiscriminación por ser soltera y sin hijos existe, pero sinimportar eso, yo me siento plena, feliz y completamente realizada,porque ser mujer no solo significa convertirse en madre”,sostuvo.

A simple vista se puede apreciar que se trata de una mujerinteligente y en paz consigo misma, en la Casa del Abue desarrolladiferentes actividades a manera de entretenimiento, pues sucompromiso laboral ya concluyó y no tiene otra intención más queseguir disfrutando de la vida.

Sus pláticas dentro de este espacio son diferentes a los demásadultos mayores, muchos de ellos hablan de sus aventuras a lo largode la vida, pero también la forma en la que la llegada delmatrimonio, los hijos y después los nietos, cambiaron surumbo.

Por el contrario, Hilda, habla de su trabajo. Está conscientede que este absorbió gran parte de su vida, pero también se pudodar diferentes lujos que la mayoría de las mujeres no pudo tenerporque, ya sea por decisión o porque el destino así se losmarcó, tuvieron que asumir el rol de esposas y luego demadres.

“Yo me siento realizada, salgo con amigas, voy a tomar café,vamos al cine. No me siento sola, y no me siento extraña, paranada, porque por algo me quedé soltera. No fue decisiónpropiamente, pero el trabajo absorbe tanto que a veces no tienestiempo para las parejas, entonces, te acostumbras”, resaltó.

Pero, para ella, la vida no consistió solo en la búsqueda porencontrar una familia, por el contrario trabajar y tener dinero seconvirtió en una parte central de su vida y también tuvo laoportunidad de realizar algunos viajes.

El más importante, pudo recordar, fue un crucero de dos semanasa Puerto Rico, con un grupo de amigos, el cual le brindóimportantes experiencias y recuerda con singular cariño, por todassus vivencias.

A los 18 años de edad, tras haber concluido la preparatoria,comenzó a trabajar en Teléfonos de México y luego a la Banca deProyecto Rural, donde pasó 20 años de su vida, la mitad de estosfue en Gerencia General y el resto en una subgerencia.

“De ahí ya me jubilé y estuve como ocho años en casa conmis padres. Posteriormente, murió mi papá, luego mi mamá y araíz de eso busqué otra forma de distraerme”, recordó.

Así fue como inició una nueva aventura para desarrollar nuevashabilidades, por lo que tomó un curso de panadería y luego entróa cursos para deshilar, así fue como aprendió en la Casa del Abueesta nueva técnica.

Recuerda, claramente, que aprendió con unas monjas de Sor JuanaInés de la Cruz, pero ellas se fueron y quedó una vacante queella misma ocupó, por lo que se convirtió en tallerista y así,invirtió otros nueve años de su vida.

https://cdn.oem.com.mx/elsoldepuebla/2017/06/Abuelita-soltera-02-471x314.jpg

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