Las manos de Daniel Coca se deslizaban suavemente y con maestría sobre barro negro, del cual saldrían cientos de sahumerios que engalanarán la celebración de los muertos. Sin embargo, este año, como desde hace muchos, las expectativas de los alfareros del Barrio de la Luz son obtener menos ingresos porque las ventas se reducen.
“Básicamente es un pilar de la cultura”, dijo el joven de 30 años de edad, dedicado desde los 19 a lo que llamó arte. No obstante, ha notado falta de interés de las nuevas generaciones por aprender no solo este oficio sino muchos que están ligados a la identidad del pueblo de México.
El secretario del Centro Alfarero del Barrio de la Luz, Genaro López García, aseguró que existe una tendencia de desaparecer las piezas hechas de barro, que están unidas a la cultura de los antiguos habitantes del valle de Puebla.
Durante esta temporada “era como una fiesta”, describió, la elaboración de piezas de barro, ya que llegaban al taller miles de personas a surtirse, sobre todo, sahumerios. Todo el día la gente se surtía de las piezas para las ceremonias, en cantidades incontables; hoy con dificultad se venderán alrededor de 200 mil piezas o 3 mil por día, durante la “época de quemar calderos” que inicia el primer día se septiembre y termina el 29 de octubre.
El problema radica, dijo, en la falta de interés de las nuevas generaciones por continuar el oficio de la alfarería, y las tradiciones de los muertos. Son los estados de México, Chiapas, Guerrero, Tlaxcala o Morelos quienes hacen más adquisiciones de piezas de barro, tal vez porque son mucho más tradicionalistas.
Sin embargo, la competencia no solo existe en el imaginario colectivo de los mexicanos, también, en el ingreso de productos chinos principalmente, los cuales son hechos de diversos materiales; el peltre es el más popular y más atractivo que el barro, comentó Pedro Escamilla, quien tiene un local de venta de alfarería sobre Juan de Palafox y Mendoza 1402.
La crisis se nota en la cantidad de talleres dedicados a la elaboración de piezas de barro. López García explicó que actualmente el ubicado en Palafox y la 14 Norte, donde trabaja una sociedad de 15 miembros, es el único que sigue produciendo cuando en los años 70 había hornos hasta la 24 Sur, la 14 y la 13 Poniente, década cuando comenzó a caer la artesanía.
Explicó que existe un taller en la 7 Oriente pero solo se dedica a quemar el barro pues perdió el conocimiento de la elaboración de piezas, por lo que vaticinó su extinción. Hoy solo existe producción de piezas en Juan de Palafox y Mendoza, entre la 14 y 16 Norte.
300 AÑOS
El taller que encabeza López tiene alrededor de 300 años de antigüedad y se mantuvo después de la Independencia y la Revolución. Según explicó, muchas generaciones de alfareros han mantenido el oficio, además de los clientes. Ahora los hijos hacen trato entre ellos, productor y comercializador.
Sin embargo, esta, la “época de quemar candeleros” era la mejor para los alfareros. Sin embargo, a pesar de la merma, el taller genera alrededor de 50 empleos y ha abierto cursos al público, por iniciativa de la asociación, para que, tanto el taller como la artesanía sigan sobreviviendo.
“Las tradiciones en algunos lugares todavía están muy arraigadas, nosotros, yo siento que acá en la ciudad de Puebla, nosotros mismos no ponemos ofrenda, los niños, aunque son del oficio no saben para qué sirve, imagínense la demás gente. A lo mejor nosotros como padres no hemos sabido inculcarles a las generaciones que vienen que nuestras tradicionales son importantes, porque sustentan familias que dependen de estas creencias”.
OFICIO
Durante la época de la Conquista los españoles introducirían la técnica de oxidación a base de metales, en específico plomo, que se adhiere a la pieza cuando es ingresada a un horno a más de mil grados de temperatura.
No obstante, el titular del Centro Alfarero del Barrio de la Luz, originario de los antiguos asentamientos del Valle de Puebla, explicó que mucho antes, las personas que habitaban el lugar hacían alfarería, pero no se usaban los esmaltes sino pigmentos que se fabricaban de la naturaleza.
El lugar en donde se encuentra el Barrio de la Luz se llamaba Tepetlapa, donde hubo antes materiales para elaborar utensilios que eran usados en las ceremonias, como los sahumerios para la temporada de los muertos, relató, que se modifican con el sincretismo entre las culturas prehispánica y católica de España.
Por otro lado, Daniel externó su felicidad por trabajar en la alfarería porque aseguró que es un oficio que le permite estar con las personas con las que quiere convivir. Sabe que no podrá comprarse un Ferrari a menos que trabaje noche y día, pero le da tiempo para su familia y amigos, y es lo que más valora.
Está a punto de terminar su carrera como Ingeniero Mecánico y Eléctrico, y consideró que todas las personas deberían estudiar una carrera y aprender un oficio, con este último ha pagado su universidad, la de su esposa, vive tranquilo, sin lujos, pero si ahorra, tiene posibilidades de viajar.
