Una vida llena de sacrificios es la que atraviesa un bailarín, desde los tiempos de entrenamiento hasta las lesiones provocadas por la disciplina y el trabajo físico que se realiza en el día a día; el esfuerzo lo vale cuando el arte toca a la gente con una interpretación, afirma Bardo Cardona.
El bailarín y ahora director de la compañía de Ballet Clásico del Centro de Estudios Superiores SISTI, expone que desde los 19 años se dedica a bailar profesionalmente y sus objetivos están centrados en promover la danza y no dejar los escenarios.
Bardo Cardona recuerda que comenzó a estudiar comunicación en Puebla y a la par se preparaba como bailarín, todos los días hacía estiramientos, se vendaba los pies para tener un mejor arco y tomaba clases extra de danza hasta hacerse un apasionado de esta disciplina.
Después de tomar la decisión y recibir el apoyo de su madre, hizo las gestiones para estudiar en la escuela de danza de Cuba, donde había mucha competencia para quedarse, porque en ese país hay grandes bailarines con mucha más experiencia.
“Soñaba con grandes bailarines, Carlos Acosta, José Manuel Carreño, Fernando Saravia, que son iconos mundiales de la danza y sin pensarlo e imaginarlo tuve la oportunidad de conocerlos en Cuba, no sólo de conocerlos sino de tomar clase con ellos y cada sueño que me propuse lo he alcanzado”, apuntó.
En la Escuela Nacional de Danza en Cuba, se le presentaron varias carencias porque a su llegada no había internet, ni algunos productos con los que estaba acostumbrado a sobrevivir, pero el arte y aferrarse al baile le ayudaron a entregarse en el escenario pese a las complicaciones.
Después de un año de haber entrenado y avanzado en la preparación de la disciplina, durante el segundo año de curso tuvo una lesión grave en la espalda que provocó dos hernias discales, al punto de incapacitarlo para bailar y mantenerlo en la cama sin moverse.
“Lo que pensaba era, voy a regresar y luchar. Dos hernias discales que te dejan en una cama tirado y las exigencias eran enormes, pero a pesar de eso dije, yo voy a regresar y entonces desde el primer momento que me lesioné tuve esa tranquilidad de seguir bailando, fue fortalecerme física y emocionalmente”, relata.
En el momento que Bardo Cardona volvió a México, audicionó para la compañía de Bellas Artes y pensó que no sería elegido porque no había estudiado en su escuela. Tras una semana de estar a prueba, fue seleccionado para quedarse, esta apertura le generó otras presentaciones en diversos países.
Para Bardo Cardona, la danza le dio todo lo que necesitaba en la vida; cultura, un refuerzo emocional, una puerta para encontrarse a sí mismo, conocer sus fortalezas y debilidades, conocer personas y distintas partes del mundo.
La danza, además de ser una disciplina que exige esfuerzo físico, también requiere de muchos recursos económicos para practicarla, tan sólo unas zapatillas cuestan de 2 mil 500 a 3 mil pesos y en ocasiones éstas tienen utilidad de un mes, además de los vestuarios. No obstante, en algún momento, todo se acomodó para el bailarín.
El artista consideró que todos los ciudadanos se deben dar la oportunidad de presenciar un espectáculo de arte, porque es una ventana para descansar de problemas y conmover al alma.