Escuchar la palabra cáncer, estremece a cualquiera, pero escuchar a tu doctor decir que estás diagnosticada con esta enfermedad es todavía más angustioso, eso lo sabe a la perfección Rufina Calderón, quien en 2017, a la edad de 45 años, le detectaron cáncer de mama
Su vida dio un giro inesperado. Confiesa que lo primero que pasó por su mente fue que moriría, pero su lucha constante y el amor a sus hijas, le dieron la fuerza suficiente para salir triunfante.
Hoy, luce radiante, sonriente, llena de felicidad y con una abundante cabellera negra, de la cual, recuerda con melancolía, hace dos años tuvo que desprenderse por las fuertes quimioterapias a las fue sometida.
La vida de “Rufis”, como le dicen sus amigas más allegadas, atravesó un momento de mucho dolor, en primer lugar, por la noticia de saber que tenía la enfermedad y a esto, se sumó la falta de apoyo por parte de su familia. Por si fuera poco, tuvo que sobrellevar la ruptura con su esposo en uno de los momentos más difíciles de su vida. La economía en casa tampoco era favorable y aún con su dolor, tenía que salir adelante con sus dos niñas.
Lo que inició con “una pequeña bolita” en su seno culminó con una mastectomia, hecho del que lejos de avergonzarse, se siente digna por haber enfrentado al cáncer con gran valentía.
“Perdí el seno derecho, pero ese seno, dio la vida por mí hoy. Gracias a él, sigo siendo una gran mujer. Hoy más que nunca quiero seguir viviendo para mis hijas y poder ser una buena madre para ellas”, comparte con una sonrisa que transmite luz.
Además de estar agradecida con Dios, también lo está con su familia quien con el tiempo le dio apoyo; con los doctores, quienes le brindaron los cuidados y atención necesaria; así como de sus inseparables amigas “Las Orugas”.