Este nuevo ciclo escolar 2020-2021 no inició de la mejor manera para los hermanos Cepeda, quienes al no tener internet y solo contar con una televisión no pudieron dar seguimiento a sus clases, dejando de lado sus ganas de estudiar.
José Magadaleno Cepeda es el padre de tres hijos, Pablo, de segundo de primaria; Alexander, de segundo año de secundaria, y José, quien pasaría a tercero de secundaria, pero al reprobar decidió salirse pues asegura que le es difícil aprender desde casa y sin los recursos necesarios, por lo que hoy se dedica a cuidar ganado y así poder llevar un poco de dinero a casa.
Ellos son colonos de San Miguel Espejo, una inspectoría marginada que se ubica en los límites de la ciudad de Puebla, mencionan que no les gusta ver la televisión, además de que no cuentan con varios dispositivos para que los tres puedan cursar sus clases en línea, ya que solo tienen un aparato y un teléfono, pero éste es de su padre, quien trabaja en una fábrica y debe llevárselo.
En su primer día de escuela los niños se encontraron desmotivados, pues las complicaciones también se dieron debido a que la antena de la televisión falla y no se vieron todos los canales, además no cuentan con internet, esto aunado a que no están bien informados sobre la dinámica del regreso a clases. Lo expresaron sin dudar: prefieren aprender desde las aulas.
José Magdaleno pide que se tomen las medidas sanitarias en las escuelas para que sus hijos puedan seguir estudiando, pero allá, ya que con esta modalidad les es muy difícil aprender desde casa, donde al no tener los recursos necesarios las ganas de estudiar se pierden.
MAESTRA Y MAMÁ
Margarita Franco es maestra de matemáticas en el nivel preescolar y tiene dos hijos, Icker, de cinco años, e Ian, de diez años de edad. Ella relata que es sumamente complicada su situación, pues tiene que estar al pendiente de las clases de sus hijos, así como de su trabajo: “tienes que estar un ratito viendo hacia la izquierda y un ratito viendo hacia la derecha para que los tres podamos hacer nuestras tareas”.
Margarita cuenta que no solo es difícil tener que iniciar el día desde las seis de la mañana para poder arreglarse y darles de desayunar a sus pequeños, sino que en el momento en el que inician las clases no puede darse el lujo de hacer otra cosa de la casa, pues su hijo, quien pasó a tercer año de kínder, se distrae constantemente y es difícil que se quede concentrado en las clases a distancia.
En tanto, Ian, quien desde ayer cursa el cuarto año de primaria, tiene que estar en otro lugar de la casa para poder concentrarse en sus clases, no obstante, también debe estar pendiente para ver que lo esté haciendo de manera correcta, por lo que Margarita trata de estar con sus hijos y al mismo tiempo no descuidar su trabajo de docente.
A pesar de que el día ya casi esté por concluir, el hecho de tener solo una computadora hará que Margarita grabe sus clases alrededor de las once de la noche para que no interrumpa las actividades de sus hijos, siendo este su mayor obstáculo en este nuevo ciclo escolar.
CUIDA A SU SOBRINO QUE YA ES SU HIJO
La historia de Elena es diferente. Ella eligió ser madre de su sobrino Matías, luego de que su hermana falleciera a causa de cáncer, por lo que ahora tiene que estar al pendiente de Mati y ordenar su tiempo para tomar sus clases en la universidad y apoyar a su sobrino que este lunes comenzó segundo grado de primaria.
Este primer día arrancó con miedos, lágrimas y nervios, ya que el pequeño Matías no quería regresar a las clases de manera online. Elena señala que teme que su sobrino se estrese y que llegue a un punto en donde ya no quiera hacer la tarea, tal y como pasó en su anterior grado de primaria, el cual lo terminó a distancia por la pandemia.
No obstante, al hablar con él, todo se solucionó, y tras acabar las clases las emociones negativas habían desaparecido, y a pesar de que Matías no tenga mamá, tiene a una tía que está al pendiente de él y de sus estudios.
LOS DOS PAPÁS TRABAJAN
Valeria es abogada y su marido es conductor del transporte público. No pudieron estar presentes en este primer día de clases de su hija Michel, de 12 años, quien cursa sexto de primaria. El trabajo no se los permitió.
A pesar de que su hija ya no es tan pequeña, Valeria platica que estas clases no van a funcionar de mucho, ya que no es lo mismo estar de manera presencial a estar detrás de una pantalla. “Uno no puede ver si realmente está aprendiendo; no es lo mismo si estuviera presencialmente la maestra. La verdad sí creo que, aunque debemos adaptarnos y ser pacientes, sí va a haber una deficiencia en la educación de los alumnos”, opinó.
Michel tiene que afrontar por sí sola las clases a distancia y poner mucha atención para que pueda aprender en este nuevo año escolar, sin embargo, en caso de tener dudas, debe esperar a que alguno de sus papás llegue a casa para que pueda pedir ayuda, siendo esta una situación compleja la que debe sobrellevar para poder continuar con sus estudios.
SIN RECURSOS PARA ESTUDIAR
La familia de Armando es de escasos recursos, por ello él ha tenido que trabajar para poder seguir con sus estudios de bachillerato, no obstante, con la pandemia el lugar en donde lo laboraba cerró y ahora no hay manera de poder continuar con sus clases a distancia. No cuenta con internet y computadora, tampoco con dinero para poder ponerle saldo a su teléfono, lo cual frena sus ganas de aprender.
Armando pide que el gobierno los ayude, que ponga una red de internet gratuita para cursar sus clases y sobre todo que los apoye con una computadora, que es lo que les hace falta. Aun así, sus esperanzas se ven empañadas, pues asegura que, en un lugar donde se carecen los servicios básicos como agua potable, pavimentación y alumbrado público, las carencias no son atendidas por las autoridades.
Sin duda este es un año escolar que quedará marcado no solo en la historia, sino en cada uno de los estudiantes poblanos que tienen las ganas de salir adelante a través de sus estudios, pero que no cuentan con las herramientas para aprender a distancia.
UN MERCADO ES LA ESCUELA
Antes de atender a su primer cliente en el mercado Ignacio Zaragoza, Jessica Pliego toma la televisión, pide permiso para colocarla en el local de a lado, la enciende, les da a sus hijos las libretas que aún tienen del ciclo escolar pasado y empieza a buscar el canal de las clases en línea.
La joven madre tiene dos presiones, la de verificar que sus pequeños aprendan en la nueva modalidad virtual y conseguir recursos económicos para su familia, pues desde hace cuatro meses empezó a trabajar por la crisis financiera derivada del coronavirus.
En el arranque del ciclo escolar atípico por la pandemia de SARS-Cov-2, Jessica afirma que aún tiene incertidumbre de qué pasará con sus tres hijos, en particular de Brissia Guadalupe (12 años), quien este curso iniciaría la secundaria en línea.
Jessica se lamenta que esta nueva etapa que está por iniciar su hija mayor no tenga la oportunidad de conocer a sus nuevos compañeritos ni maestros, entre otras experiencias del primer día de clases.
“La verdad está modalidad no me gusta, pero todo sea porque los hijos tengan que estudiar y por su seguridad, por su salud. Y pues aquí estamos, tenemos que trabajar y salir adelante”.
Entre las ventas en la “Pollería Gloria” y su deber como maestra, Jessica Pliego explica que es todo un reto enseñar a sus hijos, más en este espacio de trabajo, donde hay ruido y muchas distracciones.
“Tengo que buscar a mi otro hijo pequeño, él tiene 7 años, para que haga la tarea, porque él ve a otros niños correr y se quiere ir a jugar, entonces con la venta y los niños, es difícil, pero si lo están haciendo”.
Desde el domingo, Jessica estuvo buscando la televisión y decidió empeñarse más en trabajar para invertir en los datos de internet para su celular, para poder interactuar con los maestros. “El saldo se agota muy rápido”, agrega.
“Esta tele me la prestó mi mamá para que me la trajera al mercado, tratamos de acondicionar el lugar, son dos niños y se la van a tener que dividir. Vamos como familia hacer lo que se pueda, lo importante es que no dejen de ir a la escuela y sigan con sus clases. Estoy muy preocupada por mi niña de secundaria, ella cambió de nivel, nuevos maestros, compañeros y la verdad no sabemos qué vamos hacer”.
Su hija mayor ingresó a la secundaria técnica número 118, donde no se conoce sobre la lista de útiles y ni las cuotas de inscripción: “pero ya nos dijeron que haremos tres pagos, para que se pueda dar, por la situación económica”.
Brissia sueña con ser doctora, una profesión que actualmente está combatiendo desde la primera línea el Covid-19 y su hermano, José Francisco, con quien tiene que compartir la televisión para aprender juntos, aspira a portar un uniforme militar.
Su hermano tiene 10 años y pasó a quinto de primaria. Ambos quisieran tomar clases normales, pero al menos los primeros meses de este ciclo escolar, será imposible.
(Con información de Karen Meza)