/ domingo 7 de marzo de 2021

Carmen, ejemplo de vocación docente en pandemia

"Al final se trata de ser resilientes... nosotros tenemos un compromiso con los hijos de toda esa gente", comparte esta docente de bachillerato digital

Más de un millón de estudiantes en Puebla pusieron en marcha en agosto pasado el ciclo escolar 2020-2021 con clases en la modalidad a distancia y la temporada II del programa “Aprende en Casa”.

Las sesiones en línea suponían un reto para una nación donde el 47.1 por ciento de los hogares no cuenta con conexión a Internet, según las cifras oficiales, muchas de estas viviendas pertenecen a comunidades como San Pedro La Joya Tepeaca, donde el 59.7 por ciento de la población se encuentra en situación de pobreza moderada y 9.9 en pobreza extrema, a decir del portal web Data México.

La pandemia sin duda extrapoló esta situación y obligó a profesores como Carmen Torres de Gante, maestra de matemáticas y lenguaje y comunicación del Bachillerato Digital Número 1 de dicha comunidad, a reinventarse y buscar opciones para llegar a todos aquellos con limitaciones en la tecnología como para tomar sesiones virtuales.

Lo anterior con la encomienda de cumplir al pie de la letra con la campaña puesta en marcha desde enero pasado por la Secretaría de la Educación Pública (SEP), “Nadie afuera, nadie atrás”.

Carmen y sus compañeros de profesión en el plantel optaron por crear una serie de cuadernillos de todas las materias con los aprendizajes esperados de las mismas lo más explicados posibles. Una vez elaborados pidieron ayuda del único local con la capacidad de rentar computadoras con Internet en la comunidad para ponerles a disposición los textos a los muchachos una vez impresos.

Es decir, Carmen y sus compañeros desde Puebla elaboran las guías vía computadora, las envían por correo electrónico al encargado de dicho local, quien las recibe y distribuye entre los jóvenes que se acercan a preguntar por ellas.

“Tratamos de contextualizar los conocimientos con ejemplos claros y prácticos. Por ejemplo, les pedimos ubicar la escuela en un plano cartesiano dándoles las coordenadas”, expone sobre el contenido de las clases en los cuadernillos.

Todo esto cuando de forma irónica labora en una escuela con nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, la cual aprovecha la infraestructura de telesecundarias con el objetivo de integrar dichos métodos como apoyo al trabajo presencial de los docentes, y en donde además se trata de involucrar a las nuevas herramientas a estudiantes y padres de familia.

Pero, cabe destacar, durante la pandemia las escuelas han permanecido cerradas con el fin de evitar la propagación de contagios del nuevo coronavirus.

Aunque algunos centros educativos de la entidad han optado por establecer buzones escolares con la encomienda de dejar temarios o trabajos para ser recogidos y llevados a casa por los padres o tutores de los alumnos para que éstos los contesten y una vez resueltos regresen por la misma vía a las manos de los profesores.

“La mayoría de las familias viven de la agricultura, de las remesas, albañilería y con cada vez más jóvenes abandonado los estudios por la pandemia con el fin de meterse a trabajar para ayudar a sus familias a ir al día”, contextualiza Carmen sobre la situación de la comunidad.

“Si bien hoy dependemos de la tecnología para llegar a los chicos, también dependemos de los recursos con los que cuentan porque no todos tienen para conectarse, tampoco para comprar los cuadernillos que les enviamos”, ahonda.

Quienes por falta de dinero son incapaces de hacerse de esos textos, única fuente de conocimiento en lugares como San Pedro La Joya, recurren a quienes sí se hicieron de los mismos para copiarlos en cualquier libreta, contestarlos y enviarlos vía WhatsApp a sus maestros, siempre y cuando exista el recuso para una recarga telefónica para hacerlo.

“Hoy con los teléfonos el aula ya es a todas horas y así es como vamos resolviendo dudas, recibiendo trabajos y evaluando. Todos nos hemos debido de adaptar a esta situación, pues si antes recurríamos a la tecnología como un recurso, hoy dependemos totalmente de ella”, comparte.

“Al final se trata de ser resilientes, tanto padres, alumnos y profesores. Pero nosotros tenemos un compromiso con los hijos de toda esa gente y debemos de adaptarnos a esto”, agrega.

Todo esto cuando la SEP en el estado registró en el arranque del ciclo escolar la incorporación a las aulas virtuales de un 95 por ciento de los más de un millón de estudiantes, quienes hoy comienzan a ausentarse a dichas sesiones por razones diversas cuando las clases a “la antigua”, o de forma presencial, se ven aún a la distancia porque el semáforo epidemiológico está lejos del verde.

Pero mientras eso sucede habrá profesores como Carmen comprometidos con la labor de enseñar.


Más de un millón de estudiantes en Puebla pusieron en marcha en agosto pasado el ciclo escolar 2020-2021 con clases en la modalidad a distancia y la temporada II del programa “Aprende en Casa”.

Las sesiones en línea suponían un reto para una nación donde el 47.1 por ciento de los hogares no cuenta con conexión a Internet, según las cifras oficiales, muchas de estas viviendas pertenecen a comunidades como San Pedro La Joya Tepeaca, donde el 59.7 por ciento de la población se encuentra en situación de pobreza moderada y 9.9 en pobreza extrema, a decir del portal web Data México.

La pandemia sin duda extrapoló esta situación y obligó a profesores como Carmen Torres de Gante, maestra de matemáticas y lenguaje y comunicación del Bachillerato Digital Número 1 de dicha comunidad, a reinventarse y buscar opciones para llegar a todos aquellos con limitaciones en la tecnología como para tomar sesiones virtuales.

Lo anterior con la encomienda de cumplir al pie de la letra con la campaña puesta en marcha desde enero pasado por la Secretaría de la Educación Pública (SEP), “Nadie afuera, nadie atrás”.

Carmen y sus compañeros de profesión en el plantel optaron por crear una serie de cuadernillos de todas las materias con los aprendizajes esperados de las mismas lo más explicados posibles. Una vez elaborados pidieron ayuda del único local con la capacidad de rentar computadoras con Internet en la comunidad para ponerles a disposición los textos a los muchachos una vez impresos.

Es decir, Carmen y sus compañeros desde Puebla elaboran las guías vía computadora, las envían por correo electrónico al encargado de dicho local, quien las recibe y distribuye entre los jóvenes que se acercan a preguntar por ellas.

“Tratamos de contextualizar los conocimientos con ejemplos claros y prácticos. Por ejemplo, les pedimos ubicar la escuela en un plano cartesiano dándoles las coordenadas”, expone sobre el contenido de las clases en los cuadernillos.

Todo esto cuando de forma irónica labora en una escuela con nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, la cual aprovecha la infraestructura de telesecundarias con el objetivo de integrar dichos métodos como apoyo al trabajo presencial de los docentes, y en donde además se trata de involucrar a las nuevas herramientas a estudiantes y padres de familia.

Pero, cabe destacar, durante la pandemia las escuelas han permanecido cerradas con el fin de evitar la propagación de contagios del nuevo coronavirus.

Aunque algunos centros educativos de la entidad han optado por establecer buzones escolares con la encomienda de dejar temarios o trabajos para ser recogidos y llevados a casa por los padres o tutores de los alumnos para que éstos los contesten y una vez resueltos regresen por la misma vía a las manos de los profesores.

“La mayoría de las familias viven de la agricultura, de las remesas, albañilería y con cada vez más jóvenes abandonado los estudios por la pandemia con el fin de meterse a trabajar para ayudar a sus familias a ir al día”, contextualiza Carmen sobre la situación de la comunidad.

“Si bien hoy dependemos de la tecnología para llegar a los chicos, también dependemos de los recursos con los que cuentan porque no todos tienen para conectarse, tampoco para comprar los cuadernillos que les enviamos”, ahonda.

Quienes por falta de dinero son incapaces de hacerse de esos textos, única fuente de conocimiento en lugares como San Pedro La Joya, recurren a quienes sí se hicieron de los mismos para copiarlos en cualquier libreta, contestarlos y enviarlos vía WhatsApp a sus maestros, siempre y cuando exista el recuso para una recarga telefónica para hacerlo.

“Hoy con los teléfonos el aula ya es a todas horas y así es como vamos resolviendo dudas, recibiendo trabajos y evaluando. Todos nos hemos debido de adaptar a esta situación, pues si antes recurríamos a la tecnología como un recurso, hoy dependemos totalmente de ella”, comparte.

“Al final se trata de ser resilientes, tanto padres, alumnos y profesores. Pero nosotros tenemos un compromiso con los hijos de toda esa gente y debemos de adaptarnos a esto”, agrega.

Todo esto cuando la SEP en el estado registró en el arranque del ciclo escolar la incorporación a las aulas virtuales de un 95 por ciento de los más de un millón de estudiantes, quienes hoy comienzan a ausentarse a dichas sesiones por razones diversas cuando las clases a “la antigua”, o de forma presencial, se ven aún a la distancia porque el semáforo epidemiológico está lejos del verde.

Pero mientras eso sucede habrá profesores como Carmen comprometidos con la labor de enseñar.


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