El pulque, que es conocido como “la bebida de los dioses”, volvió a convertirse en el protagonista de La Tlahuanca, que es también conocida como la fiesta de embriaguez espiritual.
En el municipio de San Pedro Cholula, que es considerado como el lugar vivo más antiguo de América, autoridades católicas, mayordomos, feligreses, representantes del gobierno local, así como visitantes nacionales y extranjeros revivieron esta tradición ancestral.
Y es que ayer, largas filas de participantes de esta costumbre se formaron en la gran explanada de la Capilla Real de Naturales, para ingerir esta bebida original de México, que fue servida por los organizadores en tinajas o vasos.
Aunque primero, como marca la tradición, los consumidores tuvieron que participar en las actividades eclesiásticas, como la celebración de una procesión y una misa que tuvieron lugar para citar las plegarias, que en el marco de esta fiesta, fueron hechas.
Una vez finalizada la homilía, el párroco Miguel Viveros bendijo el pulque que fue distribuido a las personas, hecho que anunció de forma inmediata el inicio de esta fiesta, que además estuvo acompañada de una comilona y de música, tanto de viento como en vivo.
Se debe precisar que en La Tlahuanca de este año fueron repartidos más de mil litros de pulque, de los cuales 500 fueron obsequiados por el Ayuntamiento de San Pedro Cholula, que encabeza José Juan Espinosa Torres.
Es importante decir que la fiesta de la Embriaguez Espiritual, de acuerdo a una investigación realizada por la doctora del Colegio de Posgraduados, Margarita Tlapa Almonte, refiere que es una festividad religiosa de simbolismo, mito y significado, con antecedentes prehispánicos de la segunda veintena del calendario solar llamada Tlacaxipehualiztli y en horno de la deidad principal, Xipe Totec, que era un dios de la agricultura, la siembra, el cultivo, la renovación vegetal y de todo lo existente.
Precisamente esta veintena marcaba el inicio de la estación de secas que coincidía con el Equinoccio de Primavera, en la que se realizaban ceremonias y rituales para anunciar la renovación de la naturaleza e inicio de las actividades agrícolas, por lo que los pueblos pedían lluvias para tener buenas cosechas.