El año pasado, el Congreso aprobó la iniciativa Ley Agnes para permitir cambios tanto en el nombre como en el género de las actas de nacimiento. Fue un gran logro, sin embargo, se siguen registrando faltas de oportunidades laborales en la comunidad trans y esto ha orillado a que trabajen en ámbitos muy diferentes de lo que estudiaron o hasta en el sexo servicio para salir adelante.
Eliza Sophia González Angulo Dierdorf, coordinadora general de Identttidades, asociación trans en Puebla, compartió que la lucha sigue en pie. Si bien, ya se han registrado algunos logros, aún falta mucho por hacer, principalmente en el ámbito laboral, pues algunas empresas siguen poniendo “trabas” y negando empleo, aunque cumplan con todos los requisitos.
“Siguen las prácticas de discriminación porque sí, les conceden la entrevista, como para cumplir, pero la realidad es que nunca las contratan y orillan a las personas transgénero a trabajos como el servicio sexual, en estéticas, trabajos en antros o restaurantes (…) entonces todavía hay mucho por trabajar porque no sólo es crear leyes, sino hacerlas valer”, compartió.
A Romina en sus inicios le pidieron que no vistiera como mujer
Romina Rosales, tiene 33 años y es asistente virtual para una compañía inmobiliaria en Estados Unidos, pero llegar a este puesto desde su transición no ha sido nada fácil, pese a que es una mujer trilingüe y que tiene gran conocimiento en su área.
Al iniciar su transición trabajaba en una escuela de inglés y sus jefes le pidieron que no fuera vestida como mujer pues “confundiría a los alumnos”, no la apoyaron. Incluso llegaron anónimos a la empresa diciendo que ella era un peligro para los alumnos por “su ideología”.
“Perdí mi trabajo por la discriminación (…) yo estudié Relaciones Internacionales, estoy graduada por la BUAP, hablo tres idiomas, tengo estudios en el extranjero, tengo experiencia en muchos campos (…) pero tardé cuatro años en encontrar trabajo, todo lo que me daban era de ventas y con un salario muy bajo”, compartió.
A Romina le hicieron muchas entrevistas laborales vía telefónica y en todas les dijeron que sí, le aplaudían su currículum, pero al enterarse de que era una mujer trans se desaparecían y no concluían el proceso de contratación.
Fue hasta la administración de la ex edil, Claudia Rivera Vivanco cuando le ofrecieron un trabajo formal en una dependencia, incluso le dieron una base, pero al llegar la actual administración se la quitaron y nuevamente tuvo que buscar otro trabajo.
NECESITAMOS INCLUSIÓN: DIANA
Por tal motivo, cree que la inclusión laboral sigue siendo un proceso complicado o inexistente y muchas de las mujeres u hombres trans siguen siendo invisibles para los contratantes, pese a que las leyes los respaldan.
Diana Vardi es otra mujer trans que trabaja en el mundo del espectáculo y los shows nocturnos. Ella se describe como un ser maravilloso, mítico; que le encanta todo lo nuevo, todo lo extraño. Para ella sí ha servido la Ley Agnes ya que por fin ellas y los hombres trans ¡existen!.
No obstante, al preguntarle ¿cuáles son los retos a los que todavía se enfrenta la comunidad?, responde que a lo laboral y a la estigmatización en el trabajo sexual, sobre todo con las mujeres. “Necesitamos esos espacios, esa visibilidad, también esa inclusión, no sólo en bares, digo, nos ha dado muchísimo, llevo 20 años de hacer esto y ¡wow!, te da un sin fin de satisfacciones, pero necesitamos más cosas, yo Diana, aspiro a algo más”, compartió.
A Diana afortunadamente la apoyan sus familiares, principalmente la apoyó su abuela, Lilia Edith Cortés, quien le dijo una frase que nunca olvidará: “No te entiendo, no conozco el camino, pero mientras tomes mi mano, vamos a levantarnos, si nos caemos va a doler, pero nos vamos a levantar juntas y vamos a caminar”. Por tanto, cree que toda la comunidad debería de sentir este apoyo y si no lo tiene, por lo menos su trabajo debería ser el anhelo para una vida mejor.
