A cuatro años de la muerte de Zyanya Figueroa Becerril, familiares, amigos y acompañantes solidarios en Puebla continúan exigiendo justicia, que, a decir de sus padres, Patricia Becerril y Martín Figueroa, aún parece muy lejana.
Una cruz gigante color rosa con la leyenda “Su amor es nuestra fuerza. Zyanya Figueroa Becerril” colocada frente al inmueble de la Fiscalía Genero del Estado (FGE), fue el símbolo para exigir justicia y verdad sobre el presunto feminicidio de la médico pediatra, en el marco del cuarto aniversario de su muerte conmemorado este 15 de mayo.
Su madre, aún con lágrimas en los ojos, dijo que son cuatro años de simulación por parte de la FGE en el proceso de investigación de la muerte de su hija.
“Estar aquí frente a la Fiscalía representa el grito de exigencia por parte de la familia de Zyanya para qué exista la voluntad de trabajar en la investigación”, comentó.
Mientras que su padre, Martín Figueroa, se sumo a la petición de esclarecimiento del caso, además dijo que a lo largo de esta lucha han sido víctimas de agresión, recordando el acontecimiento del año pasado, donde fueron atacados con gas lacrimógeno por policías al tratar de ingresar al inmueble de la FGE.
Durante este tiempo la familia y sus asesores jurídicos del Observatorio Ciudadano Nacional de Feminicidio (OCNF) han buscan que la Fiscalía investigue la muerte como feminicidio y no suicidio, principal línea de investigación de las autoridades poblanas, así como que realice una indagación con perspectiva de género, acción que se determinó hace un año por un Juez de Control y que en el plazo proyectado no fue acatado.
El abogado Carlos Olvera recordó que cuentan con las pruebas necesarias para demostrar que hay contradicciones periciales pues unas pruebas indican la muerte por envenenamiento y otras por asfixia.
Además, denunció negligencia y obstaculización del acceso a la justicia por parte de la FGE en el caso.
El 15 de mayo de 2018, Zyanya de 26 años de edad fue encontrada muerta en su casa en un fraccionamiento ubicado a un costado del Hospital del Niño Poblano, donde hacía su residencia como médica.
A sus padres, les dijeron que se se había suicidado, aunque ellos detectaron que en la carta póstuma encontrada en su hogar, las palabras no correspondía a como ella hablaba, por ello pidieron un peritaje en grafoscopía, el cual arrojó que el documento era una falsificación por imitación. Desde ese día, buscan justicia.