/ martes 15 de mayo de 2018

Cuidarse para no morir, así es ser docente en Puebla

Por la delincuencia, ni soñar con computadoras

Hace unos años, las preocupaciones de una maestra o maestro eran lograr que sus alumnos aprendieran lo suficiente y tuvieran buen comportamiento, así como obtener seguridad laboral. Sin embargo, un docente en el siglo XXI, específicamente del año 2018, ha sumado retos para desempeñar su trabajo, como cumplir con sus planes de estudio aun sin los materiales necesarios, tratar de impulsar a sus alumnos que quieren emigrar, que tienen adicciones o están proclives a la desintegración familiar, y, más recientemente, los docentes tienen que cuidarse para no ser asaltados, ultrajados o asesinados, rumbo a su lugar de trabajo.

Erik Hernández es profesor en la Telesecundaria Benemérito de las Américas, que se ubica en la comunidad de Tepetzintan, municipio de Cuetzalan. Actualmente, tiene a su cargo a 21 alumnos en etapa adolescente.

Igual que miles de docentes en el estado, el profesor viaja todos los días a su centro de trabajo, debido al gasto que generaría habitar en un lugar más cercano a la escuela donde labora –pues ello significaría pago de renta y servicios, más las aportaciones para su familia-.

De lunes a viernes, el profesor recorre alrededor de 25 kilómetros, para trasladarse del lugar donde vive, en el municipio de Zacapoaxtla, hasta Cuetzalan, a la zona donde labora. Se hace aproximadamente 90 minutos de camino, y transita por las comunidades de Nauzontla, Xocoyolo, Zoquiapan y Jonotla, de la Sierra Norte de Puebla.

El camino es medianamente concurrido hasta llegar a la cabecera municipal de Cuetzalan, “Pueblo Mágico”, aunque a partir de ese punto y hasta la comunidad de Tepetzintan, pocos vehículos y casi ningún ciudadano transitan las vialidades, por lo que se hace un campo de oportunidad para la delincuencia, ya sea local o procedente de zonas veracruzanas.

El profesor Erik describe las condiciones del camino, pero quien esto escribe, ha podido constatarlo en múltiples ocasiones. La carretera carece de vigilancia policial y todavía se utilizan las camionetas colectivas para trasladar a los habitantes; eso, sin tomar en cuenta el estado de la carpeta asfáltica. Es un paisaje cuyas veredas esconden algo más que vegetación.

POR LA DELINCUENCIA, NI SOÑAR CON COMPUTADORAS

Los docentes de varias zonas del estado, incluyendo algunas colonias de la capital poblana, van a sus lugares de trabajo todos los días, pensando en que pueden ser los próximos en sufrir algún asalto.

Eso no debe detenerlos, a decir del profesor Erik, pues su objetivo es fomentar que los jóvenes tengan expectativas que los animen. Vía telefónica, relata que sus colegas y alumnos han sido asaltados en las cercanías de sus comunidades.

Dice que él vive al día. Sale de su casa y se transporta durante 90 minutos, esperando que por ese camino de terracería por donde pasa, no haya riesgos.

Y es que reconoce que la inseguridad ha ido creciendo en el área y, con ella, los casos de drogadicción, la deserción escolar, el rezago en el que vive la población y las necesidades económicas. Todo ello, sin que los profesores tengan un método certero de lograr un cambio, pues también deben participar las familias y las autoridades.

Justamente, debido a la inseguridad de la zona, los alumnos prácticamente no pueden aspirar a tener laboratorios de computación bien equipados, o computadoras propias, pues serían un mayor objetivo de la delincuencia. De hecho, en algunas ocasiones han entrado a robar la escuela.

Amén de los problemas de acceso a Internet, los estudiantes de la zona limitan sus oportunidades de aprendizaje por falta de equipo tecnológico.

ADICCIONES, DESNTEGRACIÓN, EMBARAZOS, FALTA DE OPORTUNIDADES…

El docente, que ya ha trabajado en diversas comunidades, dice que en todas se acentúan problemáticas distintas, aunque a manera general, son las mismas las que permean en la infancia y la adolescencia.

Recabando su experiencia y la de sus compañeros de la zona, los maestros han detectado que ya se registran adicciones desde el nivel primaria, las cuales crecen con el paso de los años. Ese problema va ligado con el narcomenudeo u otros tipos de delincuencia, que los estudiantes eligen como una forma de vida fácil.

Las carencias económicas son parte del origen de la delincuencia, de la migración a temprana edad, de embarazos adolescentes, de desintegración familiar. Los docentes de la zona lo han detectado, pero se ven limitados ante la actitud que toman las autoridades mexicanas, respecto a prevalecer el apoyo social sin fomentar el esfuerzo, y a no priorizar el gasto para mejorar las condiciones de vida o de seguridad.

Además, algunos docentes saben que los frutos de su trabajo podrían perderse, pues en zonas como Tepetzintan no hay oportunidades de trabajo. Por ahora, solo una alumna de los 21 que tiene el profesor Erik, ha decidido inscribirse para la preparatoria de la BUAP, 5 desean ir al bachillerato y los otros 15 no tienen intenciones de dar seguimiento a su vida académica, por diferentes situaciones económicas y personales.

CIFRAS

De acuerdo al Sistema Nacional de Información Estadística Educativa de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en Puebla hay 72 mil 760 maestros de educación pública y 26 mil 707 del sector privado. De ellos, 61 mil 813 son de educación básica (preescolar, primaria y secundaria), 17 mil 576 imparten clases en educación media superior, 18 mil 485 en nivel superior y mil 593 en educación para el trabajo.

Hace unos años, las preocupaciones de una maestra o maestro eran lograr que sus alumnos aprendieran lo suficiente y tuvieran buen comportamiento, así como obtener seguridad laboral. Sin embargo, un docente en el siglo XXI, específicamente del año 2018, ha sumado retos para desempeñar su trabajo, como cumplir con sus planes de estudio aun sin los materiales necesarios, tratar de impulsar a sus alumnos que quieren emigrar, que tienen adicciones o están proclives a la desintegración familiar, y, más recientemente, los docentes tienen que cuidarse para no ser asaltados, ultrajados o asesinados, rumbo a su lugar de trabajo.

Erik Hernández es profesor en la Telesecundaria Benemérito de las Américas, que se ubica en la comunidad de Tepetzintan, municipio de Cuetzalan. Actualmente, tiene a su cargo a 21 alumnos en etapa adolescente.

Igual que miles de docentes en el estado, el profesor viaja todos los días a su centro de trabajo, debido al gasto que generaría habitar en un lugar más cercano a la escuela donde labora –pues ello significaría pago de renta y servicios, más las aportaciones para su familia-.

De lunes a viernes, el profesor recorre alrededor de 25 kilómetros, para trasladarse del lugar donde vive, en el municipio de Zacapoaxtla, hasta Cuetzalan, a la zona donde labora. Se hace aproximadamente 90 minutos de camino, y transita por las comunidades de Nauzontla, Xocoyolo, Zoquiapan y Jonotla, de la Sierra Norte de Puebla.

El camino es medianamente concurrido hasta llegar a la cabecera municipal de Cuetzalan, “Pueblo Mágico”, aunque a partir de ese punto y hasta la comunidad de Tepetzintan, pocos vehículos y casi ningún ciudadano transitan las vialidades, por lo que se hace un campo de oportunidad para la delincuencia, ya sea local o procedente de zonas veracruzanas.

El profesor Erik describe las condiciones del camino, pero quien esto escribe, ha podido constatarlo en múltiples ocasiones. La carretera carece de vigilancia policial y todavía se utilizan las camionetas colectivas para trasladar a los habitantes; eso, sin tomar en cuenta el estado de la carpeta asfáltica. Es un paisaje cuyas veredas esconden algo más que vegetación.

POR LA DELINCUENCIA, NI SOÑAR CON COMPUTADORAS

Los docentes de varias zonas del estado, incluyendo algunas colonias de la capital poblana, van a sus lugares de trabajo todos los días, pensando en que pueden ser los próximos en sufrir algún asalto.

Eso no debe detenerlos, a decir del profesor Erik, pues su objetivo es fomentar que los jóvenes tengan expectativas que los animen. Vía telefónica, relata que sus colegas y alumnos han sido asaltados en las cercanías de sus comunidades.

Dice que él vive al día. Sale de su casa y se transporta durante 90 minutos, esperando que por ese camino de terracería por donde pasa, no haya riesgos.

Y es que reconoce que la inseguridad ha ido creciendo en el área y, con ella, los casos de drogadicción, la deserción escolar, el rezago en el que vive la población y las necesidades económicas. Todo ello, sin que los profesores tengan un método certero de lograr un cambio, pues también deben participar las familias y las autoridades.

Justamente, debido a la inseguridad de la zona, los alumnos prácticamente no pueden aspirar a tener laboratorios de computación bien equipados, o computadoras propias, pues serían un mayor objetivo de la delincuencia. De hecho, en algunas ocasiones han entrado a robar la escuela.

Amén de los problemas de acceso a Internet, los estudiantes de la zona limitan sus oportunidades de aprendizaje por falta de equipo tecnológico.

ADICCIONES, DESNTEGRACIÓN, EMBARAZOS, FALTA DE OPORTUNIDADES…

El docente, que ya ha trabajado en diversas comunidades, dice que en todas se acentúan problemáticas distintas, aunque a manera general, son las mismas las que permean en la infancia y la adolescencia.

Recabando su experiencia y la de sus compañeros de la zona, los maestros han detectado que ya se registran adicciones desde el nivel primaria, las cuales crecen con el paso de los años. Ese problema va ligado con el narcomenudeo u otros tipos de delincuencia, que los estudiantes eligen como una forma de vida fácil.

Las carencias económicas son parte del origen de la delincuencia, de la migración a temprana edad, de embarazos adolescentes, de desintegración familiar. Los docentes de la zona lo han detectado, pero se ven limitados ante la actitud que toman las autoridades mexicanas, respecto a prevalecer el apoyo social sin fomentar el esfuerzo, y a no priorizar el gasto para mejorar las condiciones de vida o de seguridad.

Además, algunos docentes saben que los frutos de su trabajo podrían perderse, pues en zonas como Tepetzintan no hay oportunidades de trabajo. Por ahora, solo una alumna de los 21 que tiene el profesor Erik, ha decidido inscribirse para la preparatoria de la BUAP, 5 desean ir al bachillerato y los otros 15 no tienen intenciones de dar seguimiento a su vida académica, por diferentes situaciones económicas y personales.

CIFRAS

De acuerdo al Sistema Nacional de Información Estadística Educativa de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en Puebla hay 72 mil 760 maestros de educación pública y 26 mil 707 del sector privado. De ellos, 61 mil 813 son de educación básica (preescolar, primaria y secundaria), 17 mil 576 imparten clases en educación media superior, 18 mil 485 en nivel superior y mil 593 en educación para el trabajo.

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