Ser enfermera no solamente es atender la salud, sino también el alma de los pacientes, pues muchas veces, se deben convertir en confidentes y amigas, al menos así lo consideró Dolores Campos García, quien durante 20 años se ha dedicado a este ramo de la salud.
"No se trata solo de ser enfermera, muchas veces pasamos a ser psicólogas, amigas, confidentes, incluso, hasta nos convertimos como en un familiar para ellos porque encuentran la confianza de contarnos sus tristezas y necesidades", comparte.
La madre de Dolores fue quien la acercó a esta profesión, pues durante varios años, también se dedicó al cuidado y atención de los pacientes. Fue así que poco a poco se interesó en la actividad, hasta que un día, decidió que sí quería dedicarse a esto de por vida.
"Anteriormente ya había trabajado con pacientes materno-infantil y, sí me gustaba, pero sentía que me hacía falta algo. Mi mamá me dijo que entrara a trabajar al asilo Gabriel Pastor para cuidar a los abuelitos. Entré y supe que aquí quería estar con ellos", comentó.
Cuando empezó a cuidar a los abuelitos se dio cuenta de que son pacientes que necesitan más atención, más paciencia y sobre todo, más amor. Esto último fue lo que la conmovió, motivo por el cual decidió continuar su camino como enfermera geriatra.
Asegura, que lo más gratificante es ver que los abuelitos que atiende sienten una gran confianza en ella para desahogar sus sentimientos, pero sabe que, más allá de las medicinas, las palabras de cariño y la calidez de los abrazos sanan su alma de la mejor manera como ningún otro fármaco.
"Para mí es y será un orgullo ser enfermera y si tuviéramos la capacidad de renacer, renacería en esta misma profesión, sin duda alguna", finalizó.