Sin las condiciones necesarias para su sano desarrollo y expuestos a enfermedades es como viven los niños procreados al interior del Centro de Reinserción Social de San Miguel, donde no se les provee de medicamentos ni de comida especial.
Gonzalo N, nombre ficticio usado por su seguridad, es un reo de 32 años de edad, interno en el penal de Puebla desde 2010 tras haber sido acusado de robo y homicidio calificado.
Ahí, el entrevistado conoció a una reclusa que, aunque se encuentra en el área femenil, en una actividad de esparcimiento tuvo contacto con ella; después de entablar una relación sentimental, procrearon a un menor que actualmente cuenta con un año de nacido.
Si bien Gonzalo sintió felicidad cuando se enteró que sería padre, este sentimiento, con el paso de los días, se convirtió en impotencia y a veces hasta en tristeza. Lo anterior debido a las condiciones en las que se desarrolla su hijo.
A decir del entrevistado, aunque su pequeño se encuentra en el área femenil junto con su pareja sentimental, este no recibe una buena atención médica ya que los chequeos únicamente son de forma general, e incluso cuando el menor requiere de medicamentos, el servicio médico únicamente expide una receta que debe ser surtida por los familiares de los reclusos o por alguna otra persona, que de buena fe les haga favor de comprar los medicamentos
Únicamente cuando el menor presenta diversas complicaciones que deben ser atendidas por un especialista, las autoridades del penal permiten que el infante sea llevado a un nosocomio del sector público, pero siempre bajo custodia policiaca; en caso de que el padecimiento del pequeño sea severo y necesite de mayores cuidados se expide un permiso para que algún familiar de los padres reclusos se haga cargo, hasta la recuperación del menor.
Una vez que el infante se encuentra recuperado, este le es devuelto a su madre dentro del penal de San Miguel, donde, según lo dicho por el declarante, no hay comida, área o trato especial para las reclusas que están embarazadas o viven con sus menores hijos, los cuales están en celdas húmedas y conviviendo con 7 u 8 mujeres, de las cuales incluso algunas llegan a drogarse.
Realmente no hay buenas condiciones para el desarrollo de los niños, se enferman mucho... incluso mi hijo ya se ha enfermado tres veces... una vez tuvieron que llevarlo al hospital y hacerle nebulizaciones y todo por la humedad de las celdas, pero aquí eso no les importa contó Gonzalo para El Sol de Puebla.
Además de lo anterior, el reo aseguró que, al igual que los adultos, los niños están expuestos a chinches, y aunque en este caso las madres reclusas busquen o traten de darles las mejores condiciones posibles de convivencia es algo sumamente difícil.
Otra de las situaciones que el preso consideró lamentable es el hecho de que solo pueda ver a su hijo dos veces a la semana, en horarios y permisos establecidos, e incluso si el cumpleaños del menor cae en un día que no es de convivencia para padre e hijo tiene que aguantarse para verlo hasta días después.
No obstante, el entrevistado reconoció que los niños o niñas pueden ser entregados a un familiar antes de los tres años que les permiten ahí tenerlos, sin embargo, la separación de padres o madres reclusos de sus hijos es sumamente difícil.
Ante esta historia de vida, se confirma lo dicho en el último informe de la organización Reinserta, la cual en su Diagnóstico de Maternidad y Paternidad Prisión 2019, asegura que cárceles de 10 estados, incluido Puebla, carecen de condiciones para que los reclusos puedan ejercer su derecho a la maternidad o paternidad al interior de los centros penitenciarios.